La Paz, 29 de agosto (Urgentebo.com).- Los ex presidentes Mesa y Quiroga tomaron un desafío con el entusiasmo de quien acepta la más gentil de las invitaciones. Evo dijo "si quieren venir los ex presidentes, los neoliberales, bienvenidos". Nunca dijo "les invito, yo, a que vengan". Parece un tema semántico. No lo es. No hubo cambio de actitud; era una provocación, una baladronada pero, claro está, uno escucha lo que quiere y los ex mandatarios saben que en política nada vale tanto como una respuesta a tiempo.
Que la declaración del Presidente –desmentida por su Ministra de Informaciones– le signifique ahora otra derrota pública entre quienes andan ya acostumbrados a criticarle, es un tema aparte. Todo tiene un costo de oportunidad y Evo lo ha tomado. Uno es dueño de su silencio, pero debe cargar con el precio de sus palabras.
Los ex mandatarios tienen el derecho de plantear un diálogo sobre cuatro temas que ellos consideran fundamentales, pero eso no implica que el gobierno haya de reconocerles una representatividad que no poseen. Está bien, hablemos con propiedad: nunca se expresaron a nombre de Bolivia; lo hicieron a título personal, con el halo de su investidura, pero Evo sabe que la presión sobre su administración no la están causando los ex presidentes –no tienen músculo para hacerlo– sino los propios movimientos sociales que un día lo llevaron al poder. Mientras en las redes sociales crecía una cándida e inexplicable expectativa por el posible espacio de diálogo que podrían haber abierto Mesa y Quiroga, la única certeza, hoy, es la misma de siempre: los buenos deseos de las clases medias no bastan en este país
