No hay una regla de oro absoluta con una ruta única para entender el concepto de democracia, vale decir que las particularidades implican la profundización menor o mayor de lo que significa la democracia en cada país.
En este contexto, el mecanismo de la reelección es también un hecho político de la democracia porque es un elemento importante dentro de un contexto en el que existen otros factores de principios, de valores y sobre todo actores dentro del propio sistema democrático.
El sujeto principal de la democracia es el soberano, el pueblo. Así la voluntad colectiva siempre será la que defina la legitimidad de un Gobierno electo; vale decir, si estos son los componentes básicos de lo que significa democracia, la alternancia es un simple mecanismo componente de lo esencial, pero no lo esencial. Más aún si bajo el concepto de democracia, sigue cumpliéndose la ley, la constitucionalidad y sobre todo si se garantiza la legitimidad.
Aquí vale la pena aclarar que una habilitación del candidato, no implica automáticamente la elección constitucional del futuro presidente.
Vale decir de que esa habilitación tiene que volver a ingresar a una ruta básica de los conceptos de democracia, con convocatoria, con observación de requisitos, con cumplimiento de otros actores que en la diversidad de las variables políticas pudieran proponerse, entran a una competencia a prueba, a examen del soberano. En otras palabras, quien define las elecciones con las reglas de juego de la democracia, es y será siempre el soberano.
¿Quién debiera definir ahora si estamos o no con una democracia regulada que es el concepto mecánico de la alternancia? ¿Cuánto implica el hecho de que en Alemania Angela Merkel sea reelegida por cuarta vez consecutiva?
Resulta que para Alemania la reelección sería una virtud y para Bolivia vendría a ser un defecto porque no se está calificando si es bueno o si es malo el Gobierno, sino porque simplemente se opta por el mecanismo de la alternancia camuflada de racismo porque en el fondo se reclama la alternancia de una administración que es de Evo Morales, con un contenido y expresión de clase indígena originaria campesina.
¿Por qué no habíamos entrado en este debate en la década de los 80? ¿Qué decía nuestra clase política? En realidad, armaron una democracia de pactos a espaldas del pueblo con porcentajes de legitimidad entre el 20 y el 30 por ciento.
Hoy que tenemos al mejor estadista, al mejor presidente con una década de victoria, se dice de manera equivocada que no puede ir a la reelección porque hay un mal llamado concepto básico de la democracia, que es la alternancia mecánica de definición democrática.
“El que tenga oídos, que oiga”.
