Abril 23, 2024 [G]:

De tetillas y ramas afines

Pero mamar no solo es engañar sino también “obtener, alcanzar algo, generalmente sin méritos” (DRAE dixit) y resulta que algunos (o muchos) de los colaboradores del presidente llegaron a sus cargos por “llunk’urse”, adularle, decirle que él y solo él puede hacer grande a Bolivia, componerle un himno o construirle un museo con dinero del Estado.


Jueves 9 de Febrero de 2017, 9:30am






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Entre dramas, sentidos fallecimientos y las que se pintan como fanfarronerías continuas desde la Casa Blanca, las tetillas del presidente boliviano se convirtieron en materia noticiosa la anterior semana.

No es para menos. Por una parte, las palabras del jefe de Estado arrojan luces sobre cómo era (o es) el comportamiento de algunos (o muchos) de sus colaboradores y, por otra (y para variar), se trata de un adecuado manejo del idioma español.

Me explico:

Los mamíferos se llaman así porque se alimentan a través de mamas; es decir, los órganos glandulosos y salientes que tienen las hembras para la secreción de la leche. Las mamas están constituidas por múltiples lóbulos y lobulillos donde se produce esa leche. Los lóbulos y lobulillos están unidos por una serie de tubos denominados ductos o conductos galactóforos que conducen la leche hacia el pezón. Como se ve hasta aquí, las mamas son propias de las hembras y difieren notoriamente de los pechos de los machos.

Los seres humanos somos mamíferos porque, salvo excepciones, nos alimentamos de mamas. El detalle es que son las mujeres las que tienen mamas mientras que los varones poseen pechos. No escuché ningún caso de algún hombre que haya llamado mama o seno a su pecho. Lo que sí escuché, y hasta leí en cantidades alarmantes, es que muchos hombres llaman pezón a la protuberancia de sus pechos. Craso error. El pezón es esencialmente femenino, pues sirve para que los niños chupen la leche que producen las mamas de las mamás, y su equivalente masculino es la tetilla, definida en el Diccionario de la Real Academia Española como “cada una de las tetas de los machos en los mamíferos, menos desarrolladas que las de las hembras”.

Por tanto, el Presidente utilizó correctamente el idioma al hablar de sus tetillas y de las acciones de los servidores públicos que, según él, estuvieron chupándoselas. No hubiera sonado bien si decía que le chupaban los pezones… o las tetas.

Claro que entre el significado gramatical y el sentido figurado existen muchas distancias. ¿Qué quiso decir el mandatario con aquello de la chupada de tetillas? Tomar la frase en su sentido literal nos da imágenes mentales que algunos comedidos transformaron en memes. Pero si dejamos que la frase se acomode al saber popular, entenderemos que, sin ser sus hijos, algunos (o muchos) de sus colaboradores le estuvieron mamando. Y, sin necesidad de diccionario, la mayoría de los bolivianos sabemos perfectamente lo que eso significa.

Para los bolivianos, mamar no solo es “atraer, sacar, chupar con los labios y la lengua la leche de los pechos” (DRAE dixit) sino que también funciona como una locución verbal coloquial que quiere decir “ser engañado con un ardid o artificio” (ídem). Entonces surge otra pregunta: “¿habrán estado engañando algunos (o muchos) de sus colaboradores al jefe de Estado? Al hablar de sus tetillas, él mismo dijo que algunos (o muchos) “nos informan mal” y, por eso, “decidimos mal, y se profundiza el conflicto”. De pronto, ahí surgen muchas explicaciones a lo que fueron las crisis potosinas de 2010 y 2015 y su entorpecimiento.

Pero mamar no solo es engañar sino también “obtener, alcanzar algo, generalmente sin méritos” (DRAE dixit) y resulta que algunos (o muchos) de los colaboradores del presidente llegaron a sus cargos por “llunk’urse”, adularle, decirle que él y solo él puede hacer grande a Bolivia, componerle un himno o construirle un museo con dinero del Estado.

Eso no es chupar tetillas sino medias o quizás alguna otra parte de la anatomía del presidente.

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

 

 

 

  

 

 

 

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