Marzo 28, 2024 [G]:

¡Vienen los indios!


Miércoles 1 de Diciembre de 2021, 7:45pm






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Esa frase supuestamente repetían los chapetones cuando las antorchas encendidas en Alto Lima, por las tropas de Tupak Katari y Bartolina Sisa, se divisaban desde Churubamba, en la sublevación indígena de 1781. Los indios salvajes venían a cortar cabezas, a violar a las mujeres blancas, incendiar la ciudad y comerse a los niños; con estas terroríficas amenazas los gobernadores y autoridades coloniales, azuzados por algunos curas, aprovechaban del miedo para estimular el odio y el rechazo a las naciones indígenas.

Durante la Guerra Federal (1899) las castas de Chuquisaca y La Paz, representadas por Fernández Alonso y el Gral. Pando, pactaron la paz luego de hacer desaparecer al líder indígena Zárate Villca del ante el “peligro común” de la llegaba de los indios.

El año 1990, durante la Marcha Por la Vida, el indio chiquitano  Adrían Mosúa, marchó batiendo su tamborita durante los 34 días de marcha.  Las autoridades prefecturales de La Paz anunciaron que estaban organizando la defensa militar de la zona sur de la ciudad, ante el inminente arribo de la indiada de la selva y el altiplano.

Este sentimiento prevaleciente en el imaginario criollo devela que el neocolonialismo corporal y mental que practican algunos sectores de las sociedades urbanas de Bolivia nunca superaron su miedo atávico. El mismo viejo discurso circuló recientemente ante la Marcha por la Patria que organizó el expresidente Evo Morales, menospreciada por algunos órganos de la prensa afines a la oposición, que aseguraban que esta era una modesta columna de 200 funcionarios del gobierno. No se imaginaron la enorme multitud de guardatojos, monteras, polleras y trajes.

 Antes de ingresar a la ciudad de El Alto y a La Paz, muchas mujeres desataron sus k’ipis donde guardaban sus galas, lo mismo que los comunarios que arribaron en son de fiesta demostrando el músculo que tiene el oficialismo y exhibiendo el restablecimiento del cordón umbilical emocional y partidario del que carecía el Presidente Luis Arce con las zonas rurales y periféricas de las ciudades.

Cuando las organizaciones indígenas originarias se hicieron visibles, grupos conservadores y de ex izquierdistas travestidos, aseguraban que dichos movimientos fueron pensados y desarrollados por intelectuales criollos y extranjeros, que los intelectuales indígenas y autoridades comunales no tenían la capacidad de consolidar una estructura preparada para llevar a cabo programas políticos y movilizaciones multitudinarias. Muchos de ellos, asimismo, todavía sostienen que la denuncia de la ex vocal Baptista del TSE (Tribunal Supremo Electoral) sobre un padrón electoral arreglado para que el oficialismo gane las elecciones del 2026 es real y no pueden explicar cómo entonces ganaron los gobernadores de la oposición y los alcaldes en las principales ciudades de Bolivia. De la misma manera, aseguraban que la ciudad de La Paz, donde la candidatura del MAS (IPSP) perdió la gobernación y las alcaldías, iba a desdeñar la llegada de la marcha y del ex presidente; empero Morales, con su rostro p’aspado por el sol altiplánico, ante una multitud enfervorizada, manifestó el apoyo incondicional del Pacto de Unidad al presidente Arce y al vicepresidente Choquehuanca, refrenando además el concurso de discursos belicosos, similar a las arengas lanzadas en el Cristo Redentor de Santa Cruz por las facciones ultraderechistas y que buscan la aprobación y los vítores multitudinarios.

Tenemos una fotocopia del Informe del Presidium del Primer Congreso de Ayllus del 16 de enero de 1990, que se instituyó el 22 de diciembre de 1989, firmada en Taypi Ayca, con la participación del: “70% de los convocados de ocho ayllus que consta de 37 comunidades” Entre sus cuatro comisiones estaban: Comisión Político Histórico, Comisión del Problema de la Tierra, Comisión de Religión y Socio Cultural y la Comisión de Educación y la Situación de la Mujer. El presidente del Presidium era el joven intelectual y líder religioso aymara, estudiante de sociología y músico Ramón Calamani Churata, activo participante durante la Guerra del Gas (2003) que murió asesinado el enero del año 2004; crimen impune hasta ahora.

Así, como esta reunión pionera de Ayllus, se realizaron otras en varias regiones bolivianas, modelando pacientemente los horizontes de lucha política y cultural desde la perspectiva de las naciones originarias. Los indios siempre estuvieron aquí y no se irán.

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