Diciembre 23, 2024 -H-

¿Miedo a los medios?

El mundo político tiene que estar preparado, para responder, aplicar estrategias, definir los mensajes y su emisión con claridad, inmediatez, tratando siempre de tomar la delantera


Viernes 23 de Febrero de 2018, 11:15am






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A lo largo de la historia los actores políticos, éstos desarrollaron distintas formas de gestionar sus relaciones con los medios de comunicación, además de las múltiples coyunturas que se plantean/surgen en su rol político/mediático.

Hay líderes políticos que deciden ignorar a los medios de comunicación, toman sus decisiones evitando toda influencia mediática, especialmente si asumimos que los medios son una caja de resonancia, que no necesariamente representan el sentir o la percepción real de la sociedad a la que se gobierna o con la que interactúa.

Se suele decir que los líderes que asumen la toma de decisión de su gobierno, evitando influencias/interferencias/injerencias mediáticas, han generado buenos resultados, puesto que la referencia mediática sobre la opinión, no necesariamente es sinónimo de absolutismo. Al contrario es solo un parámetro que se puede profundizar, aplicando distintas herramientas en base a las encuestas, por ejemplo o capturas de la percepción real tan sencillas, como salir a caminar y escuchar a la gente.

Otro tipo de líder es aquel que toma decisiones a partir de los medios, gobierna considerando siempre los titulares,  enjaulando su gestión política y social, a un escenario de constante repuesta y contra respuesta, bucle infinito que solo conduce al desastre, suelen darse cuenta de la tragicomedia mediática a la que se han sometido cuando ya es demasiado tarde y prácticamente se hallan de salida.

Trabajar en dependencia de los medios es una de la mayores trampas políticas que existen, en lo que se refiere a nuestro contexto, muchos políticos y/o autoridades caen en ella, toman sus decisiones siguiendo las sugerencias de los medios con exceso y hasta entusiasta consecuencia, encontrando momentos de satisfacción tan breves que se pueden contar con los dedos de un mano, porque se olvida que el rol de los medios de comunicación, especialmente privados o los que ahora se hacen llamar “independientes”, es fustigar al gobierno de turno, siendo su naturaleza ubicarse siempre en un frente sino opositor, crítico y cuestionador.

Es complicado encontrar políticos que logren equilibrar la balanza en la toma de sus decisiones, casi siempre unos le dan más valor, otros menos, según la coyuntura y el caso que les preocupe, aplican un viejo truco que intenta minimizar su incidencia, evitando que su influencia sea al cien por cien, pero los medios de comunicación y su presencia son una constante, mucho más ahora en el escenario de las redes sociales, desde las cuales han amplificado su impacto en la sociedad, ya no solo real, también en la digital, o sea que la retroalimentación está a tan solo un click de tiempo y distancia.

En nuestro país los medios actuales todavía no dominan los códigos digitales para informar con efectividad, pero se están constituyendo una presencia que crece cada vez más, por tanto un beneficio o una amenaza a considerarse desde el ángulo político, amateur o no.

Los medios en las últimas décadas han consolidado su rol político, superando con creces el comunicacional, su punto de vista es considerado por miles, sino millones de personas en todo el planeta y cada una de ellas es un factor de incidencia y decisión sobre sus respectivos gobiernos, sean locales o nacionales. La mass media ha asumido no solo su rol natural, crítico y cuestionador, sino francamente político, quiere decir que son ahora un actor político, por tanto tiene que ser tratados como tal, pero ocurre que cuando los políticos reaccionan en esa línea, los medios apelan al escudo protector de la libertad de expresión y la subjetividad que suele arrastrar, en el caso “criollo”, se halla anquilosada en una Ley de Imprenta de principios del siglo 20.

A manera de antecedente antagónico, desde hace varios meses, este paradigma de relación entre políticos y medios, ha dado un giro interesante, con la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, ¿por qué?, porque en su acción política el republicano gobierna desde los medios, su antecedente de empresario, líder de opinión mediático y conocedor del “reality”, reafirma su liderazgo e incidencia, cambiando constantemente la agenda o respondiendo a ella, desde una lógica tan confrontacional como la noticiosa. Seguro que no es el primer político en hacerlo, pero quizás uno de los pocos que no solo distrae a los medios en la mayoría de los casos, sino que a ratos la domina con relativo éxito.

En lo relacionado al contexto nacional, los medios de comunicación, en su gran mayoría están asociados a un rol de oposición,  muchas veces más dañino que constructivo, su actitud prácticamente asfixia a la gestión política y social, insistiendo desde un enfoque negativo toda lectura sobre lo que hace el gobierno, no importando su nivel de esfuerzo, su antecedente positivo y ni siquiera aplicando parámetros de comparación con gestiones anteriores, además de, casi siempre, “fragmentarizar” la información, para que genere un impacto, mayormente negativo y en el menor de los casos rechazo, en el mayor, animadversión de la audiencia hacia el gobierno.

Ante este “crítico” panorama, ¿qué deben hacer los políticos, considerar o no a los medios?, ni lo uno, ni lo otro, sino ambos, entendiendo su rol actual, sus niveles de incidencia/decisión en la sociedad, asumiendo que la política tiene que convivir con los medios y las redes sociales como una condición absoluta de cualquier mandato, sea pequeño o grande.

El mundo político tiene que estar preparado, para responder, aplicar estrategias, definir los mensajes y su emisión con claridad, inmediatez, tratando siempre de tomar la delantera, evitando perder la iniciativa política, porque cuando está es extraviada aunque sea momentáneamente, los medios toman el control y se hacen fuertes, plantan agenda, no solo el presidente, sino que todo el gobierno empieza a danzar a su ritmo.

De hecho, aplicar la receta no es nada fácil, muchas veces el propio gobierno, tarda en la toma de decisiones de respuesta o las cadenas de mando, son tan intrincadas que se dilata la acción comunicacional, no solo dependiendo su aplicación en la firmeza o dubitación del actor político, sino en su conocimiento y dominio sobre la relación político/comunicacional, asumiendo con humildad que no suele ser suficiente el instinto político. Para todos los efectos, la principal respuesta a los medios, no solo es conocer la realidad, sino tener la suficiente actitud creativa como para no perder la iniciativa, no soltar la agenda, de esa manera es que se podrá trabajar, porque la comunicación en sí misma es la mejor aliada de un político, es un medio de conectividad y no un miedo.

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