25 de febrero (Urgente.bo).- Con mucha alegría y como un solo equipo, la familia vinicultora Torrez Romero cosecha a fines de enero el fruto de su esfuerzo. Los resultados de los cultivos para esta temporada han sido satisfactorios: 400 quintales de uva Moscatel, la materia prima para el ya famoso singani boliviano.
Ser productor significa trabajar de manera ardua. La familia tiene que cumplir con el ciclo agrícola para proteger los cultivos y evitar al máximo los efectos de la sequía, un fenómeno cada vez más fuerte, incluso en los valles tarijeños. Sin embargo, este problema ha sido aliviado con la ayuda del Proyecto de Alianza Rural (PAR) se pudo superar esta problemática e incluso producir más uva.
Los integrantes de esta familia son parte de la comunidad de Colon Norte, del municipio de Uriondo en el departamento de Tarija. Orgullosos de su labor destacan que la uva que producen es distribuida a una bodega de renombre. Su dulzor es único. La pareja es conformada por Oliver Torrez y Dimia Romero, dos productores que destacan el notorio cambio que tuvo su producción tras apostar por la alianza que les ofreció el PAR, un programa del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras (MDRYT), para incrementar la producción de uva y lograr una mejora en la calidad de vida de la familia.
El programa se traduce en una subvención de Bs 21.000 a fondo perdido a favor de cada productor; además de la entrega de semillas y el apoyo para innovación tecnológica con el fin de afrontar los cambios climáticos de cada región dependiendo a la situación individual de cada boliviano o boliviana.
Oliver Torrez es un productor nato. Desde su infancia trabajo junto a su padre, Fernando Torrez, hoy de la tercera edad y quien recuerda que en “sus tiempos” no había la tecnología de riego por goteo, que hoy le ayuda actualmente a su hijo a afrontar la sequía que azota a los cultivos. “Me siento contento porque mi hijo produce mejor que yo, el agua le alcanza para regar por goteo. Quiero agradecer al gobierno por el PAR porque es muy beneficioso. La uva moscatel que se produce en esta tierra es materia prima para que se produzca los tradicionales vinos y singanis tarijeños”, relata a la revista Oxígeno el padre de Oliver, mientras muestra los frutos de la vid.
El ingeniero Édgar Gutiérrez es analista ambiental y forma parte de Empoderar que ejecuta el programa PAR. Explica que el factor central para mejorar la productividad en las comunidades tarijeñas es el “uso eficiente del agua”. “Los productores tenían sequía y regaban cuando tenían su turno. A diferencia de aquel acuerdo, el sistema de riego se da cuando la planta necesita, esta es la manera eficiente que apoya el PAR, hemos innovado con tecnología. Este es un proyecto productivo, el objetivo es que mejoren su nivel de vida y además que produzcan más”, sostiene.
La buena cosecha obtenida por la familia Torrez Romero se repite positivamente a favor de más de 40.000 familias tarijeñas gracias a una inversión de 45 millones de bolivianos. Los productores se muestran más felices, tienen mayor producción, mayores recursos económicos y el trabajo en mano de obra se ha reducido gracias a la aplicación de medidas tecnológicas ofrecidas por el PAR.
El ingeniero Gunnar Rodríguez es operador de la Unidad Departamental de Tarija del Proyecto de Alianzas Rurales. Explica que desde la ejecución del PAR I y el PAR II, (en el periodo 2018-2022) se logró la reactivación económica y la sustitución de la importación de verduras y frutas para el departamento. El beneficio llegó a nueve de los once municipios y con 132 organizaciones productivas.
La innovación tecnológica atenúa los efectos del cambio climático, porque Tarija es azotada por las sequías, heladas y granizadas. Una de las medidas estrella de este proyecto es el riego tecnificado, mediante el cual hay mayor volumen de producción, que, además, deja de depender de la temporada húmeda. Ahora se puede producir incluso dos veces en un año agrícola.
Con las nuevas condiciones favorables, los productores se concentran en la producción de uva e innovan en las variedades como la ARRA 15, que tiene condiciones para competir con las del Perú y Chile. Otra de las buenas noticias es que en la relación se ha logrado la producción del durazno pelón, “muy apetecible a nivel nacional”, explica Rodríguez.
El tomate, la arveja, la papa y el orégano son productos que actualmente pueden competir en términos de volumen y precios en el mercado. Y eso precisamente gracias a las características del programa PAR que permite mejorar los ciclos productivos. Así, Tarija puede hacer frente la sequía y tiene mayores producciones, productores felices y familias que reactivan la economía. Las alianzas estratégicas sí tienen buenos frutos.
- El vinicultor cosecha los frutos de la alianza
Los papás de Oliver Torrez son vinicultores. Él ha crecido entre parcelas de uva y decidió seguir la senda de la agricultura. Es productor y beneficiario del PAR. Compara dos épocas y con alegría narra que hoy en día tiene mayores beneficios. Él y su familia viven la comunidad de Colon Norte, municipio de Uriondo. Cuenta que es una zona que sufre de la falta de agua desde agosto, pero con la alianza por la que apostó ahora tiene una producción más eficiente. Produce trescientos quintales por hectárea en promedio y las vende a reconocidas bodegas de vino.
div class="media media-element-container media-default">- Ser productor es una aventura riesgosa
Dimia Romero es una productora de uva, trabaja junto a sus hijas, su esposo y con la compañía de Kira, su fiel can. Con la alegría natural de las tarijeñas, cuenta que la tarea de producción de frutos es “riesgosa”, por los cambios climáticos que les toca afrontar. Sin embargo, gracias a la colaboración del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras, sus cultivos tienen una mejor producción y esto la impulsa a tener más emprendimientos. Ella es parte de la comunidad de Colon Norte. “Sin el apoyo de instituciones, esto no sería posible”.
- La uva ARRA 15 podrá competir con Chile y Perú
Simar Donaire es productor desde sus diez años. Además del riego tecnificado y el reservorio de agua que le proporcionó el PAR, también se benefició con la distribución de la uva ARRA 15, una variedad que no tiene la pepa (parte dura que contiene semilla) del fruto. Él vive en la comunidad de la Angostura. “Ahora vamos a empezar a producir esta variedad en Tarija, podremos competir con Chile y Perú; consumamos lo nuestro para que la economía esté en movimiento”, alienta. Con orgullo reafirma que la uva tarijeña se distingue por su aroma y sabor singular.
- Benita dejó la ciudad y volvió a su pago
Benita Valdez es una productora y beneficiaria del PAR. Ella vivía en la ciudad de Tarija, sin embargo, al ver la oportunidad que le ofrecía este proyecto, decidió volver a su tierra natal, la comunidad de San Francisco. El sistema de riego, que asegura una mejor producción de durazno, uva, hijo y papa, entre otros productos, la convenció para establecer una vida junto a su familia y sus canes en su pago. Con su producción invita a bolivianos y no bolivianos a consumir lo nuestro.
- Quienes no apostaron por el PAR, luego se arrepintieron
Jorge Solis es un agente de mercado, que durante toda su vida se encargó de comercializar el durazno de Tomayapo en los mercados de Bolivia. Sentado al lado de un árbol duraznero, cuenta que, al principio, fue “difícil” convencer a los comunarios para que apuesten por el PAR. “Rogamos a algunas personas, ya cuando vieron los resultados, se arrepintieron, ellos ya no pudieron entrar porque no había espacio. Ahora la gente no lo va a pensar dos veces, si o si se van a anotar”, asegura. El productor afirma que el riego a goteo, la implementación de mangueras, filtros, goteros, máquinas fumigadoras y reservorios mejoraron la producción y lograron hogares más felices.
- Ahora los productores cuidan el agua
Fabia Aguilera es una beneficiaria del PAR e integrante de la comunidad San Lorenzo. Relata que con el sistema de riego se puede graduar la cantidad de agua que recibirán los cultivos y que eso ha cambiado la conciencia de la población sobre el cuidado del líquido vital. Con firmeza afirma que las beneficiarias de este proyecto hacen frente a la sequía, porque las plantas durazneras “no se secan”, “ya no sufren, las plantas te dan más producción”. Y al afirmarlo, muestra los árboles de durazno en sus primeros años. Ahora pide ayuda para afrontar el granizo.
- Una familia vinicultora
Eldy Sanguino y Milton Romero son la pareja vinicultora de uva que contagia la pasión por la producción en sus dos hijas, Luciana y Emily. La familia vive en la comunidad de San Isidro y se encarga de producir la uva de la variedad Italia. Los esposos tienen título de estudios superiores, pero volvieron al área de agricultura por la oportunidad que les dio el PAR. “En el factor económico, el Gobierno nos ayudó con la tecnología de riego por goteo y la malla antigranizo, los riesgos de no tener una malla es fatal”, afirma Sanguino. Por su parte, su esposo cuenta que la motivación en el trabajo son sus dos hijas.
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