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El 20 + el 21, dos años difíciles


Miércoles 6 de Enero de 2021, 11:00pm






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Ya inició el nuevo año y quedan las vibras positivas de la provisión de buenos deseos, eminentemente virtuales por la pandemia y muy abundantes: todos necesitamos dar y recibir grandes dosis de esperanza.

Si 2020 fue para todo el planeta el año de la pandemia, para Bolivia lo fue agravado con el inicio de la crisis económica heredada de los cinco años anteriores y el de la frustrada transición constitucional con ausencia mayoritaria de visión y sacrificio políticos en la oposición democrática al Masismo. Pero también fue el año que la democracia electoral funcionó, fracasando el argumentario del “golpe” —cada vez más restringido a un golpe a la obnubilada soberbia de “gobernar 500 años” (Morales Ayma, Quiabaya, 26/12/2016)— y con la votación mayoritaria triunfó la pretendida Historia de Éxito del “milagro económico” del MAS —indulgencias ajenas.

Los resultados políticos fueron claros: el común fracaso de los viejos liderazgos políticos —incluida la debacle del mito Evo, con Arce elegido por más del 8% sobre los votos manipulados en 2019 para el Jefazo—, la realidad de que contener la crisis económica fueron los grandes motivadores del voto popular y la urgencia de la reingeniería profunda de la política nacional, tanto en propuestas como en crear mayorías —unidad no es stalinismo ni orwellianismo— y renovar liderazgos.

Al margen de otros actores importantes del período —y rindo homenaje a Mons. Eugenio Scarpellini, luego fallecido por el COVID-19 cumpliendo su labor pastoral y social—, entre el 11/11/2019 y el 7/11/2020 dos mujeres fueron, sin duda alguna, las que personalizaron el período: Jeanine Áñez Chávez y Eva Copa Murga, senadoras de los partidos mayoritarios enfrentados —Demócratas y MAS, hoy los más afectados y que ambas han abandonado—, las que, ante la presurosa desbandada de las autoridades masistas, asumieron lograr la transición democrática y evitar el desborde de la violencia. Con independencia de las decisiones erradas que durante ese año pudieron tomar, es de mérito reconocerlas.

Y está la pandemia. Vuelto a primar en el nuevo gobierno el concepto de “antes de nosotros, nada” y la amnesia en resultados económicos y de salud —tan caros al Evismo y a todos los populismos del socialismo 21—, en lo referido a la pandemia me detengo y preocupo.

La semana del 9 al 15/11 —primera semana de la nueva gestión—, Bolivia tuvo 110 nuevos casos confirmados promedio (771 en total), promedio de 919 pruebas PCR (6.435 total de la semana), 18.029 casos activos promedio (el 15 había 17.260) y una Incidencia Acumulada (IA: índice de nuevos casos x 100.000 habitantes) semanal de 7; los picos históricos habían estado en la semana del 13 al 19/07: 1.638 nuevos casos confirmados promedio (11.465 en total), 3.031 pruebas PCR promedio (21.220 la semana), 35.423 casos activos promedio (39.002 el 19) y 99 la IA semanal.

El 29/11, el Gobierno emitió su Decreto Supremo 4404 instituyendo del 1/12 y hasta el 15/1 una nueva fase de reapertura social para reactivar las actividades culturales, deportivas, recreativas y religiosas. Esa semana (30/11 al 6/12) hubo 134 nuevos casos confirmados promedio (938 en total), 1.209 pruebas PCR promedio (8.461 en la semana), 12.508 casos activos promedio (11.766 el 06) y 8 la IA semanal, datos que motivaron al Ministro Pozo a pronosticar una nueva Ola tan lejos como “entre marzo, abril y mayo” (UC/MS, 24/11), pero esta semana pasada (28/12 al 3/1) cerramos con promedio de 1.116 nuevos casos confirmados (total: 7.818), 2.756 pruebas PCR promedio (19.291 semanal), 18.548 casos activos promedio (20.965 el 03) y 67 la IA semanal: es la Segunda Ola que llega imprevista —y que será mayor porque el 28, el 1 y el 3 se hicieron muchas menos pruebas PCR que el promedio: 1.705, 1.345 y 1.620.

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