“El mismo Sandro me bautizó como el Sandro boliviano”, recuerda con emoción Jorge Coco Venegas, quien imita al ídolo argentino desde sus nueve años. Llegó a conocerlo personalmente hace 14 años, cuando el intérprete ya había sido afectado por el tabaco y por la pena de no haber tenido hijos.
El 2003 Jorge Venegas se enteró que Roberto Sánchez Ocampo, más conocido como el Sandro de América, recibía en su casa y cada agosto a sus admiradores para celebrar sus onomástico. Un año después (2004), sin pensarlo dos veces, se fue al país vecino para conocer en vivo a su ídolo.
Grande fue la sorpresa para el imitador boliviano al ver a su cantante favorito demacrado y arruinado por su adicción al cigarro. El cantante argentino no quería mostrarse al público, porque estaba totalmente deteriorado. Su aspecto físico había cambiado, estaba gordo y canoso a los 59 años. Jorge se llevó una impresión muy triste: “mi tío nació el mismo año, 1945, pero él no estaba así”.
“Lo peor es que estaba con su bomba de oxígeno en su espalda, no podía tener respiración por sí mismo. Uno de sus pulmones ya no funcionaba, porque estaba alquitranizado por el tabaco, 80 cigarros por día lo han destrozado. El otro pulmón tenía poca absorción y el cáncer le atacaba el corazón”, describió Venegas.
Sin embargo, más allá de esta condición, Jorge sintió doble satisfacción, primero porque el argentino lo bautizó como Sandro boliviano y porque le pidió personalmente que mantenga vigente sus canciones allá donde cante.
Un año después (2005) Jorge volvió a Argentina para celebrar el cumpleaños de Sandro en un concurso donde se elegía al mejor imitador del Gitano, como también era conocido Sandro.
En el evento vio cómo Sandro salía al escenario con su bomba de oxígeno y su bufanda para no resfriarse. Al lugar llegaron competidores de Chile, Costa Rica, Uruguay, Paraguay y otros.
En el concurso se calificó la voz, el baile y el vestuario, Jorge no llenó todos los requisitos pero ganó en tener la mejor voz, ello le dio paso a grabar discos del cantante de Argentina.
“Tengo la autorización de Sandro para grabar discos, ya tengo seis discos grabados. Vamos por el séptimo, lo completaré en agosto para su cumpleaños y lo mantendré vigente, como era el pedido de Sandro”, aseveró.
El boliviano recuerda que Sandro le expresó su frustración por no haber tenido hijos y no haber tenido la oportunidad de ser papá.
“Casi nunca mostraba su tristeza, cuando le mostré las fotos de mis hijos, Sandra Fabiana y Jorge Alejandro, que nació el mismo día que mi ídolo, reveló su frustración porque no tenía hijos”, remarcó.
Sin embargo, el intérprete de “Rosa” era una jovial, le gustaba estar alegre y se consolaba con su canción: “Al final la vida sigue igual. De que vale sufrir, llorar”.
En su nicho tiene una leyenda escrita: “No quiero que me lloren cuando me vaya a la eternidad. Quiero que me recuerden como la misma felicidad”.
Coco Venegas es profesional en las ramas económicas, pero la música siempre estuvo presente en su vida. Influencia por sus tíos y amigos de éstos, empezó a imitar a Sandro a muy temprana edad. En cada reunión fraternal ponían canciones de Sandro y Rafael, asi que Jorge se ganaba la atención de ellos al imitar a ambos cantantes.
“Me regalaban dinero los amigos de mis tíos y veía las películas. Yo iba toda las semanas al cine para verlas, la que más me gustó fue Gitano, la ví 50 veces”, dijo.
No solo cantaba las interpretaciones de Sandro. Jorge hizo mucho más, internalizó a su alter ego. Aprendió sus movimientos, sus gestos, su voz y su baile, que fue lo más difícil de imitar el baile.
No estudió cantó ni aprendió a tocar guitarra como Sandro. Sus familiares no querían que fuese artista, por ello le incentivaron a estudiar la Carrera de Economía en la UMSA.
Instaló un museo dedicado a su ídolo, donde desde las gradas se observa su afición por Sandro con la exposición de carteles, discos de vinilo, cassettes, CD, DVD, afiches de conciertos, recortes de entrevistas en revistas, periódicos; fotografías, souvenirs como relojes, manillas, collares, anillos y otros.
///