Abril 30, 2024 [G]:

La economía mundial en tiempos de incertidumbre


Miércoles 17 de Abril de 2024, 4:15pm






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En un contexto global lleno de incertidumbre, la economía mundial enfrenta múltiples desafíos. Las perspectivas de crecimiento se ven amenazadas por indicadores preocupantes como la desaceleración y el decrecimiento económico, principalmente debido a la fragmentación en las cadenas de suministro, la subida de tasas de interés, las inflaciones y la volatilidad de los precios de las materias primas, esto se ve agravado por conflictos bélicos en el este de Europa y Medio Oriente. Este artículo tiene como objetivo resaltar los complejos procesos que están ocurriendo en todo el mundo y su impacto en nuestra región. Además, invita a reflexionar sobre cómo estas dinámicas globales afectan a diversas economías y países, incluido el caso boliviano y su modelo económico logrando sortear los desafíos de la crisis económica mundial mediante un cambio en su matriz productiva.

Gracias a un modelo económico que fomenta la inversión pública y privada y a la apertura del aparato productivo, hemos mantenido indicadores económicos alentadores. La baja inflación, que ahora es bien vista por organismos internacionales, junto con un crecimiento económico que nos sitúa como el segundo mejor en la región, y un bajo índice de desempleo, son logros destacables. Todo esto se ha conseguido mediante un mercado interno sólido y un proceso de colaboración con el sector privado para impulsar el crecimiento económico de manera sostenible.

Desaceleración y crisis: reto global

En el actual panorama económico mundial, se vislumbra una desaceleración del crecimiento por tercer año consecutivo, proyectándose una tasa del 1,6% para 2024, lo que representa un descenso significativo respecto al promedio de la década anterior. Este escenario afecta principalmente a las economías en desarrollo, cuyo crecimiento se espera que sea apenas del 3%, más de un punto porcentual por debajo de la década pasada. Además, la situación se torna aún más preocupante al considerar que una parte considerable de la población en estos países seguirá viviendo en condiciones de pobreza en comparación con el periodo previo a la pandemia de COVID-19.

En las economías avanzadas, se anticipa una desaceleración similar, con un crecimiento estimado del 1,2% en 2024, evidenciando la persistencia de un entorno de bajo crecimiento. Este escenario se ve agravado por la amenaza de tasas de interés elevadas, lo que podría comprometer la sostenibilidad de la deuda y limitar la capacidad de los gobiernos para impulsar la actividad económica o invertir en iniciativas sociales y medioambientales.

Un factor clave que influye en el crecimiento económico es la productividad total de los factores, que se ve afectada por avances tecnológicos y la eficiencia en la asignación de recursos. Sin embargo, la desaceleración del crecimiento ha sido el principal contribuyente a la caída del crecimiento desde la última crisis.

En cuanto a las políticas fiscales adoptadas por los países en desarrollo, especialmente los exportadores de materias primas, se observa una tendencia procíclica que agrava los ciclos económicos. En períodos de bonanza, el gasto público tiende a aumentar, exacerbando el sobrecalentamiento económico, mientras que en tiempos de dificultades, profundiza la recesión. Esta dinámica representa un desafío significativo para estos países, que enfrentan una mayor volatilidad en sus políticas fiscales y económicas.

Desafíos en políticas fiscales y ciclos económicos

Cuando los precios de los productos básicos experimentan aumentos, es común que los Gobiernos incrementen el gasto con la intención de impulsar el crecimiento económico. Sin embargo, este estímulo adicional suele ser menor de lo esperado, generando solo un 0,2% de crecimiento adicional por cada punto porcentual de aumento en los precios. Esta dinámica, conocida como “prociclicidad”, es especialmente notable en las economías en desarrollo que dependen de la exportación de productos básicos, donde esta tendencia es un 30% más pronunciada que en otras economías similares. Además, las políticas fiscales en estas economías tienden a ser un 40% más volátiles, lo que agrava aún más la situación.

Bolivia, mediante la implementación de la sustitución de importaciones, busca revertir este efecto procíclico con la intervención en la industrialización de las materias primas. De este modo, se pretende fomentar el avance de la manufactura en los procesos productivos, reduciendo la dependencia de los precios regidos por la oferta y demanda en las bolsas de valores globales.

En cuanto a la alimentación, la inflación de los precios internos de los alimentos sigue siendo preocupantemente alta en varios países. Se observa que más del 60% de los países de ingresos bajos tienen niveles de inflación superiores al 5%, mientras que en los países de ingresos medianos la situación varía, con una disminución del 4,0 puntos porcentuales en los de ingresos medianos altos. Esta situación representa una carga significativa para los consumidores y puede tener repercusiones sociales y económicas graves. En términos reales, la inflación de los precios de los alimentos superó la inflación general en el 58,9 % de los 168 países que aportan datos.

En el ámbito alimentario, persisten preocupaciones por la alta inflación de los precios internos de los alimentos, especialmente en países de ingresos bajos y medianos. Factores como fenómenos climáticos extremos, conflictos y debilidad de las monedas nacionales contribuyen a mantener los precios en niveles elevados. Además, interrupciones en el transporte marítimo podrían generar presiones inflacionarias adicionales en el corto plazo.

La escasez de materias primas, combinada con la interrupción de la cadena de suministro y el alza de precios, está generando un colapso significativo en el mercado. En respuesta a esta situación, muchas empresas están buscando soluciones para mitigar el impacto potencial de estos desafíos en sus operaciones. En este contexto, es crucial entender el impacto que esta crisis puede tener en las empresas y reconocer la importancia de contar con el asesoramiento de expertos dedicados a mejorar tanto la situación financiera como la gestión operativa.

En muchos países, los precios internos de los alimentos básicos se han mantenido elevados debido a una combinación de factores, incluyendo fenómenos climáticos extremos, conflictos y la debilidad de las monedas nacionales. Además, las interrupciones en el transporte marítimo, como las que se han experimentado en el Canal de Panamá y el Mar Rojo, pueden aumentar los costos de importación de alimentos y generar presiones inflacionarias adicionales en los mercados internos en el corto plazo. Estos desafíos subrayan la necesidad de abordar las causas subyacentes de la volatilidad de precios y fortalecer la resiliencia de los sistemas alimentarios a nivel mundial.

En las últimas semanas, los ataques a buques mercantes han aumentado considerablemente, generando preocupación en la comunidad marítima. El estrecho de Bab al Mandeb, por donde transita aproximadamente el 12% del comercio marítimo mundial en condiciones normales, ha sido especialmente afectado. Desde mediados de noviembre, se ha observado una disminución del 70% en el número de contenedores que atraviesan esta ruta, lo que ha llevado a muchos armadores a suspender sus operaciones en la zona y optar por rutas alternativas, como el cabo sudafricano de Buena Esperanza, a pesar de su mayor longitud y coste.

Como resultado de esta crisis, las tarifas de transporte marítimo han experimentado un aumento significativo, con el Shanghai Contenarized Freight Index (SCFI), un indicador clave del costo de flete de mercancías desde China, duplicándose en solo un mes. Además, según Container x  Change, el sobrecoste de los carburantes se estima en un 20%, lo que podría llevar a un aumento del 60% en los costos de transporte marítimo, junto con un aumento del 20% en los seguros de los armadores.

La entrada de un país del golfo Pérsico en el conflicto podría tener graves repercusiones en el tráfico marítimo en el estrecho de Ormuz, a través del cual se transporta más del 35% del crudo mundial, afectando tanto a las empresas de transporte como a las economías occidentales.

En cuanto al canal de Panamá, sufre los efectos de la sequía causada por el fenómeno de El Niño, agravado por el calentamiento global. La disminución del caudal de agua ha obligado a reducir el tráfico y el calado de los buques, lo que podría afectar significativamente al comercio mundial, ya que el canal es una vía estratégica utilizada por el 6% del comercio marítimo mundial, con Estados Unidos, China y Japón como principales usuarios.

La situación se ve agravada por la falta de lluvias, con pronósticos poco alentadores para el inicio de 2024. La Autoridad del Canal de Panamá está implementando medidas para conservar el agua, pero se enfrenta a desafíos adicionales debido a la competencia por los recursos hídricos con otros sectores, como la construcción de nuevas plantas potabilizadoras. A largo plazo, se contempla la construcción de una represa en Río Indio como parte de los planes para garantizar el suministro de agua al canal y a la población panameña.

Respuestas innovadoras: sustitución de importaciones en Bolivia

En medio de una coyuntura marcada por elevadas tasas de interés, un aumento del precio de los alimentos de hasta un 58%, conflictos armados a nivel global, condiciones climáticas adversas y políticas monetarias que benefician únicamente a ciertos grupos, junto con la ruptura de las cadenas de suministro que ha provocado una crisis en el transporte, se evidencia una situación de crisis en muchas regiones del mundo. Estos acontecimientos, que caracterizan el primer trimestre del 2024, resaltan la importancia de contar con una baja inflación del 0,74%, un crecimiento económico del 3% en el año anterior y la generación de fuentes de empleo.

Es crucial que reflexionemos sobre la relevancia de nuestro modelo económico, el cual está alejado de las dependencias y condicionamientos de modelos importados. Esta coyuntura nos invita a valorar las fortalezas de un enfoque económico que ha permitido enfrentar desafíos globales sin sucumbir a las presiones externas, asegurando la estabilidad y el progreso interno.

Conclusiones

En medio de desafíos como la inflación de alimentos, crisis de transporte y conflictos armados, surge la importancia de modelos económicos resilientes y autónomos. Se destaca la necesidad de valorar estrategias innovadoras como la sustitución de importaciones para asegurar la estabilidad y el progreso económico.

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