Abril 27, 2024 [G]:

San Lunes

San Lunes es una institución que se originó en la Colonia y que vive plenamente en los tiempos actuales


Jueves 23 de Agosto de 2018, 10:00pm






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¿Dije San Lunes? ¿O nada más me llevan las ganas de imitar las preguntitas de Sergio Cáceres? ¿Un saludo a mi carnal? Como practicante y devoto de San Lunes, o Lunes de Zapatero, me place compartir con ustedes la certeza de que esta institución tan grata se originó, como gran parte de nuestros siete pecados capitales y nuestras escasas virtudes, en la Colonia.

Matando el tiempo entre el 6 y el 7 de agosto, leí una Ordenanza de Intendentes de 1778 que dice lo siguiente: “Por cuanto demuestra la experiencia que los oficiales de todos los gremios se niegan a trabajar y seguir la ocupación de su respectivo oficio los días lunes y los dedican a vicios de juegos y borracheras, para lo que se juntan en las canchas, chicherías, pulperías, en encierros privados y en muchos casos en las casas de los mismos maestros de tienda, juntamente con los aprendices, que en su mayor parte son muchachos de corta edad; de aquí en adelante, todos los maestros no faltarán a sus talleres los lunes, ni los oficiales, ni aprendices, so pena de dos meses de cárcel y cuatro pesos para los maestros, y un mes de cárcel y 50 azotes para los oficiales y aprendices. Las chicheras no consentirán en sus chicherías los lunes a ningún maestro oficial o aprendiz, so pena de que se le quiten sus cántaros. Los barberos asistirán por las tardes y noches a sus tiendas, de manera que en cualquier hora se les pueda hallar para sangrías, ventosas y otras manifaturas”.

Este ilustre testimonio que rescató don Roberto Querejazu en el Archivo de Sevilla es la fe de bautizo de nuestra más inveterada costumbre. Hablo de Cochabamba, sucursal del Cielo y sala de descanso del Paraíso, donde este uso de maestros, oficiales y otros fautores de manifaturas es imitado hasta por gerentes generales y prósperos empresarios que se reúnen en el Mon Bijou, en el Gipsy o en otros lugares no menos distinguidos para purgar un domingo de golf y bostezos familiares.

Por cierto, en la Colonia nunca faltó esa gente aburrida de todos los tiempos, como Chito Valle, que instauró en La Paz el toque de queda. Vicente Gálvez, presidente de la Real Academia, en uso de sus deplorables bandos de buen gobierno, ordenó “que no se consientan borracheras en las parroquias, que las gentes se retiren a sus casas de noche a las horas regulares y que se cierren las puertas de tiendas y pulperías al toque de queda; que no haya carreras de caballos sin licencia del gobierno y se eviten las cuantiosas apuestas y desórdenes que se notan en esta clase de juego; que no se corra en caballos o mulas dentro de la ciudad por el desorden y desgracias que causan; por eso también se prohíbe el juego del cabrito”, etc.

Los chuquisaqueños eran gente muy divertida. Gustaban de asistir a las peleas de gallos, distracción permitida y fomentada “a fin de apartar a la población de actividades pecaminosas”. El ingreso costaba “un real para las personas decentes y medio real para los de poncho”. Sólo se podía apostar con dinero “estando prohibido hacerlo con alhajas u oro para evitar que algunos acalorados desnuden a sus mujeres”. (Gulp).

En Cochabamba, galleros, akhadevotos, umajampiqueros, tijchadores y otras especies golfas somos devotos colonialistas. El lunes es el día más festivo del fin de semana. Normalmente comienza con unas cabecitas en el local de don Casto Ugarte, y cuando toca la hora p.m., se empalma con los deliciosos charques de la Cacha Blanca. Allí sesiona la Coordinadora de la Buena Chicha, donde hay más quorum que en las deslucidas asambleas de la Coordinadora del Agua, y nadie pide Misicunis ni asicunis, ni habla otra cosa que chistes, humoradas y anécdotas felices. La oferta del San Lunes es variadísima, pero normalmente gira en torno al enrollado y el escabeche de patitas, dos manjares que se producen con músculo de esa especie calumniada, los chanchitos. “Los Duraznitos” es una catedral donde se juega rayuela y se disfruta de la presencia de los grandes músicos de nuestro folklore. No es raro tutearse allá con el gran Gonzalo Hermosa, a quien, si el gobierno tiene juicio, debe darle el Premio Nacional de Cultura, como máximo galardón a sus treinta años de éxito planetario con lo mejor de nuestra música. Con Los Kjarkas, con los integrantes de Ayopayamanta, con Carlitos Arroyo, el mariachi tarijeño, y el Coronel Hilacha y Carlitos Heredia, el peluquero; y Javier Antezana, el Gordo Ja Ja junior y, por supuesto, mi carnal Alfredo Medrano, solemos ir también a Las Codornices, de la zona sur, donde sirven un escabeche de esas inocentes avecillas que debe ser afrodisíaco porque grave siempre te alborota la codorniz. Nada más que estos bárbaros preparan chuflay en machujarras y se lo beben en tutuma. Con lo cual, no te quedan ganas de volver a la sede del gobierno.

Como son tiempos de cambio, la Cofradía Mayor del San Lunes pide al H. Congreso Nacional que el fin de semana se extienda de jueves a martes. Así trabajamos un ratito en ese día miércoles que es el ídem, y luego a lo nuestro.

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