Marzo 29, 2024 [G]:

Los simuladores

Tanto en la Alemania de Goebbels, como en la Argentina del ensayo de Borges, la propaganda fue determinante para la consecución de sus objetivos


Martes 22 de Junio de 2021, 8:15am






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En un breve ensayo publicado en el número 237 de la revista Sur, el escritor argentino Jorge Luis Borges refiere la simulación de la renuncia de un dictador que, en vez de haber presentado su carta al Congreso, lo hizo ante funcionarios sindicales con el aparente objetivo de que el pueblo salga a las calles a pedirle que la retire:

 

Nadie, ni siquiera el personal de las unidades básicas, ignoraba que el objeto de esa maniobra era obligar al pueblo a rogarle que retirara su renuncia. (…) Antes que anocheciera, el dictador salió a un balcón de la Casa Rosada. Previsiblemente lo aclamaron; se olvidó de renunciar a su renuncia o tal vez no lo hizo porque todos sabían que lo haría y hubiera sido una pesadez insistir. Ordenó, en cambio, a los oyentes una indiscriminada matanza de opositores y nuevamente lo aclamaron. Nada, sin embargo, ocurrió esa noche; todos (salvo, tal vez, el orador) sabían o sentían que se trataba de una ficción escénica. (Borges: 1955)   

Diez años antes, un Doctor en Filología decidía matar a sus seis hijos antes de suicidarse junto a su esposa, él, el segundo hombre más fuerte del Reich alemán, Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda, quien había dedicado los últimos veintitrés años de su vida a llevar la ideología del régimen a cada rincón de Alemania valiéndose de su elocuencia, terminaba en un patio con una bala en la nuca. A Goebbles se le atribuye la conocida frase “una mentira repetida mil veces, se convierte en verdad”.

La propaganda, herramienta indispensable del régimen nacional socialista de Adolfo Hitler desarrollada por él mismo en la segunda parte de su libro autobiográfico Mi Lucha, tenía por finalidad conquistar el material humano indispensable para su organización.

Para el autor de este best seller mundial que lo llevó a la riqueza y al poder, la propaganda debía cumplir dos deberes: conquistar hombres para darle continuidad a la organización y a la propia propaganda y, derribar la situación existente por medio de una nueva doctrina asegurando su éxito.

 

Lo mejor es dejar que una idea se difunda desde un centro y por medio de la propaganda durante un espacio de tiempo dado, y luego explotar cuidadosamente en busca de dirigentes entre los seres humanos que acudieren a la cita. (Hitler: 1925)

 

El éxito dependía en gran parte del caudillo, personaje descrito en el mismo capítulo del libro cuyos principales atributos serían la capacidad de dirección y la de conmover a la multitud. No es un secreto que, tanto Hitler como Goebbles, eran grandes oradores capaces de encender el ánimo de la multitud hasta en las situaciones más desesperadas, como en los días finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando bajo el intenso ataque del ejército soviético, Goebbles aun prometía la victoria.

Parte de la demencia sobreviviente a estos actores de la historia se traslada, en tiempo y espacio a tierras americanas, donde cada régimen se vale de su propaganda para garantizar y prolongar su ejercicio en el poder, cualquier persona podría afirmar que los fines son los mismos, pero no es baladí pensar que requieren, como en el pasado, de la construcción cuidadosa del discurso y de la presencia del caudillo que le dé su voz.

De vuelta al ensayo de Borges, una de las historias relatadas en aquellos tiempos por la propaganda de la República Argentina habría sido de carácter escénico: “hecha de necedades y de fábulas para el consumo de patanes” (Borges: 1955), algo parecido pareciera ocurrir cuando, además, de un pésimo discurso, la voz se reparte entre varios aprendices como si tratase de un cancionero infantil en un coro de primaria.

Pareciera que el efecto Goebbels de repetir una mentira mil veces para que se convierta en verdad no es compatible con la falta de liderazgo, menos en sociedades en las que, el individuo objetivo, se preocupa más por tomarse fotografías y subir videos a sus redes sociales.

Tanto en la Alemania de Goebbels, como en la Argentina del ensayo de Borges, la propaganda fue determinante para la consecución de sus objetivos, el lector sabrá analizar si lo que vemos hoy por hoy es propaganda o inútil pantomima disfrazada de legalidad.

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