La Paz, 12 de abril (Revista Oxígeno- Urgentebo).- Juan Carlos Arce es un jugador de estirpe internacional que pasea su fútbol en nuestro país. El Conejo es “el caudillo” del Club Bolívar; pero para llegar al sitial de admiración, a Juan Carlos tuvo que sobrarle coraje, deseos, y ganas de superación. Cuenta que creció en un barrio humilde, rodeado de muchos problemas sociales como la delincuencia, el alcohol e incluso las drogas, pero él apostó por su pelota, y hasta ahora piensa qué hubiera sido de su vida si no hubiese escogido una vida sana. Y su apuesta ha sido exitosa.
“Tenía dos opciones, ser lo que quería ser, o ser parte de ese mundo de gente viciosa y malviviente, opté por el deporte y fui detrás de mis sueños. Sin embargo, nunca olvido de dónde vengo pues algunos de esos amigos que tenía fallecieron o fueron asesinados y a veces me duele el no poder ayudarlos a salir de eso” piensa con una mirada perdida en la pelota.
El caudillo de Bolívar se formó en una de las principales escuelas de futbol del país, la Academia Tahuichi a la que recuerda con cariño, sobre todo al profesor Ángel Justiniano, quien le dio la oportunidad, hasta la forma en que se ganó la beca en la Academia.
“En la Tahuichi tenías que hacer de 50 técnicas para arriba – teniendo siete años – para saber si eras becado o no. Y yo tenía eso ya dominado, siempre lo hacía en mi casa, en mi tiempo libre así que logré mi primera alegría siendo becado en la Academia y gracias al profe que estaba ahí observando”.
Nunca olvidará su debut, casualmente en un clásico cruceño. “Tenía 16 años cuando me tocó debutar en Oriente, uno de los tres equipos que han marcado mi carrera, en su momento el más importante porque me dio la oportunidad de saltar al profesionalismo, recuerdo que fallé un gol solo delante del arco, era imperdonable con estadio lleno. Luego me reivindiqué con algunas jugadas, pero desde ese momento sabía que la etapa de futbolista canchero, juvenil había terminado y que la cosa debe ser seria”.
No pasó mucho tiempo luego de su debut cuando agentes pusieron sus ojos en su táctica y juego para transferirlo a uno de los grandes del fútbol brasileño: Corinthians, en un momento en el que Carlos Tévez y Javier Mascherano se iban. Allí, el delantero boliviano, desconocido para algunos en Brasil, jugó más de 20 partidos y anotó cuatro goles. Por eso la gente en Sao Paulo lo recuerda como gran jugador, que aportó fútbol en uno de los peores momentos del Club.
Luego paseó su fútbol por el mundo: Rusia, Catar, Corea del Sur, fueron algunos de los destinos en lo que le tocó mostrar su talento pese a diversas circunstancias. Por ejemplo el idioma en Qatar y Corea o el frío en Rusia, donde “mi primer partido lo jugué a menos 15 grados bajo cero”—sonríe—“sin embargo todas esas experiencias me formaron pues la preparación y apoyo a los jugadores es diferente a Bolivia, por lo que siento que aprendí demasiado”.
Si se
ace una comparación Arce declaró: “No podemos negarlo: el trato y la situación son diferentes, te tratan como futbolista, pero el sudamericano tiene todas las ganas siempre, somos locos por el fútbol, nos apasionamos con el fútbol, vivimos del fútbol, en Europa no es así. Tienes que estudiar primero y después tienes que ver si quieres ser futbolista, el sudamericano es más apasionado, sobre lo que te da el nivel de cómo nos encontramos”.Tras su retorno a su club de origen en Santa Cruz, le llegó la primera oferta seria y formal desde La Paz, Bolívar lo quería y estaba dispuesto a hacer todo por tenerlo. En 2012, la Academia lo trajo a La Paz, con el libro de pases cerrado y sólo podía jugar la Copa Libertadores durante un semestre y luego pudo ser habilitado en la Liga.
“No me arrepiento de este paso en mi vida profesional, en la Academia logré mi primer título como futbolista, pude jugar octavos de final tras una espera de más de diez años para un club boliviano, luego una semifinal de Copa Internacional, todo eso son cosas que me han arraigado como un bolivarista más en este tiempo”, expresó.
“Bolívar se me va a quedar para siempre, Bolívar es darme el primer título, volver a la tranquilidad de jugar al fútbol tranquilo, la gente, la hinchada. El cariño que me dan es incomparable para un jugador. Me siento feliz de pertenecer al club y ya pasaron seis años de poder ganar, de respetar esta camiseta por la cual pasaron grandes jugadores a nivel Bolivia y a nivel internacional”. Por ello, hace poco, el presidente de Baisa, Marcelo Claure, anunció que Conejo Arce se queda en la Academia hasta el año 2020.
En la Verde
El sueño de todo niño creo que es ser jugador profesional; el segundo sueño es jugar en la Selección, representando a su país, dice Arce. “Para mí es algo incomparable. Debuté frente a Colombia con Barranquilla con el profe Nelson Acosta en la Copa América en 2004 y para mí la verde es sinónimo de orgullo y patriotismo y jamás le voy a dar la espalda”—agregó—“Yo como todos los bolivianos sueño con el Mundial, pero no podemos llegar a un Mundial sin las condiciones apropiadas. La Selección necesita una cancha, por lo menos una cancha, infraestructura propia al menos, para ir paso por paso y ojalá logremos concretar ese deseo con gente que viva un poquito más el fútbol y entienda las necesidades”
Jugador de jerarquía, hoy pieza fundamental del club Bolívar. Él y su esposa Melissa son padres de Sofía y Adanae. Desde Oxígeno, Arce comparó una filosofía de vida. “En la carrera como en la vida, uno nunca deja de aprender y crecer, tengo 32 años y sigo aprendiendo y quiero seguir aprendiendo para dejar también algo a los chicos que vienen por detrás”.