Hace ochenta años, en octubre de 1938, Orson Welles irrumpía la programación normal de la radio, para iniciar el relato dramatizado de la novela "La Guerra de los mundos" de H. G. Wells publicada en 1898. Los efectos que generó aquella transmisión son por demás conocidos, quienes no alcanzaron a escuchar que se trataba de un programa ficticio, creyeron el cuento de la invasión marciana, generándose el caos en varios estados de Norteamérica. Desde el punto de vista comunicacional, se considera que por primera vez, de manera real y papable, se pudo visibilizar, el poder de los medios de comunicación, la “mass media”.
Si se hubiera tratado de una dramatización cualquiera es probable que no hubiese asustado a nadie, pero el formato que eligió el genio de Welles cambió para siempre el curso de los acontecimientos, desde la óptica del siglo 21, lo que hizo fue una especie de proto “fake news”, porque lo hizo en clave informativa, como si se estuviera transmitiendo en directo cada detalle de la aterradora presencia de los extraterrestres en el planeta Tierra. No cabe duda de la credibilidad que gozaban no solo los medios de comunicación, en este caso preciso la radio, pero también los espacios informativos, impacto que no ha podido mantenerse intacto hasta la fecha.
La irrupción de miles de nuevos medios de comunicación de diverso estilo, contenido y plataforma, en el marco de la era digital ha permitido la creación de espacios de información, para todos los gustos. Sin embargo esta ola también nos ha traído un efecto negativo, hay medios reales y medios falsos, los primeros han intentado mantenerse firmes a las convicciones propias del qué hacer periodístico, mientras que otros han puesto en primera línea su mirada ideológica y a partir de ese filtro producen su contenido, también se hallan los más peligrosos, aquellos que sin control alguno producen informaciones falsas con la mala intención de incidir negativamente en la mayor cantidad de audiencia posible, con el objetivo negativo de provocar una reacción a conveniencia de sus intereses. Lo más triste es que el lector, oyente, televidente e internauta, las más de las veces no conoce las claves para determinar si es o no la información veraz, si ese medio es serio o no. Nuestro país no está ajeno a esa presencia, con solo navegar en las redes podemos descubrir muchos de estos falsos medios.
Siguiendo el hilo del pánico, la “mass media”, el noticiero y la falsa información, ocho décadas después se registró un hecho que en su esencia mantiene los mismos componentes citados, la prensa titulaba el hecho de esta manera: “Hawái envía por error una alerta de ataque con misiles a toda la población”, ocurrió la mañana del sábado 13 de enero de este año. Cientos de hawaianos entraron en crisis, muchos buscaron refugio, otros se pusieron a rezar, se pueden imaginar el caos que se generó, el gobernador y el jefe de policía desmintieron el hecho de la misma manera en la que se produjo, a través de un mensaje por telefonía celular. Esta vez no hubo necesidad de un medio de comunicación convencional, el mensaje se emitió por un sistema de alerta que tiene muchos estados en esa región. Según se informó el error fue humano, lo habría cometido un empleado qué… se equivocó de botón. Regresando a Bolivia, algo similar ocurrió cuando se generó una ola de falsas noticias, cuando se dijo que no habría gasolina y se formaron largas filas en las estaciones de servicio o cuando un viejo político dijo sin pruebas que podría generarse en el país un corralito bancario.
El punto en común, en este caso, es el miedo, en todos los hechos, la sociedad reaccionó atemorizada, ante una invasión extraterrestre, un ataque de misiles (nucleares), escasez de gasolina y dinero, siendo el contexto en el que se emitió la información, es el que genera y generó la reacción de pánico, pero además debemos sumar a ello, el alto factor de desinformación, aunque paradójicamente las sociedades en cuestión, estaban siendo informadas. Dejando a un lado a los que se atemorizaron en la década de los treinta, estamos viviendo una época que se jacta y goza de un alto nivel de información, por tanto la pregunta es si la gente quiere o no mantenerse informada, si es de su interés saber qué pasa a su alrededor y en el mundo, al parecer el alto nivel de consumo no es la información, sino el entretenimiento, de ahí que se visibiliza la necesidad y/o exigencia de informar entreteniendo.
Voy a insistir con la responsabilidad de los medios de comunicación en este asunto, la reacción de la sociedad delata que no se está informando, educando y entreteniendo en parámetros aceptables, ya que sus audiencias están dispuestas a creerlo todo sin ni siquiera cuestionar o buscar una segunda fuente, tan solo basta un mensaje manipulado por error o mala intención para que se genere el caos. Este debate en nuestro país no solo recién empieza, sino que se toma conciencia de su existencia, a partir del calor político intenso en el que vivimos, ojalá que este debate y análisis se profundice y las “mass media” asuma su rol, como también el Estado, detectando a los falsos medios, principalmente, visibilizando a los autores y concientizando a la sociedad sobre la existencia de estos “riesgos comunicacionales” tan peligrosos. Esperemos que a futuro, también seamos más cautos, apliquemos el sentido común, cuando volvamos a escuchar algo así: “Señoras y señores, les presentamos el último boletín de Intercontinental Radio News. Desde Toronto, el profesor Morse de la Universidad de McGill informa que ha observado un total de tres explosiones del planeta Marte entre las 7:45 P.M. y las 9:20 P.M.”