Las nuevas características que han empapado las dinámicas informativas y comunicacionales en estos tiempos digitales son variadas. Enciclopedias ya se han escrito sobre los cambios que atraviesa la comunicación actualmente y no es para menos, lo que en términos de flujo informativo ocurre cotidianamente se modifica cada minuto y, poco a poco, va estableciendo nuevos marcos generales sobre los cuáles los mensajes son elaborados, emitidos, difundidos y recibidos.
Raúl Trejo, un mexicano estudioso de temas de comunicación (y) política, establece que en la actualidad los mensajes que circulan por redes sociodigitales necesariamente atravesarán por cinco etapas. Estas etapas que podremos, fácilmente, identificar en nuestra propia experiencia comunicacional digital cotidiana son: simplificación, estandarización, segmentación, propagación y trivialización.
Simplificación en tanto reducción de la magnitud y pérdida del contexto que debiera contener todo mensaje, más si es noticioso. Esto es que, independientemente de la magnitud de un hecho (que de por sí debiera ser relevante para ocupar un espacio en un medio de información serio), su transmisión al espacio público requerirá un ajuste del mismo a un determinado formato/tamaño cuyo resultado será su simplificación a unas cuantas palabras que no aportarán el contexto, antecedentes u otros datos relevantes.
Estandarización como pérdida de los criterios de jerarquía y relevancia informativa que aplican los medios serios aún para determinar cuál hecho noticioso va en portada (u otro espacio). También como esa “tendencia a la homologación” hacia patrones informativos y comunicacionales que crean tendencia (memecracia, le dicen) y que hoy la comunicación política (devenida potenciada industria) comercia a mejor postor. La misma que confirma la premisa que señala Trejo: “una vez que circulan, después de poco tiempo todas las noticias se parecen”.
Segmentación de los mensajes que promueve una mayor fragmentación del pensamiento de quien los recibe para su posterior reconstrucción con base en algoritmos que suponen el reforzamiento continúo de nuestras propias creencias y que ahora nos ofrece el menú de la realidad acomodada a cómo ya la concebimos construida por pedacitos de mundo simplificado.
Propagación, entendido como el cambio paradigmático que nos plantea a los usuarios de redes sociodigitales como prosumidores (productores y consumidores) de información, con base en nuestra agenda personal (creencias, intereses, posiciones) que no necesariamente reflejan un interés común. Y, finalmente, trivialización que hace referencia al hecho de que los contenidos triviales reinan en las redes sociodigitales y, como consecuencia, la estandarización de contenidos relevantes sería precisamente hacia la trivialización.
Por supuesto que todas estas etapas por las que transcurre la información en redes tienen sus matices y no son absolutas pero ciertamente reflejan varias tendencias que nos permiten mirar lo que llega a nuestros dispositivos con mayor escepticismo y mejor criterio. Una forma posible de que nos salvemos de infoxicarnos y que demos batalla a los escenarios de posverdad que cada vez son más comunes parece ser informarnos menos pero mejor. Callar y dudar más, no todos los temas están hechos para que opinemos todos. Las enfermedades sociales del nuevo tiempo, a no dudarlo, serán informativas y comunicacionales.
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