Brasilia, 12 de mayo (Agencias).- Michael Temer, el hombre que se convertirá en el nuevo presidente de Brasil, lleva décadas en el mundo de la política y es famoso por su conducta tranquila y calculadora, trajes finos y su afición por la poesía.
Es líder del Partido del Movimiento Democrático Brasileño, que el año pasado lanzó un plan para relanzar la economía del país.
Temer asumirá este jueves el mando del quinto país más poblado del mundo, luego de que el Senado aprobó el inicio de un juicio político a la mandataria Dilma Rousseff por acusaciones de que violó leyes presupuestarias.
Mientras Rousseff es conocida por su estilo frontal, quienes trabajaron con Temer dicen que él es una persona serena y posee un trato poco común entre los políticos brasileños: la paciencia para escuchar a aliados y adversarios con el mismo interés.
Una mayoría de brasileños opinan que Temer también debería ser llevado a juicio político y que preferirían que hubiera nuevas elecciones. En una entrevista con CNN el mes pasado, Temer dijo que esa no es una opción válida en la Constitución, pero que si el juicio contra Rousseff avanza, una prioridad de su gobierno sería buscar el respaldo de los ciudadanos.
El desafío que tendrá por delante quita el aliento. Brasil está inmerso en su peor recesión desde la década de 1930, por lo que deberá tomar decisiones rápidas para restaurar la confianza en el país. Rousseff y el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) dicen que Temer es un traidor y que el juicio político es un golpe de Estado.
Temer, quien hace cinco meses se distanció de Rousseff, acusándola de dejarlo de lado, ya eligió a varios ministros para puestos claves, muchos de los cuales son pesos pesados de las clases política y empresarial de Brasil y claramente tendrán un enfoque económico más liberal que el izquierdista de Rousseff.
Este hombre de 75 años perfeccionó sus aptitudes en su larga estadía en la Cámara baja del Congreso, donde fue aliado tanto del expresidente centrista Fernando Henrique Cardoso como del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva.
"Temer es firme, pero no agresivo. Habla, pero no demasiado. Es un hombre contenido. Ha mostrado que puede negociar con cualquiera, de derecha o de izquierda", dijo Eliane Cantanhede, comentarista política del diario Estado de S. Paulo y Globo TV, quien ha cubierto al vicepresidente por décadas.
"Es un hombre que tiende puentes políticamente y logrará el respaldo parlamentario necesario para sacar adelante las reformas debidas para revivir la política y la economía", dijo Darcisio Perondi, miembro del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) y quien lo conoce hace dos décadas.
POLÍTICO Y POETA
Temer tiene algunas características inusuales. Padre de cinco hijos y casado con una ex reina de belleza 43 años más joven que él cuyo nombre se tatuó en el cuello, publicó un libro de poesía, cuyos versos fueron plasmados en servilletas de aviones en sus viajes entre Brasilia y Sao Paulo. Incluye elogios a las formas femeninas y alusiones a la polarizada política local.
Temer muestra un perfil bajo, pero es vanidoso. Hace siete años se operó la nariz para corregir una desviación, aunque él mismo reconoció que lo ayudó a mejorar su apariencia.
El "político poeta" será presidente hasta el fin del mandato de Rousseff, en 2018. Temer ha dicho que no se presentará en esa elección, algo que no sorprende ya que una reciente encuesta de Datafolha mostró que solamente el 1 por ciento de los consultados lo votaría.
Ha liderado por 15 años al PMDB, un partido sin una ideología consistente pero que tiene más puestos en el Congreso que ningún otro.
Temer, el octavo hijo de unos inmigrantes libaneses que llegaron al país en 1925, comenzó su carrera política en la década de 1960 como asesor en la secretaría de Educación del gobernador de Sao Paulo Ademar de Barros, uno de los políticos que inspiraron la frase "Roba, pero hace".
Desde que Rousseff asumió el poder en 2011, Temer fue relegado principalmente a conseguir respaldo en el Congreso para asegurar que se cumpliera la agenda de la mandataria. Pero la relación se deterioró con el desplome de la popularidad de la presidenta.