Abril 16, 2024 [G]:

Conoce las traiciones que sufrió el Libertador Bolívar cuando liberó al Perú

Gira victoriosa del Libertador por el Sur del Perú. Estadía en la Capital del Imperio Incaico y relación de El Sol de Cuzco.


Lunes 2 de Noviembre de 2020, 7:15pm






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La Paz, 02 de noviembre (Ramiro Duchén Condarco para Urgente.bo).- Perú había declarado su independencia del poder español el 28 de julio de 1821, de la mano del Gral. José de San Martín (1778-1850), luego de que el 15 de ese mismo mes se reuniera el cabildo de la ciudad y redactara el acta de la independencia.

San Martín fue nombrado Protector del Perú, cargo que ejerció por el lapso de un año, entre agosto de 1821 y septiembre de 1822. Sin embargo, el Perú no pudo consolidar su liberación, toda vez que los realistas mantenían, aún, una firme oposición, encabezada por el Virrey de La Serna (1770-1832) que se parapetó en Cusco, tras ser expulsado de Lima. La independencia sólo se hizo efectiva en 1824, con el resonante triunfo de Antonio José de Sucre (1795-1830) en la batalla de Ayacucho (9 de diciembre) sobre el ejército español comandado por el Gral. José de Canterac (1786-1835) y el propio Virrey.

A partir de la retirada de San Martín del Perú, hasta la llegada de Simón Bolívar (1783-1830), que se produjo un año después de ese abandono, Perú se sumergió en un caos que amenazaba, inclusive, con envolverlo en una guerra civil, con los españoles al acecho…

En ese ínterin sucedieron hechos como la toma del poder por José de la Riva Agüero (1783-1858) —primer presidente del Perú— mediante un golpe de Estado, la destitución de éste por parte del Congreso, merced a la (re)toma de Lima por las huestes realistas del Gral. José de Canterac; el nombramiento de Torre Tagle (José Bernardo de Tagle y Portocarrero 1779-1825), como nuevo presidente…, la huida de Riva Agüero y su parapeto en Trujillo donde instituyó un gobierno paralelo…

ARRIBO DE BOLÍVAR A PERÚ: LLEGA EL SALVADOR

En medio de ese profundo caos Simón Bolívar fue llamado con urgencia al Perú para restablecer el orden republicano. Procedente de Guayaquil, desembarcó en el Puerto de Callao el 1 de septiembre de 1823 a bordo del bergantín Chimborazo.[1] Se le dio amplios poderes al nombrarlo “Suprema autoridad” del Perú a quien el propio presidente Torre Tagle debía rendirle cuenta. En esas condiciones Simón Bolívar permaneció en Perú por tres años continuos, periodo en el que ejerció una dictadura. Retornó a Colombia el 4 de septiembre de 1826.

“En todo caso —dice Jorge Basadre (1903-1980)—, la situación del Perú en ese momento era muy grave y, según muchos, desesperada; y presentarse voluntariamente a hacerse cargo de ella pese a sus tremendas complicaciones y a sus evidentes peligros, constituye uno de los actos más notables en la vida genial de Bolívar.[2]

En ese marco, quizá por lo mismo, “fue recibido entre aclamaciones en el puerto. La noticia de su llegada hizo que afluyeran a la capital numerosos forasteros y que los comestibles llegaran hasta el doble del precio por ellos habitualmente cobrados. Calles, plazas y casas fueron adornadas. Tagle y sus ministros acudieron al Callao a caballo y sirvieron de escolta al ilustre viajero. Cerca de la portada formaron las tropas. Las descargas de artillería, el clamoreo de las campanas, las aclamaciones entusiastas lo acompañaron al cruzar las calles hasta llegar a la casa que se le había preparado, situada en la esquina de San José y Aparicio. Los banquetes y los brindis solemnizaron aún más tan importante acontecimiento, como queriendo borrar las desilusiones y los padecimientos del pasado y las angustias y las incertidumbres del presente”.[3]

Añade Basadre: “El 2 de setiembre el Congreso autorizó a Bolívar para que terminase las ocurrencias provenientes de la continuación del gobierno de Riva-Agüero, después de su destitución y de la disolución de la Representación nacional; y le confirió todas las facultades necesarias para el cabal cumplimiento de este encargo, No faltaban los que albergaran temores y suspicacias y hasta se cuenta que a quienes habían ido a felicitarle en nombre de la Asamblea legislativa les respondió: "Todo está corrompido, yo voy a arreglarlo todo, incluso los diputados". De otro lado, las circunstancias eran muy críticas y la propaganda favorable al Libertador muy activa. Fue entonces cuando se imprimió con tinta roja el discurso al Congreso de Cúcuta, en el que expresara su sumisión a la ley y sus deseos de tener como el mejor de sus títulos el de buen ciudadano; así como el elogio de Mr. Souy en el que lo comparaba con Washington”.[4]

RIVA AGÜERO, ¿TRAIDOR?

Pero analicemos brevemente esos caóticos sucesos que propiciaron la llegada del ilustre guerrero venezolano a tierra peruana. El notable investigador ecuatoriano Alfonso Rumazo (1903-2002), uno de los más certeros biógrafos de los libertadores Bolívar y Sucre, muestra el siguiente panorama de la crisis reinante en Perú:

“Riva Agüero, antes de la llegada del Libertador, como apresurándose a ello, consuma su traición, instalado en Trujillo gracias al apoyo y defensa que le diera Sucre, al obstruir la destitución que hicieron de él los legisladores. Decreta la disolución del Congreso pero éste se instala en Lima, protegido, por Torre Tagle. Ratifican los legisladores el cese de funciones de Riva Agüero, declarándolo ‘reo de alta traición’; proceden luego a dejar vacante la Presidencia de la República y se la entregan al marqués de Torre Tagle. Llama entonces Riva Agüero al general Santa Cruz y sus tropas, con interrupción inmediata de la campaña abierta contra los españoles y con deliberado olvido de la división colombiana. Con Santa Cruz y tales ejércitos se defendería Riva Agüero, política y militarmente, de Bolívar, del Congreso, de Sucre, de los colombianos. Para él lo político hallábase sobre lo patriótico y nacional. Interesábale su triunfo personal, no el del Perú sobre España. La orden no alcanzó a llegar a tiempo, pues ya el desastre de Santa Cruz se había producido”.[5]

Por su parte, Jorge Basadre, uno de los más importantes historiadores peruanos del periodo republicano, tiene una visión diferente de esos acontecimientos, al juzgar el papel que le cupo desempeñar a Riva Agüero, quizá al influjo de su amor patrio. Al respecto dice:

“Paralelamente continuaron las comunicaciones de Riva-Agüero y el virrey. La que envió el Presidente peruano el 3 de noviembre fue muy lejos. Planteó allí el establecimiento del reino del Perú colocando en el trono un príncipe español designado por el monarca de la antigua metrópoli; se establecía de inmediato una regencia bajo la presidencia de La Serna y aceptando la Constitución española. La igualdad de derechos entre españoles y peruanos debía ser una de las normas básicas del nuevo Estado. El comercio de España tendría carácter privilegiado por un tratado especial”.[6]

Consideramos importante mencionar que, de acuerdo con testimonio de Bolívar y algunos de sus allegados, el general San Martín habría expresado su criterio en torno a la pertinencia de instaurar una monarquía en el Perú, como la forma adecuada de gobierno. Para el efecto debía venir un príncipe europeo para tener bajo su mando el Estado peruano. En carta de 29 de julio de 1822, del secretario general de Bolívar, José Gabriel Pérez (1780-1828) dirigida al Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, se expresa tal extremo.[7]

Pero retomemos el hilo narrativo. A pesar de lo señalado por el propio Basadre sobre las conversaciones entre Riva Agüero y el Virrey, el historiador peruano añade: “Bien probado está que no se trató de traición, o sea de fuga al campamento del enemigo, en el caso de Riva-Agüero la independencia del Perú estuvo siempre en su mente. Lo que le diferenció de Bolívar en un momento crítico fue la apreciación sobre la manera o modo de alcanzarla, sobre los elementos que integrarían el Estado independiente (peruanos y colombianos o peruanos y españoles) y sobre la forma de gobierno. Más tarde, la actitud de Tagle frente a Bolívar y los sucesos de 1827, revelaron que su posición no quedó aislada. Pero, política y militarmente, en ese momento, ella era un error”.[8]

Y más adelante: “para explicar, además, la posición de Riva-Agüero, precisa comprender su actitud ante Bolívar y ante la intervención colombiana en el Perú. Considerábase Riva-Agüero como el adalid de la libertad y de la independencia peruanas frente a la ocupación extranjera…”.[9] Por las palabras del historiador peruano da la impresión de que las tropas colombianas y los libertadores hubieran pretendido anexar a Colombia territorio peruano… nada más alejado de la verdad.  Riva Agüero salió al exilio, pese a que se había emitido una orden de fusilamiento contra él.

No debemos perder de vista, empero, que la permanencia de Bolívar y Sucre en el Perú, junto a una parte del ejército auxiliar colombiano estuvo constantemente signada por el recelo y el rechazo abierto de parte de sectores políticos locales que querían expulsar a los “extranjeros”, cuya presencia les incomodaba sobremanera porque alteraba sus planes, ya que los libertadores sólo buscaban expulsar definitivamente a los españoles de suelo americano. Únicamente ese era su deseo, mientras que algunos peruanos, aliados a los españoles, tenían en mente otros proyectos…, aparentemente, sin importar el precio.

TORRE TAGLE: ¿OTRO TRAIDOR?

Basadre indica que “por ley aprobada el 18 de noviembre de 1823, el Congreso nombró Presidente constitucional a José Bernardo de Tagle, y Vicepresidente a Diego de Aliaga […] Fue la tercera elección presidencial del Congreso en nueve meses y la segunda de Tagle”.[10]

Los peninsulares, al parapetarse en la sierra e incorporar en sus filas a grandes cantidades de indígenas locales para engrosar su ejército, le dieron a la lucha un cariz de guerra civil.

“Al mismo tiempo —dice por ello Jorge Basadre—, el Perú tuvo otra guerra civil entre los separatistas, al chocar el nacionalismo continental de Bolívar y el nacionalismo peruanista. Bolívar hirió a la nobleza en sus  representantes más caracterizados […] Para demostrar este último aspecto de la obra de Bolívar, puede citarse no sólo el caso de Riva-Agüero, sino también el caso de Tagle, el segundo Presidente de la República…”.[11]

En ese contexto se ve la necesidad de llegar a un armisticio con los españoles. Tanto Torre Tagle, que a la sazón ejercía la presidencia, como el propio Congreso hicieron suya la idea. Rumazo explica los sucesos de esta manera:

“Torre Tagle designa a su ministro de Guerra, general Berindoaga, conde de San Donás, para la consiguiente entrevista con los españoles. Llevaba una carta del Presidente al jefe realista, general Canterac. Y portaba instrucciones reservadas. ¿Qué constaba en lo uno y lo otro? La traición de Torre Tagle, similar a la de Riva Agüero: “asociarse con los españoles para expulsar a los auxiliares colombianos, chilenos y argentinos –principalmente a Bolívar y Sucre– y restablecer la paz monárquica en el Perú”. Se ha explicado esta persistencia pro realista de los aristócratas peruanos Torre Tagle, Riva Agüero, Berindoaga: Estos magnates y muchos funcionarios públicos –dice Lecuna, fundándose en el historiador peruano Luis Alayza Paz Soldán– gozaban bajo el Gobierno español de grandes prerrogativas y las podían recuperar llevando otra vez el Perú al dominio del rey. Tanto el comercio como el pueblo en general, arruinados por la revolución, echaban de menos el antiguo régimen./ El ejército real, asistido por una brillante juventud nativa del lugar, era más peruano que el ejército libertador, compuesto éste, en su mayor parte, de extranjeros. La sociedad había sufrido hondos quebrantos, especialmente durante el gobierno de San Martín y Monteagudo –argentinos–, por las persecuciones, destierros, prisiones y muertes de españoles relacionados con los criollos”.[12]

Por su parte, el historiador peruano Basadre narra el mismo hecho como sigue: Bolívar “ordenó a Tagle que, como Presidente, entablara negociaciones para un armisticio con el Virrey. La razón verdadera para el armisticio era el propósito de ganar tiempo, pues necesitaba aumentar su fuerza con nuevas tropas colombianas y con los reclutas que se juntara en el país, lo cual no podía hacerse en menos de seis meses, con riesgo de perder la lucha contra los españoles si éstos daban antes una batalla decisiva”.[13]

Para justificar la actitud de Torre Tagle el citado investigador peruano dice: “El único testimonio autorizado que señala al Presidente Tagle como autor de la negociación de Terón fue el de su tío el canónigo Mariano Tagle en el proceso de Berindoaga. Mariano Tagle declaró que su sobrino, en confianza, le dijo que iba a Ica a tratar con los españoles, no habiéndole explicado el contenido de las instrucciones que recibió el enviado ni los asuntos que debió abarcar. Agregó que, después del regreso de Terón, su sobrino reveló que su objeto al tratar con los españoles consistía en que Torre Tagle gobernaría con don Diego de Aliaga y el general La Serna sobre la base de la Independencia; y que no pudo conocer otros pormenores ni la intervención de otra persona en el asunto. La circunstancia de que Mariano Tagle hubiese sido sindicado públicamente por Berindoaga como gestor de esta intriga hace sospechoso su testimonio. Mariano Tagle necesitaba combatir la suposición de que él había intervenido en el asunto. Con ello defendía su vida”.[14]

Y más adelante añade aún: “Si se hace un esfuerzo para buscar una apreciación objetiva, parece que lo ocurrido con Tagle fue, en síntesis, lo siguiente: inició negociaciones con los españoles por orden de Bolívar; su comisionado Berindoaga las entabló en Jauja sobre la base de la independencia del Perú; personas muy cercanas a él tomaron su nombre para utilizar el mismo recurso y plantear, a través de Terón, una alianza con los españoles contra Bolívar; su pasividad cuando tuvo conocimiento de estos tratos implicó una grave falta; el motín del Callao no sirvió de ocasión para que Tagle se pasase a los españoles como hubiera ocurrido en el caso de estar de acuerdo con ellos, pero avivó los recelos y los rozamientos entre el Libertador y el Presidente, que la coincidencia de las dos autoridades había generado; la orden de prisión impartida por aquél entonces contra éste fue interpretada como una sentencia de muerte recordando las fulminantes órdenes dadas para fusilar sin juicio a Riva-Agüero; en el apuro del momento y con el ansia de salvar la vida vino el asilo bajo la bandera española facilitada por la ocupación inmediata de Lima por esas tropas”.[15]

Este confuso escenario político se aclara con una actitud radical asumida por Simón Bolívar. Toma el mando único para resolver la complicada crisis que amenazaba con el retorno triunfante de los españoles a la América a través del Perú.

Por ello mismo, Rumazo dice: “Aquí aparece la personalidad del Libertador en su auténtica esencia: ha de mandar él sólo, o se retira; no admite ni compañeros de poder ni émulos; el último personaje por él desalojado fue San Martín. Y el único a quien permitía ascender y ascender, hasta dejarlo situarse a una misma altura, en la guerra y en la política, era Sucre. ‘Sucre es el venezolano de más mérito que yo conozco –había escrito cuatro meses atrás en Guayaquil, confesándoselo al vicepresidente Santander–; y como Dios le dé una victoria, será mi rival en sucesos militares, porque del Ecuador para el sur lo habrá hecho todo, hasta el Potosí’”.[16]

“El golpe drástico sugerido por Bolívar —agrega el propio Rumazo— es atendido por el Congreso. Se le inviste al Libertador de la “autoridad suprema política y militar”. Más aún: se declara suspenso el ejercicio de la Presidencia de la República, y el Congreso mismo entra en receso. Era la destitución de Torre Tagle…”.[17]

EL RECORRIDO TRIUNFAL

En ese confuso contexto político se desenvuelve la estadía de Bolívar en la antigua tierra de los Incas, y culmina la liberación del continente, pese a las luchas intestinas que tenían lugar en Perú, en las que había varios grupos, como los peruanos nacionalistas, los monarquistas, los anticolombianos y consecuentemente antibolivarianos, los realistas y sus facilitadores o esbirros locales… La liberación final se hizo complicada. Sólo fue posible por la energía, carácter, don de mando de los libertadores, particularmente de Simón Bolívar y la habilidad política y militar de Sucre.

El biógrafo del Libertador, Alfonzo Rumazo dice respecto a la gira triunfal que realizó Bolívar por el Sur del Perú lo siguiente:

“Se embarca, entonces, rumbo al Sur. No va de paseo sino que la voluntad de edificar se ha apoderado de él como una fiebre y le devora, y le impele prepotentemente una vez fijados los sellos de la paz sobre el gran libro de la Historia americana. Aguárdanle los pueblos iluminados en el alborozo y la gratitud y quieren circundarle de apoteósico grito exultante; pero aquel éxtasis multitudinario no tiene otro aliento que el de esperar el soplo milagroso, de donde ha de salir la prístina República, para sobreponerse al régimen colonial. Hay en los espíritus una conciencia de libertad; uno como estirarse de brazos hacia arriba brota del anhelo de las gentes; el deseo universal se cifra en ejercer los nuevos derechos. Nadie sabe, sin embargo, cómo ha de actuar, ni a qué leyes ha de ceñirse, ni por dónde ha de marchar el fuego huracanado del espíritu salido de una prisión de trescientos años./ El Libertador lleva el empeño de ir de pueblo en pueblo, como si fuese el predicador y el ejecutor de su propia gigantesca obra. De manera que los preciosos objetos de oro y plata que le obsequian primorosas mujeres en Arequipa devuélvelos él en leyes de beneficio para los indios, los infelices indios, inferiores a esclavos bajo el régimen monárquico, asimilados a bestias y condenados de por vida a un servilismo anticristiano bárbaro. Crea establecimientos de beneficencia o atiende a la educación. Entrega tierras a los aborígenes”.[18]

Veamos otra descripción del periplo bolivarista por el Sur peruano:

“El recorrido por las poblaciones peruanas que realizó Bolívar, fue apoteósico ya que recibió el multitudinario apoyo y reconocimiento efusivo de los habitantes de todos los lugares que visitó. Desató una verdadera ola de afecto y gratitud por haber sido el artífice de la liberación del yugo español de gran parte del Continente Sudamericano, pero esencialmente del Perú, con las resonantes victorias logradas, primero, en Junin (6 de agosto de 1824) y luego, en Ayacucho (9 de diciembre de 1824). Una vez consolidada la independencia, el Libertador visitó, entre abril y junio de 1825, los siguientes lugares:

Ica (20 de abril), Nasca (26 de abril), Yauca (28 de abril), Acarí (29 de abril), Caravelí (5 de mayo), Chinchin (7 de mayo), Arequipa (12 de mayo ), Lampa (16 de junio), Pucará (17 de junio) y Sicuani (21 de junio), Oropesa (24 de junio) y Cusco (25 de junio).[19]

BOLIVAR EN EL CUZCO, RELACIÓN DE EL SOL

El Sol del Cuzco, salió a las calles el 1 de enero de 1825 con una periodicidad semanal, impreso a dos columnas en la imprenta del Gobierno. Debajo del nombre inscribe un pensamiento: “Con la concordia crecen las cosas pequeñas y con la discordia se acaban las mayores”, firmado por Salus Guer de Yugurt. En el número 40 y sucesivos, encontramos otra inscripción: “Con mucha frecuencia es indiferente en una nacion libre que discurran bien ó mal los particulares; basta que hagan discursos; pues de ello nace la libertad” Montesq. Espir. de las LL.”. Hasta el número 42, en el logotipo del periódico, se escribe Cuzco con “z”; en el 79 cambia la grafía a Cusco. 

De acuerdo con el Ensayo para una Bibliografía de los Periódicos Bolivianos 1825-1905 de Gabriel René Moreno, hasta diciembre de 1826 imprimió 89 números. Era una publicación de carácter oficial que registraba las disposiciones emitidas por el gobierno peruano, matizadas con notas referidas al agitado acontecer político peruano de entonces y también con noticias sobre el quehacer internacional, fruto de transcripciones de periódicos extranjeros.

Precisamente, El Sol del Cuzco, en la edición correspondiente al día del arribo de Bolívar a la capital del Imperio de los Incas, dice: “Al fin ha llegado el día de nuestros deseos, el día grande del Cuzco. S. E. el Libertador entró a esta Capital en este día dichoso en medio de los aplausos y demostraciones de un Pueblo agradecido á los beneficios que le debe, y triunfante con las glorias de que su presencia le llena. Dia feliz que hará epoca en la eternidad de los tiempos, y será consagrado en la historia de los hijos del sol en memoria del honor que há recibido…[20]

Más adelante la misma publicación señala, ante la inminente visita de Bolivar a las ruinas de la gran ciudad imperial de los incas: “…Aún conserva en sí las insignias de su antigua magnificencia y humanidad, á pesar de la estudiada ruina de los hombres y de los tiempos. S. E. las verá y contemplará; computará por ellas la distancia que hay de la esclavitud á la libertad. Recorrerá los respetables solios de sus famosos Emperadores, el templo del Sol, los monumentos de grandeza que aún subsisten, y al paso que se lastime de su aniquilamiento, verá con complacencia la terminación de sus infortunios efectuada por su brazo y la esperanza de su reedificación que le prometen sus conocimientos…”.[21]

En número previo, un “Artículo Comunicado” suscrito por el Prefecto del Cusco, señala a la letra: “Estando tan próximo a llegar á esta capital S. E. el Libertador y estando también sugetos á la ley todos los funcionarios publicos y las autoridades, se previene á todos que si tienen que reclamar algo contra dicho Señor lo hagan á S. E. francamente, elevándole las quejas que tengan”.[22]

La visita al Cusco del Libertador adquirió, pues, características peculiares por las exageradas manifestaciones de admiración que despertó su presencia y la forma en que fue tratado por las autoridades locales. En efecto, antes de ingresar a territorio cusqueño, en la misma línea fronteriza, se encontró con una frondosa comitiva de recepción encabezada por la primera autoridad, el Prefecto, Gral. Agustín Gamarra (1785-1841), su esposa, la Generala, doña Francisca Zubiaga y Bernales (1803-1835), y un numeroso séquito que lo acompañó en el trayecto hasta la capital cusqueña (poco más de 240 kilómetros desde la frontera con Puno), trayecto en el cual, en cada poblado que atravesaba era agasajado con guirnaldas, arcos del triunfo, corredores de flores y otras manifestaciones de aprecio popular, amén de la algarabía general que desataba entre la población, que se aglomeraba a ambos lados de las vías que transitaba, para ver de cerca, e inclusive, intentar tocar al héroe de la libertad americana.

Lisonjas de todo género recibió el gallardo guerrero caraqueño, y fue honrado por todos los medios posibles; la lira de los poetas no podía estar ausente, y le homenajeó con composiciones como la que transcribimos a continuación:

“Al Ecsmo. Libertador Bolívar, uno de los individuos que lo acompañan.

Soneto

Templa Apolo tu lira y dale aliento,

Influye versos al castalio coro,

Y de Clio sonando el arpa de oro

Gloria y ventura que repita al viento.

 

¿No escuchas de alabanzas el acento

Que por doquier el liberal repite?

El déspota sañudo, horrible y triste

¿No ves cual rabia como león hambriento?

 

Pues es porque resuena en sus oídos

El nombre de Bolívar y su gloria;

Porque ya de infelices los gemidos

Respiran, con sus triunfos y memoria;

Y porque en fin de esclavos oprimidos

Cantan de libertad la gran victoria”.[23]

Bolívar entró, pues, al Cusco el 25 de junio de 1825; la relación, publicada por El Sol de Cuzco, corresponde a la edición N° 27, la cual, en partes salientes, dice:

“En el dichoso instante en que S. E. el Libertador tocó la raya de este departamento, todos los hijos de él soltaron las efusiones de su corazón manifestando en palabras, y acciones el inexplicable contento que ocupaba sus gratas almas con la presencia de su Libertador. Nada de quanto hacían en su obsequio, les parecía capaz de indicar el mas ligero rasgo de su gratitud; todo era poco al frente de sus clamores, de sus anhelos y deseos;  las suntuosas decoraciones de arcos triunfales, colgaduras, bailes, tamboriles y música que cubrían los caminos convirtiéndolos de campos desiertos en magníficas piezas de sarao era mirada por los peruanos como una pequeña muestra de su jubilo, de su regosijo y su reconocimiento a las dignaciones de su Libertador, cuyas mínimas acciones y palabras eran resibidas como otros tantos regalos del cielo (…) Asi atravesó S. E. las 35 leguas que hay desde la raya hasta esta feliz Capital haviendo visto por sus ojos el estusiasmo, el placer, y la alegria de los pueblos que estaban como locos por la satisfactoria presencia de su padre y su bienhechor. Cada posada presentaba motibos de admiracion por la grandeza, con que en todo sentido, recibia a su Libertador (…) El 24 de junio llegó S. E. al pueblo de Oropesa que dista 4 leguas de esta capital; allí resibio los homenajes de las corporaciones y el 25 despues de haber descansado media hora en casa del canto entro públicamente en medio de un numeroso concurso de los cuerpos y vecinos que salieron a caballo a recibirle atravesando por arcos triunfales calles entapisadas y un inmenso gentío que le llamaba su padre, entonando entre lágrimas de alegría viva el Libertador, viva Bolívar, viva el Padre de la Patria./ Los balcones y ventanas  ricamente colgados, y ocupados por el bello sexo, repetian los mismos tiernos nombres, arrojando a las calles monedas, palanganas de plata, palomas encintadas, flores y aguas de esquisito olor a tiempo de pasar S. E. Las repetidas salvas de artilleria y los repiques de campanas en todas las iglesias parece que encargaban a los ayres que publicasen su regocijo anunciando a distancias, la deseada llegada del inmortal Bolivar a la antigua corte de los Incas, al templo del Sol, al dichoso Cuzco. La Municipalidad presentó a S. E. un caballo ricamente enjaesado con piezas de oro y admitido por la incomparable filosofía de este heroe después de muchas suplicas y ruegos, monto en el hasta su  palacio, y echando pie a tierra paso inmediatamente y antes de todo otro acto a la iglesia catedral al Te Deum que lo patrocinó el Illmo acompañado de todo su clero comunidades religiosas e innumerable concurso, que vertían lagrimas entre las acciones de gracias al señor de cielos y tierra que estaba manifiesto. Enseguida de este acto religioso y edificante paso S. E. a descansar en su Palacio suntuosamente adornado, y allí despues  de una resistencia jenerosa fue coronado de mano de la señora prefecta a quien acompañaban señoras vestidas de lujo con una guirnalda civica de oro matisada de perlas y brillantes que el comercio había dedicado a su obsequio, a pesar de la resistencia que hizo su moderacion (…).[24]

BOLÍVAR Y LOS SÍMBOLOS PATRIOS PERUANOS

Si bien es cierto que la primera bandera peruana fue creada por el general José de San Martín el 21 de octubre de 1820, esta fue sucesivamente modificada —de manera provisional— por Torre Tagle en dos oportunidades (la segunda, el 31 de mayo de 1822).

Finalmente, fue Bolívar quien definió, con carácter permanente, los símbolos patrios que hasta hoy, con ligeras modificaciones y adaptaciones, identifican a la República del Perú. Además, es una ratificación de la segunda modificación realizada por Torre Tagle. Veamos el decreto transcrito por El Sol del Cuzco:

“Ministerio de Estado. SIMÓN BOLÍVAR LIBERTADOR, Presidente de la República de Colombia, Libertador de la de Perú y encargado del Supremo mando de ella & & & &

Por cuanto el Congreso Constituyente ha sancionado lo que sigue:

El Congreso Constituyente del Perú considerando lo necesario que es fijar el escudo de armas que distinga a la Nacion, su pabellon, bandera, estandarte y escarapela, que hasta aquí han sido meramente provisionales.— Decreta—

1º Las armas de la nacion peruana constarán de un escudo dividido en tres campos: uno azul celeste a la derecha que llebara una vicuña mirando al interior, otro blanco a la izquierda, donde se colocará el árbol de la quina y otro rojo inferior y mas pequeño en que se vera una cornucopia derramando monedas, significándose en estos símbolos a preciosidades del Perú en los tres reynos naturales. El escudo tendrá por timbre una corona cívica, vista de plano; e ira acompañada en cada lado de una bandera y un estandarte de los colores nacionales señalados mas adelante.

2º Estas armas constituirán el gran sello del Estado puesta en la circunferencia la inscripción República Peruana.

3º El pabellón y bandera nacional se compondrán de tres fajas verticales, las dos extremas encarnadas y la intermedia blanca, en cuyo centro se colocará el escudo de las armas con su timbre, abrasado aquel por la parte inferior de una palma a la derecha y una rama de laurel a la izquierda entrelazadas. El pabellón de los buques mercantes será sencillo sin escudo ni otra insignia.

4º El estandarte será de la forma de la bandera con solo una corona civica en el medio.

5º La escarapela será de color blanco y encarnado, interpolados.

Comuníquese al Libertador para que se mande imprimir, publicar y circular. Dado en la sala del Congreso de Lima á 24 de Febrero de 1825.— Cuarto de la República. José Gregorio Paredes, Presidente, Juan Baustista Navarrete, Diputado Secretario, Joaquín de Arrese, Diputado Secretario. Por tanto, ejecutese, guardese y cumplase en todas sus partes por quienes convenga. Dará cuenta de su cumplimiento el Ministro de Estado en el Departamento de Gobierno. Dado en Lima á 25 de Febrero de 1825, 4º de la República. Simón Bolívar por orden de S. E. Hipólito Unanue SECRETARIO GENERAL DEL CONGRESO CONSTITUYENTE DEL PERÚ.[25]

CIUDAD BOLIVAR EN INGLATERRA Y CONGRESO DE BOLIVIA

En el número 79 de El Sol del Cuzco aparecen dos publicaciones que llaman nuestra atención.

Por un lado, se trata de una nota que da cuenta de la nominación en Inglaterra de una ciudad con el nombre del Libertador. Veamos: “Entre las varias sociedades que se están formando diariamente, se distingue, por el benéfico objeto de su institución en favor de las clases laboriosas, la que se ha reunido para fabricar casas por medio de subscripciones mensuales. Esta asociación ha empezado á realizar sus planes comprando en el pueblo de Gateshead un terreno apropósito para la construcción de edificios. El martes 1º de noviembre sentó la primera piedra de la nueva ciudad, depositando bajo de ella algunas monedas, y pronunciando el director la siguiente alocución:/ ‘Conciudadanos: sería un delincuente si pasase en silencio el motivo de nuestra presente reunión; pero es demasiado conocido de vosotros, y creo que debo ceñirme a congratularos nuevamente por la consecuencia de vuestro proyecto, de ese proyecto grandioso que vais a emprender elevando las clases laboriosas al rango de propietarios, para que tenga algún dia el derecho de sufrajio en la elección de los hombres virtuosos que nos gobiernen, proporcionando un recurso y un asilo á la industria para que la enfermedad ó la vejez no la pongan al alcance de la avaricia de los propietarios opulentos; y finalmente para que cumplamos de por vida los deberes de ciudadanos y de padres.— Hemos resuelto dar el nombre de BOLIVAR  a la obra que principia con nosotros […] En todos los brindis se pronunció con entusiasmo el nombre del jeneral BOLIVAR y se hicieron votos por el buen ecsito de la independencia en todo el orbe […] Un hombre de la América del Sur importan tanto sobre la tierra? Será creible que en el pueblo más grande del Universo se erija un Ara a la fama de Bolívar? Mortales vedlo. Americanos! Llenaos de horgullo y congratulad a esos hombres inmortales en el holocausto por la deidad á que se dedica”.[26]

Por el otro,  una breve nota destaca que “el 25 de mayo [de 1826] será el día en que Bolivia sea y el Congreso Constituyente de ella se ha formado: sus pasos á la regla de aquella voz sublime que asi se espresó serán la felicidad de esa  república grande por su nombre, por el que la preside y el espíritu que la anima; los derechos del hombre garantidos y las balanzas del poder equilibradas, harán el compendio de la dicha de los pueblos que ecsisten desde el Desaguadero hasta el trópico de Capricornio”

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FUENTES CONSULTADAS

Bibliografía

Basadre, Jorge. Historia de la República del Perú. 1822 – 1933. Tomo 1.  Octava Edición, Diario La República, Lima – Perú, 1998.

Lecuna, Vicente. Cartas del Libertador Tomo 11 The Colonial Press Inc., Nueva York, 1948. Citas en P. 222, 227 y 230

Moreno, Gabriel René. Ensayo de una Bibliografía General de los Periódicos de Bolivia. 1825-1905. Sociedad, Imprenta y Litografía Universo, Santiago de Chile, 1905. 344 P.

Rumazo González, Alfonso. Antonio José de Sucre. Gran Mariscal de Ayacucho (Biografía). Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas, Venezuela, 2006.

Rumazo González, Alfonso. Simón Bolívar. Biografía. Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas, Venezuela, 2006.

 

Webgrafía

http://miguel42oo.blogdiario.com/1431463836/bolivar-abandona-el-peru/ con acceso el 8 de julio de 2019.

https://es.wikipedia.org/wiki/Independencia_del_Per%C3%BA#La_corriente_libertadora_del_Norte_y_la_consolidaci%C3%B3n_de_la_independencia_(1823_-_1826) Con acceso el 8 de julio de 2019.

https://es.wikipedia.org/wiki/Sim%C3%B3n_Bol%C3%ADvar_en_el_Cuzco con acceso del 8 de julio de 2019.

https://es.wikipedia.org/wiki/Sim%C3%B3n_Bol%C3%ADvar#Dictador_del_Per%C3%BA con acceso el 8 de julio de 2019.

https://es.wikipedia.org/wiki/Sim%C3%B3n_Bol%C3%ADvar_en_el_Cuzco, con acceso el 10 de junio de 2020.

 

Periódicos

El Sol de Cuzco 1825 (Nºs  21, 23, 24, 25, 26, 27, 34, 36, 40, 41, 42); 1826 (Nº 79).

 

 

[1]Basadre, Jorge. Historia de la República del Perú. 1822 – 1933. Tomo 1.  Octava Edición, Diario La República, Lima – Perú, 1998.

[2] Basadre, Jorge. Historia de la República…

[3] Basadre, Jorge. Historia de la República…

[4] Basadre, Jorge. Historia de la República…

[5] Rumazo González, Alfonso. Antonio José de Sucre. Gran Mariscal de Ayacucho (Biografía). Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas, Venezuela, 2006. P. 133.

[6] Basadre, Jorge. Historia de la República…

[7] Cf. entre otros, Lecuna, Vicente. Cartas del Libertador Tomo 11, The Colonial Press Inc., Nueva York, 1948. P. 222, 227 y 230.

[8] Basadre, Jorge. Historia de la República…

[9] Basadre, Jorge. Historia de la República…

[10] Basadre, Jorge. Historia de la República…

[11] Basadre, Jorge. Historia de la República…

[12] Rumazo González, Alfonso. Antonio José de Sucre… P. 143.

[13] Basadre, Jorge. Historia de la República…

[14] Basadre, Jorge. Historia de la República…

[15] Basadre, Jorge. Historia de la República…

[16] Rumazo González, Alfonso. Antonio José de Sucre… P. 147.

[17] Rumazo González, Alfonso. Antonio José de Sucre… P. 147, 148.

[18] Rumazo González, Alfonso. “Bolivar. P. 276.

[20] “Viva el Señor Libertador. Viva el Cuzco”. El Sol de Cuzco, Nº 26, (Cus.25.Jun.1825): 2.

[21] “Viva el Señor Libertador. Viva el Cuzco”. El Sol de Cuzco, Nº 26, (Cus.25.Jun.1825): 3.

[22] “Artículo comunicado”. El Sol de Cuzco, Nº 24, (Cus.11.Jun.1825): 4.

[23] “Al Ecsmo. Libertador Bolívar, uno de los individuos que lo acompañan”. El Sol de Cuzco, Nº 26, (Cus.25.Jun.1825): 4.

[24] El Sol del Cuzco, Nº 27 (Cus.2.Jul.1825): 1.

[25] El Sol de Cuzco, Nº 25 (Cus.18.Ju.1825): 1.

[26] “Europa. Inglaterra. Fundacion de una nueva ciudad en Inglaterra con el nombre de BOLIVAR”. El Sol del Cusco, Nº 79 (Cus.1.Jul.1826): 4.

[27] “Congreso de Bolivia”. El Sol de Cusco, Nº 79 (Cus.1.Jul.1826): 4.

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