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El Alto, capital del auge de los qamiris aymaras

El pasado fin de semana, el matrimonio conformado por Paulino Poma y Celia Patzi inauguraron su edificio  del estilo arquitectónico “Transformers” y su salón de fiestas “Iron Man”. Ubicado en el barrio comercial de 16 julio, el inmueble fue ch’allado a lo grande, con cuatro grupos musicales de renombre.


Miércoles 6 de Marzo de 2019, 11:45am






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La Paz, 06 de marzo (Soledad Mena, Urgentebo.com).-  Los aymaras viven un nuevo momento de apogeo. Los hijos ancestrales de estas tierras hicieron de El Alto una de sus capitales económicas, donde se conocen las diferencias sociales entre uno y otro grupo. Y precisamente por ello, los qamiris alteños exhiben el resultado de años de trabajo.

Guiados por sus genes, los aymaras “hacen dinero sin plata”. Unos son migrantes de primera generación y otros, ya de segunda, pero todos llevan en la sangre esa fórmula para trabajar y cosechar en  tierra dura como la de El Alto, como la del resto del altiplano.

El pasado fin de semana, el matrimonio conformado por Paulino Poma y Celia Patzi inauguraron su edificio  del estilo arquitectónico “Transformers” y su salón de fiestas “Iron Man”. Ubicado en el barrio comercial de 16 julio, el inmueble fue ch’allado a lo grande, con cuatro grupos musicales de renombre.

“Nos costó sacrificio. Nos gusta el diseño, estamos conformes, realza a la ciudad de El Alto”, dijo orgullosa la señora Celia mientras señalaba que la idea de la construcción es una idea de toda la familia, un rasgo que es central en el ascenso económico, pues los aymaras se cooperan entre grupos familiares.

Antes de ser qamiris, ellos eran sariris, es decir, viajeros.  Asentados en El Alto o en ciudades como Oruro e incluso Cobija, los aymaras son migrantes que llegaron a esas tierras por nuevos derroteros.

Al investigar sobre la burguesía aymara, el sociólogo Pablo Mamani descubrió que el “qamiri alteño” tiene la capacidad de “hacer dinero, sin plata”.

Muchos llegan de las provincias y se ponen a trabajar; acumulan su riqueza trabajando por décadas y luego  invierten en cosas  que de niño soñaban tener.

Ahí está el caso de la familia Baldivieso, cuyos patriarcas migraron de la provincia Muñecas, y hoy son expertos en la rectificación de motores de vehículos.

“Hay el surgimiento de una elite aymara que tiene capacidad  económica  y  capacidad  imaginativa de creer construcciones costosas o la forma creativa, neoandinos. Ellos son parte de una emergencia que no solo merece una mirada urbanística, sino una mirada  económica, sociológica y política para entender sus dimensiones”, dijo el sociólogo Mamani.

El sociólogo Jesús Humérez explicó que la burguesía aymara tiene hábitos laborales definidos por el esfuerzo humano. Cuenta el caso de un familiar suyo que hace negocios, alquilando locales y atendiendo en tiendas de lunes a domingo. Y los hijos siguen el mismo ritmo. “Hay que hacer dinero, sin plata. Es importante ahorrar, invertir  en comercio”, es la lógica que manejan. 

Según Humérez, la burquesía aymara está conformada al menos por cuatro  grupos económicos. En el primero se encuentran los comerciantes exitosos, que se dedican a la importación, cuyo espacio principal es la feria 16 de Julio, en el mercado Uyustus o la calle Eloy Salmón en La Paz. 

Los hijos de estas familias hablan chino mandarín, viajan a Asia para hacer negocios, sus  padres esperan en Arica  para distribuir lo importado en Bolivia.

Luego están los propietarios de flotas de tráiler, camiones o de buses de pasajeros. Tienen grandes capacidades económicas. Traen productos de Arica (Chile) o Matarani (Perú) y los llevan hasta Santa Cruz y Cochabamba.

El tercer grupo es el caso de los profesionales exitosos  o dirigentes sociales que supieron acumular capital como funcionarios públicos.

El otro grupo son los contrabandistas,, gente que se dedica a la internación de  mercadería de manera  ilegal, que, como en los otros casos, también crecen gracias a sus redes familiares, que se encuentran en  en Brasil, Chile y otros países.

Humerez destaca que el alteño es comerciante por naturaleza. Las casas en el estilo “cholet” que se ven en cada vez más puntos de El Alto, tiene funciones familiares y económicas. En el primer piso se encuentra el salón de fiestas, luego los apartamentos y finalmente en la planta alta se construye la vivienda familiar, es una visión  distinta  a la burguesía común.

El auge de los qamiris alteños se expresa en la construcción de singulares viviendas, adquisición de veículos de último modelo o del montaje de centros comerciales de primer nivel.

Hay “qamiris” que no ostentan, que continúan caminando como antes. “Tengo amigos y tíos que hace siete años tenían capital económico suficientes pero seguían andando como pobres, llevaba sus cosas en yutes”, dice Humerez. 

El capital social de los q’amiris se muestra en las fiestas, en las prácticas económicas, en las redes sociales, en la formación de capital que son a la vez festejo, producción y comercialización, afirma un estudio de Jorge Llanque.

Esto significa que a pesar de los procesos de imposición y transculturación, los qamiris aymaras usaron lógicas y prácticas propias para recrear sus instituciones generadoras de capital, en el marco de sus valores y costumbres. Lo que se traduce que las enormes fiestas o los inmuebles de estilo “cholet” o “transformer” permiten la mayor acumulación.

El q’amiris  también invierte en en expresiones simbólicas, sociales y familiares,

Para el sociólogo Mamani, el burgués aymara no halló un proyecto político con el que se identifica, por eso su apuesta es económica. “Hay una resistencia por surgir por la desconfianza, se sienten amenazados”.

Desarrollo y migración

Para el exvicepresidente y destacado intelectual aymara, Víctor Hugo Cárdenas,  la burguesía que surge en la ciudad de El Alto, se se transforma y se asienta en los sitios tradicionales para la clase  media alta tradicional, bajo la lógica de conseguir estatus.

Los q’amiris alteños  se trasladan a la  zona sur de La Paz.  “Hay alteños que se están trasladando a zonas residenciales, antes iba a visitarles a El Alto ahora voy a visitarles en Calacoto, Florida. Es interesante el cambio”, dice Cárdenas.

Otro rasgo es que una fraternidad de danza es el punto de cohesión social, porque ahí se conocen, se asocian y se hace negocios. Ese espacio es dinámico, económico,  festivo, social y financiero. 

Destaca que el q’amiris aimara expresa ya no ahorra en el colchón, pues como busca crecer hace depósitos, transacciones y obtiene créditos de la banca, son reconocidos porque cumplen con los plazos.

El prestigio es muy importante dentro de la burguesía aymara,  una vez que un fraterno pasa fiesta ya no es cualquier  persona. Éste es reconocido y tiene un puesto.

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