Marzo 28, 2024 [G]:

¿Cómo cambió el zoo paceño? Conoce las historias de Baloo, Ajayu o Panchita

El zoológico Vesty Pakos, en 25 años, pasó de refugio de animales a espacio para la conservación de biodiversidad. Historias para conmoverse.


Martes 11 de Septiembre de 2018, 9:45am






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El león Baloo

“Negrita” es una mona araña que vivía encadenada en una casa, cuya familia la hacía dormir en la casa del perro. Un día fue rescatada y trasladada hasta el zoológico Vesty Pakos, ubicado en la zona de Mallasa, donde, si bien, al principio no quería comer y tenía pavor a la gente, hoy está adaptada al lugar e incluso comparte con los otros monos que también habitan en el espacio. Antiguamente los zoológicos nacieron con el único objetivo de exhibir a los animales, pero a través del tiempo, este rol ha cambiado para dar espacios a la investigación, la educación, hasta llegar al papel actual: el de la conservación. La Paz es un referente en aquello.

A lo largo de sus 25 años, el zoo municipal Vesty Pakos ha sufrido la misma conversión, transformándose en un centro de rescate, lugar vital para la rehabilitación y preservación animal, comentó la administradora del zoológico paceño, Andrea Morales.

“Somos un espacio de recreación, pero también somos un espacio de conservación (…) Gran cantidad de animales albergados en el zoológico provienen del tráfico de fauna silvestre que se da aquí en Bolivia”. Vesty Pakos tiene una población de 550 animales de 74 distintas especies. De este grupo, el 90% fue víctima de tráfico y el 70% pertenece a especies amenazadas. Muchas veces, el zoológico es la última opción de vida para muchos animales que ya no pueden volver a la naturaleza.

“Uno no puede abrir las jaulas y liberarlos. Muchos fueron maltratados, se acostumbraron al cuidado humano y no pueden adaptarse a su hábitat”, explica Morales. Asimismo, la administradora explica que este espacio sirve para concienciar a generaciones futuras acerca del cuidado de animales silvestres. “Podemos aprender mucho de ellos también. Que un niño o niña venga y conozca un águila es una gran cosa, porque cuando sea grande, esperemos que el proceso educativo que hacemos conduzca a que tome las mejores decisiones” a favor de los animales.

Así, este espacio ubicado a 14 kilómetros del centro de la ciudad muchas veces es refugio a parte de refugio también es la última morada de muchos animales que llegan malheridos o que debido a una enfermedad mueren; tal es el caso del león Baloo, quien perdió la vida hace un par de meses, por un cáncer que no se pudo frenar.

Historias de vida de animales

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Ajayu, el oso jucumari

El zoológico Municipal Vesty Pakos fue inaugurado el 21 de septiembre de 1993. Recibe su nombre en homenaje al naturalista y amante de los animales Silvestre Pakos Sofro, más conocido como Vesty Pakos. En la actualidad acoge 74 distintas especies, muchas de cuyos individuos fueron rescatadas y cuyas historias son conmovedoras.

Una de ellas es la de “Ajayu” es un oso andino Jucumari de la ciudad de Cochabamba. Llegó al zoológico totalmente lastimado luego de ser atacado por habitantes de la comunidad de Vilaque de ese departamento. Tenía los ojos dañados, llegó totalmente desnutrido. Un oso normalmente debe superar los 100 kilos y el oso pesaba 35 kilos.

Gracias a la alimentación que se le daba en el zoológico, en el mes y medio que estuvo ahí logró pesar hasta 50 kilos. No podía convivir con los demás osos porque perdió un ojo y por eso Senda Verde abrió un espacio para el animalito.

Los guardafaunas del Zoo viajaron durante dos meses al lugar hasta que Ajayu se acostumbró al personal de Senda Verde, un refugio de animales silvestres rescatados del tráfico de especies, ubicado en Yolosa, parte de los yungas paceños.

“Pensamos que no sobreviría, fue un caso que nos marcó a todos en todo sentido, creo que ha sido el caso más duro y felizmente hoy el animal se recupera en Senda Verde”, cuenta Andrea Morales.

Rajat, la puma

Rajat es una pumita que fue rescatada por un joven en el aserradero del Beni, porque habían matado a su madre.

Este muchacho se llevó al cachorro a su casa y le hizo una jaula. A un principio se alimentaba de leche pero luego el puma comía hasta tres kilos de carne al día.

Ya que la jaula para el animal se hacía más pequeña y el presupuesto para la alimentación era grande, el joven lo entregó a la autoridad nacional, misma que lo derivo al zoológico paceño desde el Beni.

Mono Panchito

Panchito es un mono araña que fue traído al zoológico por un miembro de las Fuerzas Armadas desde Tarija, quien aseguraba que ya no podía cuidarlo.  Era como un pequeño “niño” educado para estar entre humanos y había olvidado su identidad de mono araña.    

La administradora del zoológico recuerda que cuando Panchito vino, usaba pañal, caminaba erguido, no comía sino era en una mesa y no sabía usar su cola que, para ellos, es como un brazo.

Pese al proceso de adaptación al cual son sometidos los animales, muchos aún guardan recuerdos de su pasado, como Panchito, a quien   aún le gusta peinarse en las mañanas, acomodando los pelos de su cabeza hacia a delante y, de vez en cuando, caminar en dos piernas por su jaula. 

El más viejo y joven del zoológico

“Rufina es la osa Jucumari que tiene alrededor de 23 años. Es la más viejita del zoológico. Entre los más jóvenes está la cóndor Illimani que nació en el zoológico”, afirma Andrea Morales.

Última morada

En junio del 2003, gracias a la campaña “Corazón de León”, Baloo, Iscra y Lía, con el aporte económico de paceños se logró comprarlos y rescatarlos del Circo Internacional de Fieras.

El león Baloo murió hace un par de meses a sus más de 16 años. Vivió dos años y medio más por encima del promedio que viven los animales de su especie en vida silvestre. Tenía un proceso de cáncer que no se pudo frenar.

La administradora del zoológico asegura que los animales que son de tierras bajas y se adaptan a vivir en la altura, tienden a acumular líquidos en parte de su cuerpo y mueren. Las dos hermanas de Baloo tras vivir 14 años tenían acumulación de líquido, una en el aparato digestivo y otra en el aparato reproductor.

Morales admite que existe fauna que no pertenece al zoológico por altura sobre el nivel del mar en el que se encuentra. “Nos dimos cuenta que no podemos tener fauna exótica porque no son propios de Bolivia”. “La muerte del Baloo nos ha hecho volver a reflexionar en esas decisiones del pasado. Jamás tendremos jirafas, hipopótamos.  Lo más importante es conocer nuestra fauna y su conservación”.

“Hay casos en que los animales llegan muy mal heridos y no pudimos salvarlos por la gravedad y murieron. Lo primero que se hace es ponerle suero hasta que podamos saber cuál es el problema y enviar la muestra a laboratorio, esto tarda unos tres días, no es inmediato”, reflexiona Morales.

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