La pasada semana el personal policial de la Estacio Policial Integral de Ciudad Satélite (El Alto) sorprendió a un menor, de 14 años, comercializando marihuana dentro de su unidad educativa. El adolescente ofreció la sustancia controlada a varios de sus compañeros y el regente llamó a la Policía.
Este caso llamó mucho la atención de la ciudadanía alteña, en especial de los padres de familia. ¿Cómo un menor de 14 años llega a comercializar este tipo de sustancias controladas y usar el colegio como un lugar de venta?
El microtráfico de droga en los colegios es un problema evidente, dice la Policía. Muchos maestros, directores y padres de familia batallan “internamente” dentro de la unidad educativa y muchos de los casos detectados no son denunciados ante la autoridad por cuidar la imagen del colegio y se convierten en encubridores, socapan a los traficantes.
“En el caso de encontrarse algún estudiante con sustancias controladas tratan de arreglar con los padres de familia internamente por el tema de cuidar la imagen del colegio”, dijo el coordinador de las juntas escolares de Padres de Familia de El Alto, Evaristo Cruz.
Según el dirigente de padres de familia, algunos directores de la unidades educativas no denuncian ante la autoridad policial los casos de microtráfico y solo optan por llamar a los padres de familia quienes en algunos casos buscan excusas para justificar la conducta cometida por sus hijos. “Muchos padres se convierten en socapadores de sus hijos”, dijo Cruz.
“Se ha identificado a algunos estudiantes que son consumidores de marihuana, pero no en gran proporción. En algunas unidades educativas de Ciudad Satélite se los halló con esta sustancia, pero la ley no permite una sanción, en protección a los menores de edad. Dentro de las normas del colegio hay la expulsión y la separación de los estudiantes”, indicó Cruz.
Los estudiantes que son identificados cometiendo este tipo de irregularidades solo reciben una llamada de atención y advertencia de expulsión por parte del director y el adolescente retorna a su aula con sus compañeros, como si nada hubiera pasado.
Es la etapa donde comienza la “cadena negra”, ya que este estudiante, que consume y en algún punto comercializa este tipo de sustancias, conduce a sus compañeros de su entorno a tener la curiosidad de consumir marihuana, ya que manejan un vocabulario llamativo. “Si fumas una vez no pasa nada, solo te relaja”, “yo no consumo seguido, sé controlarlo”, “no hace daño, es medicinal”, son algunas de las justificaciones que usan para incentivar el consumo.
“¿Quién controla al interior de los colegios?, ¿quién controla las mochilas?, nadie tiene esa necesidad de controlar y nadie en este momento quiere ser el malo en el lugar, ni el profesor, ni el padre, todos quieren aparentar gentileza con el prójimo, nadie quiere advertir como tal, todos quieren ser buenitos. Nadie pretende ser malo, pero si tratamos de ser correctos con los hijos, se debe asumir decisiones para que nuestros hijos el día de mañana no estén en esto también”, manifestó una alta autoridad policial que quiso mantener su nombre en reserva.
Según el jefe policial, los grupos especiales realizan operativos en las unidades educativas, pero algunos padres de familia impiden este control y se acogen al derecho a la dignidad que tienen todas las personas, incluyendo los menores, ya que se estaría invadiendo la privacidad del estudiante.
El personal policial cumple con el trabajo de realizar diferentes operativos, pero son inhabilitados a tomar acciones legales, ya que los padres protegen a sus hijos.
“Se critica a la Policía cuando no se conoce la realidad de la sociedad, cuando sabemos que la Policía está haciendo su trabajo”, criticó la autoridad verde olivo.
Los adolescentes identificados no pueden ser sometidos a un cuestionario de preguntas directamente hechas por la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN), ya que son menores de edad, pero el caso pasa a ser tratado por la Defensoría de la Niñez y Adolescencia.
Según la autoridad policial, la falta de control de los padres hacia sus hijos en sus hogares dificulta la labor policial. “Los padres deberían identificar qué amistades tiene sus hijos, el dinero que se les proporciona, para qué fue usado e identificar varios factores que señalan que su hijo es un consumidor”, señaló.
Por otro lado, el dirigente de los padres de familia pidió al Gobierno que se incluya en la malla curricular la prevención en el consumo de drogas.
El control, educación y la prevención antes estos temas deben ser realizados en un trabajo conjunto entre los padres de familia, maestros y la Policía.
“Cuando se remiten este tipo de casos que parecen bagatelas, el día de mañana no serán de bagatelas, porque esto se va a ir contagiando y no serán tres o cuatro (los consumidores), será una sociedad completa, enferma por el tema del consumo”, alertó la autoridad policial.
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