Una noticia generó tristeza en el mundo del fútbol. Franz Beckenbauer, la leyenda de Alemania que supo ser campeón del mundo como jugador y capitán en 1974 y que luego lideró al combinado de su país a ganar la Copa del Mundo en Italia 90 como entrenador, falleció a los 78 años de edad.
Su palmarés, de hecho, es de los más extensos del fútbol germano: cinco Bundesligas (incluida una con el Hamburgo en su retorno a Alemania en 1982), cuatro copas, una Recopa de Europa, tres Copas de Europa (consecutivas) y una Copa Intercontinental. Además, una Eurocopa y un Mundial, el de 1974, cuando era el capitán de la selección de Alemania Federal que ganó el título en casa, en Berlín.
Como entrenador, Beckenbauer también ganó: el Mundial de 1990 celebrado en Italia ante Argentina o una Bundesliga y una Copa de la UEFA con el Bayern. Después sería presidente del Bayern durante 15 años antes de ser designado presidente honorífico, cargo que ha ostentado hasta su fallecimiento.
Fue considerado uno de los mejores líberos de todos los tiempos, y uno de los tres únicos de la historia en ganar el título mundial como futbolista y como director técnico, como parte de una gloriosa carrera que incluyó el lanzamiento del Bayern Munich como potencia europea en los años 70.
Fue apodado como “El Kaiser” (emperador, en alemán) por su elegante estilo de salida con pelota dominada y porque formó parte de una época imperial del fútbol de su país. Con la selección alemana fue campeón de Europa (1972) y del Mundial (1974), y con el Bayern Munich obtuvo una Recopa de Europa, tres Copas de Europa (lo que hoy es la Champions League), una Copa Intercontinental, cuatro Bundesligas y cuatro Copas alemanas.
El papel de líbero aparecía como una plataforma perfecta de lanzamiento hacia el ataque porque jamás nadie pensaba en marcarlo y como jugaba atrás de los defensores, tenía tiempo para pensar bien cuándo proyectarse y hacerlo en absoluta sorpresa con calculados slaloms. Esto lo había visto en el lateral italiano Giacinto Facchetti, que se proyectaba de la misma forma por su banda, aunque chocaba mucho con el DT Helmut Schoen, que era mucho más cauteloso.
Tenía capacidad de mando, corte en las dos bandas, y gran poder de anticipación. Con salida exquisita con la pelota, sabía reventarla a la tribuna si hacía falta. Cruyff, uno de sus grades adversarios, dijo sobre él “para mí, el fútbol es mucho más que defender. Y Beckenbauer era un jugador ofensivo que hacía de defensor”.
Su fama se había convertido en Mundial y en la Argentina se cantaba en las canchas “En Alemania, Beckenbauer, en Brasil, el Rey Pelé y aquí en la Argentina, Boca Juniors y su ballet” (cada uno colocaba allí el nombre de su equipo).
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