Una tarde de fútbol en el inicio de la década del 80. Se jugaba en la ciudad de Sucre, en el viejo estadio de Surapata. Strormers enfrentaba a The Strongest, los locales perdían 3 a 1. Corrían los tramos finales del encuentro y el Tigre sentía la victoria prácticamente como suya. Luego de despejar el balón en un tiro de esquina, Lucho escuchó el silbato del árbitro y se relajó. Habían ganado en la capital y lograban los puntos de visitante.
De pronto niños que estaban detrás de su arco se acercaron a él, lo rodearon, abrazaron y mientras abandonaba la cancha se despojaba de sus guantes, zapatillas de fútbol, vendas en sus talones y tobillos y se dirigía al vestuario. El partido había sido duro y muy intenso; llegaba el momento de descansar, “fumarse un pucho” (eran otros tiempos) y permanecer sentado en ese camarín, esperando a sus compañeros que no tardarían en ir llegando.
Sin embargo, el que entró muy asustado fue Clemente Ponce el encargado de utilería, quién desesperado le decía “Lucho, Lucho, ¿por qué te fuiste de la cancha? Si aún no ha terminado el partido”. “El Tano Fontana entró al arco, nos empataron ya el resultado está 3 a 3”. “A estas alturas, seguro el árbitro ya lo terminó”. “Todos se están preguntando: ¿qué pasó con el Lucho? Por eso me mandaron a preguntarte: ¿Estás bien Luchito?".
Anécdota inolvidable que un día me la contó el Gran Lucho Galarza en persona y añadió: “Jamás supe por qué salí de la cancha con esos niños”. “La verdad, me distraje sin querer y puse al equipo al borde de la derrota”.
Años después y al momento de contarnos y recordar ese pasaje de su vida, todo era risa y desenfreno total. Hoy siento que esa narración fue solo hace algunos días y esbozo una sonrisa. Debe ser tristeza o resignación de saber que ya no está más entre nosotros.
Que pena es saber que un grande del deporte nos dejó. Mucho más triste es darnos cuenta que partió una figura icónica de nuestro fútbol. Nos dejó Luis Esteban Galarza aquel que identificó desde el arco de The Strongest, el trabajo de un portero dedicado y emblema, no solo del Tigre, también de la Selección Boliviana.
Por si fuera poco, atajó también para Bolívar, Always Ready y San José. Todos, en buenos años y eso hace que su nombre trascienda las generaciones y se conserve como un referente del fútbol nacional.
Una enfermedad lo tuvo a mal traer en los últimos años. Una sobre exigencia a su cuerpo en su tiempo de futbolista y arquero terminó pasándole una factura alta e irreversible. Después de una dura lucha para intentar recuperarse, Lucho no pudo superar la adversidad y postrado en su lecho de muerte, encaró el partido más difícil de su vida, para finalmente terminar perdiendo el encuentro.
Hablar de Luis Galarza es retrotraernos en décadas e imaginariamente verlo cuidando el pórtico de The Strongest, en jornadas inolvidables de los torneos ligueros de los años 70 y 80. Una labor diferente en los 90 y principios de este siglo, ya como preparador de arqueros y técnico de equipos profesionales y amateurs.
div class="media media-element-container media-default">Llegó el año 1970 al país para formar parte de The Strongest que rearmaba su plantel luego de la tragedia de Viloco. Lo trajo su hermano Arturo Galarza, arquero de Bolívar, luego de saber de la necesidad del Club rival de contar con un buen portero, para hacerse cargo del puesto, ya que renacía después del accidente aéreo en el que pereciera todo el equipo profesional.
Luis Galarza no tardó en mostrar su gran talento y habilidad para ese puesto, siempre tan complicado y hasta ingrato. La figura de un arquero es exponencial en todo sentido. Uno puede pasar en pocos segundos de héroe a villano, por lo que su regularidad está por lo general cuestionada. En ese sentido, se puede decir que los tiempos no han cambiado para nada.
Hablar de Galarza es referirnos a la esencia misma del arquero seguro, por su personalidad y carácter que identificaron una época muy linda de nuestro balompié. Cómo será de emblemático que hasta nos dejó el legado de sus hijos Sergio y Luis, también arqueros, que, en mayor o menor medida, también se identificaron con el fútbol boliviano.
¡Vuela alto querido Lucho! Descansa en paz, que aquí, el país futbolero te recordará siempre con mucho cariño y respeto.
///