Abril 24, 2024 [G]:

Descreimiento en la clase política boliviana

la mayoría de los problemas que hoy nos aquejan como país se resuelven con humanidad


Jueves 10 de Junio de 2021, 2:00pm






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Cuando tenemos un litigio legal, queremos que el mejor abogado nos asesore; cuando nos enfermamos, queremos ser atendidos por el médico con mayor experiencia; pero ¿Por qué en la política elegimos gobernantes que nunca hayan tenido nada que ver con la política?

Por lo general, si alguien dice que se va a dedicar a la política es porque se va a dedicar a mentir, a engañar y, ciertamente, a hacer algo que le aproveche para sí mismo. La apatía a la política va generalizándose en la sociedad. ¿Cómo no hacerlo frente a la decadente clase política que hoy gobierna el país?

Mientras sucedan hechos como descubrir micrófonos ocultos en despachos de autoridades electas; familiares de Gobernadores y Alcaldes trabajando en la misma institución; aprehensiones arbitrarias a autoridades gubernamentales de gestiones pasadas; o amenazas al presidente del Estado por parte de autoridades como lo hizo el gobernador de Santa Cruz, la clase política boliviana seguirá deteriorando la democracia.

Las democracias no mueren sólo con golpes de Estado o fraudes electorales, las democracias mueren desde adentro: cuando se pierde el respeto mutuo, la tolerancia y las prácticas democráticas. Así también, las democracias tampoco se pierden por una autocracia, se pierden cuando una generación no entiende su lugar en la historia de su momento, cuando una generación es ingenua, cuando una generación es omisa.

El escritor inglés Tomás Moro en el siglo XV entendió que los políticos deben enfrentarse a tres problemas: la pasión por el poder, que recae en aquellos políticos con baja autoestima, -esta clase de personas son las más peligrosas en el poder-; la corrupción, cuando los políticos hacen de lo público algo egoísta, con una lógica del interés propio por encima del interés público; y, la obsesión con la imagen, políticos narcisistas que son capaces de destruir todo a su alrededor con tal de salvar su imagen. Basándonos en el pensamiento de este escritor ¿Cuántos políticos que hoy gobiernan el país padecen de estos problemas?

Mario Vargas Llosa, quien ganó un Premio Nobel de Literatura, respecto a las elecciones presidenciales de 2011 en su país Perú, manifestó lo siguiente: “me niego a creer que mis compatriotas van a ser tan insensatos de ponernos en la disyuntiva de elegir entre el sida y el cáncer terminal, que es lo que serían Humala y Keiko Fujimori”. Esas palabras las sentí tan propias en las elecciones generales de 2019 y elecciones subnacionales de 2021 de nuestro país, que comprendí que en política siempre estamos eligiendo el mal menor, y es porque la gran mayoría de los políticos no tienen la vocación para ser políticos.

Actualmente, cualquier persona es asambleísta, cualquier persona es ministro. No han entendido el verdadero rol que juega el poder para la transformación de nuestra sociedad. Los políticos del partido de gobierno, por lo general, gobiernan para los suyos y no para la totalidad de los bolivianos. Y los políticos de oposición, por lo general, no son una oposición responsable, bloquean la gobernabilidad y no dan vías para la gobernabilidad, están convencidos de que su única función es oponerse a toda propuesta del oficialismo.

Un periodista le preguntó a la Madre Teresa de Calcuta lo siguiente: “¿qué cambiaría de la Iglesia?”, y su respuesta fue: “arrancaría por mí, comenzaría por mí”. Nosotros, los ciudadanos bolivianos somos quienes hemos elegido a la decadente clase política que hoy gobierna. Los partidos políticos son el reflejo de la sociedad, recogen la esencia y naturaleza de la sociedad que representan.

Esta realidad debemos verla con un sentido de oportunidad, no perdamos tiempo en amargarnos por lo mal que los demás hacen las cosas, debemos pensar en lo mejor que podríamos hacerlo nosotros y tratar de hacerlo.

En conclusión, la mayoría de los problemas que hoy nos aquejan como país se resuelven con humanidad, con que nos importe el otro aunque piense distinto, con que defendamos el derecho del otro así como defendemos el nuestro. Necesitamos comprender que el bien del otro es mi bien propio, y poner, por primera vez, los temas éticos arriba de la mesa, bajo la premisa de que quien no tiene vocación para pensar en los demás, en efecto, no tiene vocación para la política.

Artículo de opinión de  Mauricio Quiroga Arias

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