Septiembre 21, 2024 -H-

El Alto llora la muerte del padre Obermaier

Con llanto inconsolable, las personas no podían creer lo sucedido y desde las inmediaciones, intentando ingresar hasta el interior de la parroquia, gritaban: “¡Padre, dónde estás, por qué nos has dejado!”.


Martes 2 de Agosto de 2016, 8:00pm






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El Alto, 2 de agosto (Urgentebo).- Las campanas de los cuatro templos circundantes a la zona Villa Adela comenzaron a repicar a las 06.30. Varias personas pensaban que se trataba de alguna misa extra, pero los noticieros comenzaron a informar del fallecimiento del padre Sebastián Obermaier.

Anoticiados del triste deceso, los vecinos y vecinas vestidos de luto acudieron hasta la parroquia Cuerpo de Cristo, lugar donde vivía Obermaier. Esperaban que llegue el cuerpo ya sin vida que horas antes fue trasladado hasta el Hospital Corazón de Jesús del Kenko.

Con llanto inconsolable, las personas no podían creer lo sucedido y desde las inmediaciones, intentando ingresar hasta el interior de la parroquia, gritaban: “¡Padre, dónde estás, por qué nos has dejado!”.

Aproximadamente a las 09.30, el cuerpo de Obermaier arribó hasta la parroquia. El llanto de la gente que aún esperaba afuera se hizo más intenso al ver el cuerpo sin vida del sacerdote.

Poco a poco, la gente pudo ingresar al interior de la parroquia, donde alistaban todo para el funeral. Después de casi dos horas de espera, el féretro ingresaba por la puerta principal del templo y la gente comenzó a cantar una de las canciones que era característica de la misa de las 11.00 de los domingos: “Yo tengo un amigo”. Pronto comenzaron a agitar los pañuelos blancos y el llanto se hizo más efusivo.

La desesperación por ver al padre Obermaier se hizo masiva; entonces, organizaron a los feligreses en una fila y uno a uno ingresó para verlo.

“Padre gracias por todo papito, eres un ángel te quiero mucho padre”, decía una señora sumida en el llanto.

“Desde muy pequeñito venía aquí y soy parte del grupo juvenil, éramos como sus hijos, se preocupaba por nosotros y ahora no es justo que se vaya así”, dijo Jhonny.

Su fiel acompañante

Su fiel acompañante desde hace muchos años fue la señora Hilda Cachi, la persona que lo atendía. Ella muy consternada relató que el padre vivía en completa austeridad, sólo tenía dos pantalones y dos chamarras, siete pares de calcetines y siete camisas.

“En su cumpleaños, le traían regalos, chompas, chamarras, pantalones, pero él los regalaba a los pobres”, contó.

Cuando el monseñor Eugenio Scarpellini ingresó a ver el dormitorio del padre Sebastián, movió la cabeza como signo de sorpresa al ver que sólo había un catre corriente y un pequeño ropero.

Obermaier previó su muerte

Hace una semana, el padre Sebastián sufrió un preinfarto y fue trasladado a la clínica Alemana para recibir atención, donde se quedó dos días. Al reponerse volvió a su domicilio y comenzó a poner en orden todos sus documentos. Pidió a sus trabajadores que lo ayuden a limpiar toda la parroquia.

El viernes, hizo su testamento y envió una carta a Scarpellini, quien informó que en ese documento pidió que se su partida “sea una fiesta”.

El domingo celebró con normalidad las habituales misas de la mañana, tarde y noche. Ayer, lunes, también celebró la misa de las 06.00.

“Anoche, hemos cenado juntos y hoy tenía planeado, después de la misa de las 06.00, visitar los proyectos de la Fundación Cuerpo de Cristo, pero faltando 15 minutos para las 06.00 no salía de su cuarto, hasta que fui a su cuarto y lo encontramos en el piso. Él ya había tomado su desayuno y estaba listo para salir”, dijo el vicario del Obermaier, Pavel Padilla.

Vecinos dieron el último adiós

Una vez instalado el velatorio, vecinos de varias zonas de El Alto llegaron con ramos y coronas de flores para dar la última despedida al padre Sebastián.

“Es una pérdida irreparable, él nos ha ayudado mucho. Nos duele su partida, pero siempre lo recordaremos al padrecito Sebastián con mucho cariño”, expresó Luis Huanca, vecino del Distrito 4.

Un grupo de comunarios del Distrito 9, vestidos con ponchos rojos, también lamentaron la muerte. “Nos ha ayudado mucho, él era un padre sencillo, ha aprendido aymara para comunicarse con nosotros, compartíamos la comida, él no se hacía problema si sólo había chuño, papa y queso”, expresó Teodosio Tarqui.

Los asistentes que acompañaron en el velorio pasaron parte de la mañana y la tarde orando y cantando.

Para este miércoles se prevé realizar dos celebraciones eucarísticas y se espera la llegada de sus hermanos desde Alemania. El jueves, será enterrado en el cementerio de Ventilla, aunque por la noche del martes algunos vecinos optaron por recolectar firmas para que sea enterrado en la misma parroquia.

Una de las frases expresada por el padre Sebastián, plasmada en el libro “¡Qué linda es la vida!”, escrito por Mónica Jimenez, dice: “La muerte es la hora más linda del mundo porque uno puede entregar su vida a Dios, es la entrega definitiva en sus brazos”.

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