La Paz, 8 de agosto (Mayra Eguívar- Urgentebo).- Con un ataúd abierto rodeado de flores se velaba el cuerpo de la señora Carmen Chacón, el centro de la atención de la opinión pública desde que se descubrió que, días atrás, su hija la estaba velando mientras ella aún seguía viva y convulsionando en una funeraria de la ciudad de La Paz.
Este hecho causó conmoción en toda la ciudadanía, ya que resultaba algo imposible de creer que una hija le haga algo así a su madre. Sin embargo, el mayor dolor se vivió en los círculos cercanos a doña Carmen, quienes la conocían mucho mejor y para quienes no es simplemente una persona más que aparece en las noticias, sino que es una amiga, una compañera, una vecina o una hermana muy querida.
Entre estas personas se encuentra Mabel Encinas, quien forma parte de la fraternidad 3 de Mayo, donde bailaba morenada con la señora Carmen. “Una muy buena persona, humilde, alegre, siempre nos hacía reír, compartía con todos. Siempre nos decía que seamos felices, que vivamos el momento”, recuerda Mabel con lágrimas en los ojos, pero su actitud cambia cuando menciona a Claudia, la hija de Carmen. “Una sola vez hemos compartido con ella, era una persona muy déspota con su madre, muy arisca y maleducada”.
Pasa lo mismo con la vecina de la tienda de doña Carmen. “Nosotros la recordamos como una persona bien alegre, amigable, feliz, siempre ha demostrado ser así (…). Era una persona excelentemente buena, era muy admirable como persona, como mujer”, asegura.
Se le quiebra un poco la voz, “a mí me dolió mucho, realmente sus hijos son unos miserables, esos no tienen perdón de Dios. (…) Es algo doloroso pensar que un hijo te pueda hacer eso. Es imperdonable esto, es como para no olvidar. Son unos monstruos.”
Si bien ninguno de sus familiares estaba presente, la gente que sí fue emanaba tristeza y dolor por su pérdida, como Janet, quien trabajó con la señora Carmen durante 4 años como su secretaria en la tienda de repuestos que ella tenía. “Éramos amigas, éramos socias, Íbamos a todas partes, me contaba todo” asegura refiriéndose al tipo de relación que tenía con la señora Chacón. “Una vez, cuando hemos terminado todos los pedidos que teníamos que hacer, y ella tenía una invitación con Potencia Juvenil, me llevó a escondidas de mi esposo”, recuerda Janet con una sonrisa.
“Le gustaba dormir después del almuerzo, todos los días, media horita. Le gustaba comer dulce de leche con galletas, el pan negro con queso al medio y el queque con el huequito al medio”, queque que, por cierto, le compraba a la dueña de la pastelería, vecina suya. “Quería harto a los animales, podía pelearse por los animales, y algunas veces peleaba por los animales. Tenía a su perro Lucas y 4 gatos. Los gatitos vivían en el cuarto de atrás de la tienda. (…) Gonzalo (hijo de Carmen) le decía cunumi a Lucas, porque era chapicito y tenía una orejita parada y la otra caída”. Concuerda también en que era una persona muy alegre y amable, que nunca la trató mal ni tuvo roces con ella de ningún tipo.
Según Janet, doña Carmen se llevaba bastante bien con su hijo Gonzalo y todavía mejor con su hermano menor, Federico. “Con su hijo se llevaban bien, reían, nunca he visto que se lleven mal y yo estaba con ella todo el día. Después Fico, su hermano, siempre ha sido su mejor amigo. Él siempre estaba pendiente de ella y ella también. Una vez a él lo tenían que operar de una hernia y ella lo ha cuidado. Él la quería, se podría decir que incluso más que sus hijos, porque ella lo ha criado. Fiquito, le decía (Carmen), mi gordito”
Por el contrario, recuerda que la hija, Claudia, siempre fue muy independiente y que no pasaba mucho tiempo con su madre. “Tampoco escuchaba que diga ‘vamos a salir con la Claudia o ‘hice esto con ella’, a veces lloraba porque la extrañaba”. Sin embargo, recuerda que doña Carmen le cocinaba el almuerzo a su hija todos los días y se lo mandaba al trabajo con Janet.
Revela también que no quieren que se encierre a Federico ("Fico"), el hermano menor, “ahorita casi todo el peso cae sobre Claudia, porque Gonzalo y Fico pecaron de buena fe. A Gonzalo no le gusta hacerse responsable, era siempre bien pancho y es difícil decirle que no a Claudia porque es bien fregada. A Fico le dijeron sólo que necesitaban su firma, pero no le dijeron a dónde la iban a llevar, y como Fico sabía que a ella no le gustaban los hospitales, ha firmado no más, ha confiado”.
“Lo más triste es que ha pasado tanto tiempo en el hospital y ella odiaba los hospitales, nos dijo ‘cuando yo me muera no me van a llevar al hospital’”.