28 de noviembre (Urgente.bo- Angela Carrasco).- Desde el miércoles pasado la familia Romero tiene un dolor en el corazón. Es el vacío por la ausencia del ser humano que les cambió la vida hace 40 años. Hoy Diego no está más en el mundo, pero el gesto que hizo por los Romerito muestra que el futbolista –el mejor del mundo– era una persona muy solidaria.
La historia de los hermanos Romero, Víctor Hugo y Sara tocó el corazón de los argentinos y de uno en especial, El Pelusa, quien marcó la vida de esta familia boliviana. Urgente.bo habló con la mamá de los niños de entonces.
La señora Nancy Noya de Romero hoy de 70 años, aún tiene un nudo en la garganta, no deja de llorar y emocionarse cada que habla de Diego Armando Maradona, el hombre que les devolvió la vida a sus dos hijos Víctor Hugo (3 años) y Sara (de 8 meses).
Era 1978. Ella y su esposo, quien era empleado del Banco del Estado, vivían en La Paz, pero las malas noticias no tienen una fecha de llegada y hay veces que no llegan sola. Los médicos le dijeron que la patología detectada a Sara, cuando tenía 3 meses, se había complicado y que también se confirmó el mismo mal en el pequeño cuerpo del hijo mayor de la familia.
“Era una endocarditis bacteriana, el corazón dilatado hasta el estómago y los pulmones atrofiados, patología congénita hereditaria y en Bolivia no querían garantizarnos la operación. Averiguando supimos que había un médico pediatra cirujano en Buenos Aires que apellidaba Favaloro, el otro médico era Dipalma. Decidimos arriesgarnos, vendimos todo y me fui hasta Argentina, allá los internamos en el hospital San Juan de Dios porque mis hijos no daban más”, recuerda la afligida madre.
A Nancy le tocó el viacrucis de ir sola por tierra con dos niños enfermos, mientras el papá se quedaba en Bolivia trabajando y tratando de conseguir dinero para la operación. “Mi esposo pudo conseguir que en su trabajo lo trasladen a Yacuiba y con él hablaba por teléfono tres minutos cada 30 días. El dinero de la venta de nuestras cosas se acababa, la patología de mis hijos se complicó, les dio infección urinaria, bronquitis bronconeumonía e incluso tuvieron paros cardiacos, y cuando lograron estabilizarlos me pidieron ocho donadores de sangre para la operación”.
Nancy no conocía nadie, se encontraba exhausta sentada en la misma silla en la que durmió durante tanto tiempo al lado de las cunas en el hospital. Ella debía bajar a los depósitos del hospital para partir hielo, tres veces al día y de alguna manera poder pagar el oxígeno al que estaban conectados permanentemente sus hijos. Fue entonces que una visitadora social consiguió que vía teléfono le hagan una entrevista para pedir ayuda a la colonia boliviana en Argentina.
“Me dijeron el número de canal 13 y lo que tenía que decir era que necesitaba sangre y oxígeno para mis hijos pero dije más, dije la verdad, que era una mamá boliviana que tenía dos chicos para cirugía, que no tenía dinero pero que cuando iba a llegar mi esposo iba a pagar y después de eso quedé en shock”, dice entre lágrimas mientras recuerda esa escena.
El día que Diego llegó a su vida
Esa campaña en el Canal 13 se hizo viral y tocó el corazón no sólo de la comunidad boliviana, sino de todo el pueblo argentino entre ellos “El Pelusa”. "Faltaban días para Navidad, recuerdo que eran las 07.00 y desperté en mi silla porque vino la directora del banco de sangre y dijo en toda la sala: 'Gracias a los hermanitos Romero, el banco está lleno, nadie va a cobrar nada'. Me alegré mucho entonces se programó la operación de mis niños”, reveló.
Pasaban las horas y Nancy se preparaba para darles leche a la más pequeña con un gotero; de pronto ve un movimiento extraño en la sala de pediatría intensiva, gente apresurada entraba estirando cables, luces, había un alboroto en los pasillos, y por la puerta entra un muchacho, delgado y con la cabeza llena de rulos, que se acerca al box en el que estaban las dos cunas y la silla de Nancy y preguntó por los hermanitos Romero.
“En el lugar donde estaba había como 100 camas, pero yo estaba en un box, separado por una pared de vidrio. Un joven vestido de jeans, polera a rayas y cabello crespo tocó y preguntó:
-“¿Los hermanitos Romero?- Sí, le dije y me dijo: 'yo soy Diego Armando Maradona’, en ese instante dentro de mí dije: “Ah”, no sabía quién era, y le pregunté qué deseaba, relata la señora.
"Él me contestó: 'yo le escuché ayer en la tele, y pensé que era como mi vieja, nosotros no hemos pasado enfermedad, pero sí hemos conocido miseria, pero no estás sola, esta es mi tarjeta’ y me la entregó otro joven igual que él, si no estoy mal era Jorge Cyterszpiler, y me dijo: 'Usted llama a ese número y él le contestará, tendrá todo el auxilio y ayuda que necesita’”. Ese momento está grabado en la memoria de Nancy, para ella es como si fuese ayer.
Maradona también le dijo: “soy jugador de Argentinos Jr, me dejó un banderín, su tarjeta y la tarjeta de Cyterszpiler que era su primer manager, se acercó a mi hija y le dijo: ‘te vas a sanar, vas a estar bien’ y le dejó una muñeca que hasta ahora la tenemos. Después se acercó a mi hijo y le regaló una pelota y un pony de peluche, que con mucho dolor tuve que dejarlo en el hospital, porque no teníamos dinero para transportarlo en el avión; antes no era muy fácil, yo tenía que volver a Bolivia con dos chicos operados del corazón y no tenía plata para pagar equipaje”.
Y el relato de la señora Nancy continua: Diego llamó a la enfermera y le consultó ‘¿cuánto debe?’
“Yo tenía una deuda con el hospital de hace cuatro meses, medicamentos, oxígeno, la operación y otras cosas que para mí era inalcanzable y no sabíamos cómo íbamos a pagar y él pagó todo, todo lo pagó. Rompió las facturas lo puso en el canastillo e incluso dejó un cheque”, relata mientras recuerda cómo ese ángel llegó a sus vidas sin siquiera conocerlo.
Nancy y sus hijos pasaron Navidad y la fiesta de Reyes en el Hospital donde el 6 de enero
Diego volvió, esta vez con camiones llenos de regalos para todo el hospital, ese fue el inicio —dice Nancy— “desde ese día, ninguna Navidad faltó regalos en el Hospital San Juan de Dios e incluso el ejemplo lo siguieron otros jugadores”.
Mantuvo contacto con Maradona por 7 años
El agradecimiento de Nancy y su familia son eternos, cuenta que incluso hasta siete años después de la intervención aún le mandaban a Diego cartas y tarjetas navideñas que fueron contestadas pero con los años se hacía difícil y luego perdió el contacto de tanto trasladarse porque, por la salud de sus hijos, cambiaba constantemente. “Cada que me trasladaba vendía lo poco que tenía cargaba a mis hijos, el oxígeno que necesitaba y sus medicamentos, así que en el trajín fui perdiendo las cartas que me mandaba, lo único que aún conserva y cuida como un gran tesoro, después de la vida de sus hijos, es la muñeca que aún está en la casa”, dice en medio de la nostalgia.
El día más triste en la vida de Nancy y la de su familia fue cuando Maradona dio positivo en el dopping en 1994.
“Fue para mí el peor día, en el año 1994 cuando en el partido con Nigeria, la enfermera alemana anunciaba ante la prensa que Maradona dio positivo al antidoping, esa fue la caída no solo de su carrera también de su vida”, dice.
Para Nancy el episodio de 1994 es para ella como una señal de Dios pues casualmente es voluntaria en SAR Bolivia desde hace 15 años, como bombero rescatista y paramédico del club Wilstermann y cada que asiste el antidoping recuerda a Maradona.
Hoy sus hijos, Víctor Hugo y Sara, son profesionales. Él es comunicador social y su hija por la pandemia trabaja en el negocio de la familia. Está agradecida con el hombre de corazón noble que sin conocerlos le tendió la mano a su familia. Dice que entre llanto toda la familia siguió el funeral y entierro del 10 que ahora descansa en paz.
“A Maradona le debo la vida de mis hijos. Por eso como familia somos y seremos los fan número 1 de Diego. Ha sido, es y siempre será el 2Pibe de oro".