No. El mundo no es un balón.
Los deportes son buenos. Los deportes son necesarios. Los deportes son parte importante en la formación integral del ser humano pero no reemplazan a las demás.
Hay varios deportes pero solo algunos sobresalen. Ese es el caso del fútbol que, justicieramente, es considerado el más popular, por lo menos en nuestro hemisferio.
El fútbol despierta pasiones y, gracias a eso, mueve millones. Habrá que recordar que hace poco estalló un megaescándalo de corrupción en la FIFA y varias de sus federaciones, incluida la boliviana. Por eso no es raro que, en un mundo copado por las redes sociales, se pueda ver diariamente discusiones sobre partidos y clubes que muchas veces llegan al rango de debate.
Las discusiones y los debates son buenos porque permiten confrontar ideas diferentes sobre un mismo tema. Por ello, no es malo que haya discusiones y debates sobre fútbol. Lo malo es cuando las discusiones y debates solo son sobre fútbol.
No. El mundo no es un balón.
El mundo es todo aquello que concierne al ser humano y eso abarca una infinidad de temas. Van desde asuntos vitales, como el agua que ya escasea en la mayoría de los países del planeta, hasta los problemas que tienen cada uno de los países con sus respectivos sistemas políticos.
Lo ideal es que esos asuntos sean discutidos y debatidos con el propósito de encontrar soluciones pero los espacios para ello generalmente están copados por las discusiones y debates sobre fútbol.
Así, mientras el agua se va convirtiendo en un artículo de lujo para los ciudadanos, muchos de estos ciudadanos emplean su tiempo en discutir sobre el resultado de tal o cual partido, los errores del director técnico o la habilidad de tal o cual futbolista.
Los errores de los gobernantes pasan a segundo plano. Si los ejecutivos de una empresa estatal se enriquecen mediante jugosos contratos, pocos son los que reclaman por eso ya que muchos están discutiendo sobre el partido, los goles, el resultado…
Y no es que se quiera privar a los aficionados al fútbol de su derecho a polemizar sobre el tema que les dé la gana pero la verdad es que, mientras ellos debaten sobre partidos, jugadores y clubes, los gobernantes se llenan los bolsillos.
Entonces, discutir solo sobre fútbol, y no ocuparse de otros temas, tiene el mismo efecto que alguna vez tuvo el famoso circo romano: distraer al pueblo para que no se ocupe de los temas verdaderamente importantes.
Los gobernantes de Roma, ya sea reyes, dictadores o emperadores, crearon las distracciones que el pueblo presenciaba en masa mientras, a sus espaldas, se disponía arbitrariamente de los recursos que pertenecían a todos. Hubo tal variedad que se pasó de las representaciones de batallas navales —una innovación de Julio César cuando tenía 30 años y apenas era un “edil curul”— a los combates de gladiadores y sacrificio de los cristianos.
Actualmente existen varios circos modernos, desde las distracciones promovidas por gobiernos dictatoriales hasta las telenovelas que las amas de casa consumen sollozantes olvidándose que afuera, en las calles, existen problemas reales, distintos a los de los protagonistas de sus culebrones.
Y en la arena de esos nuevos circos están los futbolistas que firman jugosos contratos, los dirigentes que se embolsillan buenas cantidades sin saber patear un balón y los aficionados, aquellos que le dan duro a la discusión sobre fútbol que puede ocupar gran parte de su tiempo y hacer que se olviden de otros temas igualmente importantes.
(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.