Abril 19, 2025 -HC-

¿De qué murió Jesús?, estas serían algunas de las razones científicas


Jueves 17 de Abril de 2025, 5:15pm






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17 de abril (El Tiempo).- Aunque el tema de la muerte de Jesucristo en la cruz tiene una alta carga espiritual alrededor de la que se congregan por estas fechas los creyentes, la muerte de Jesús también ha despertado el interés de la ciencia. No solo en el campo arqueológico interesado por rastrear la existencia del personaje histórico, sino también desde las ciencias de la salud algunos de los investigadores han intentado trazar un relato médico e históricamente preciso de cómo habría ocurrido la muerte física de Jesucristo.

Este es el caso de un estudio realizado por investigadores de la Clínica Mayo, de la Iglesia Metodista Unida Homestead y la Iglesia Metodista Unida West Bethel en Estados Unidos, titulado como ‘Sobre la muerte física de Jesucristo’ y publicado en los años 80 en el Journal of the American Medical Association. La investigación hace un análisis de las posibles explicaciones científicas que se le pueden dar a los síntomas que habría sentido Jesús en sus últimos momentos, que han sido descritos en los evangelios, y las causas físicas de su muerte.

La historia señala que, aunque los romanos no inventaron la crucifixión, sí la perfeccionaron como una forma de tortura y pena capital diseñada para producir una muerte lenta con el máximo dolor y sufrimiento. Uno de los métodos de ejecución más crueles que, por lo general, era reservado para esclavos, extranjeros, revolucionarios y criminales.

A partir del conocimiento en anatomía y el rastreo que se hizo sobre cómo se ejecutaba la crucifixión, los investigadores señalan que entre las respuestas físicas que puede presentar una persona está, por ejemplo, la apertura de nuevo de las heridas de los latigazos y su contaminación durante el trayecto en el que los condenados se ven obligados a cargar la parte de la cruz que se conoce como patibulum o los daños severos en el nervio mediano sensoriomotor por cuenta de los clavos con los que le atravesaron las muñecas al momento de crucificarlo, algo que habría causado un dolor insoportable en los brazos.

Sin embargo, los investigadores indican que se trata de un proceso en el que una persona perdería poca sangre y en el que el principal efecto fisiopatológico, más allá del dolor insoportable, sería una marcada interferencia con la respiración normal, particularmente la exhalación.

“El peso del cuerpo, tirando hacia abajo de los brazos y hombros extendidos, tendía a fijar los músculos intercostales en un estado de inhalación y, por lo tanto, dificultaría la exhalación pasiva. En consecuencia, la exhalación era principalmente diafragmática y la respiración superficial”, dicen los autores.

En el caso particular de la muerte de Jesús hay dos detalles que generan controversia y sobre los que los investigadores dan luz desde el campo médico. La primera es la descripción que hace San Juan sobre el flujo de sangre y agua de la herida que le infringen a Cristo en un costado para comprobar su muerte, algo que ha sido difícil de explicar al asumir que aparecieron en ese orden. Los expertos plantean que el agua probablemente representaba líquido pleural y pericárdico seroso y habría precedido al flujo sanguíneo.

El otro detalle es que la muerte haya ocurrido entre tres y seis horas tras la crucifixión, algo que desde el estudio se explica por el agotamiento, la gravedad de los azotes y la perdida de sangre. Aunque ante la falta de evidencia física, los investigadores señalan que sigue sin resolverse si Jesús murió de rotura cardíaca o de fallo cardiorrespiratorio.

Lo que sí es claro es que murió en la cruz. “El peso de las pruebas históricas y médicas indica que Jesús estaba muerto antes de que se le infligiera la herida en el costado y apoya la opinión tradicional de que la lanza, clavada entre las costillas derechas, probablemente perforó no sólo el pulmón derecho, sino también el pericardio y el corazón, asegurando así su muerte”, explican los autores del estudio.

Sin embargo, los investigadores aclaran que debido a que las fuentes sobre la muerte de Cristo comprenden un conjunto de literatura y no un cuerpo físico o sus restos óseos, entre el material que consideraron para su análisis se incluyen los escritos de autores cristianos y no cristianos, los escritos de autores modernos y la Sábana Santa de Turín, una reliquia que se considera que pudo ser el sudario con que se amortajó el cuerpo de Jesucristo tras la crucifixión, aunque su autenticidad no se ha podido determinar.

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