Diciembre 21, 2024 -H-

El cataclismo local por el triunfo de Donald Trump

Si el actual gobierno de Bolivia es esta vez más diestro y menos dogmático en sus obsesiones, puede darse cuenta de la perspectiva de mejor relacionamiento con los Republicanos que con los Demócratas. Y es que la posibilidad para gobernantes y población de asumir responsabilidades propias parece más realista, respecto a la relación con el Gigante del Norte, bajo el gobierno de Trump que bajo la pasada tutela de Obama.


Lunes 14 de Noviembre de 2016, 9:45am






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El reciente triunfo del candidato Donald Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos provocó una conmoción que sobrepasa las fronteras de ese país. México se estremece ante la amenaza del muro que impediría el paso de migrantes ilegales, generadores de ingresos con sus remesas de dinero, y cuya construcción, además, debería ser pagada por el gobierno de ese país; también Europa se altera ante la perspectiva que el triunfo republicano fortalezca el empoderamiento de grupos nacionalistas e hiper conservadores, sedientos de poder ante el descalabro de los partidos tradicionales. Igualmente, países del Asia se sobresaltan, amenazados de no contra más con el protector paraguas nuclear del Tío Sam.

En nuestro país también hay quienes se turban por el triunfo de Donald Trump, quizás por razones menos dramáticas que en otras regiones, pero no por ello menos angustiantes.

La proverbial miopía reflexiva de nuestras élites criollas hizo que muchos de sus exponentes se desbocaran en grandilocuentes análisis sobre las imposibilidades de que Trump pueda ser elegido presidente. Se preguntaban, incluso, cómo ese charlatán había logrado salvar obstáculos y llegar al nivel de disputarle el voto a la matrona deificada, Hilary Clinton. Claro que ese fenómeno no fue un particularismo boliviano, pero aquí tuvo ribetes más chuscos.

En ese orfeón se juntaron indiscriminadamente personajes de derecha y de izquierda, encajonados en premisas liberales y multiculturalistas. Ello, debido a un fenómeno político por el cual la izquierda tercer mundista se asimila cada vez más a los valores de los liberales norteamericanos, aceptando sus valores y, por tanto, su conducción política: los aspectos más visibles de ello es su particular percepción del conservacionismo medioambiental y del multiculturalismo, entre otras políticas.

Esas reivindicaciones son consideradas los nuevos motores de la historia y—resabios del racionalismo marxista— si la historia tiene sentido y no puede haber marcha atrás, era lógico para estos analistas considerar el triunfo de los demócratas como el único posible.

En el colmo de esa certitud, en Bolivia, en la residencia del embajador norteamericano, la flor y nata política e intelectual criolla se dio cita para un simulacro electoral, en el que ganó arrolladoramente Hilary Clinton. Poco después, sin embargo, les llegaba la noticia del triunfo en las elecciones verdaderas de Trump frente a Clinton, noticia que seguramente les fue tan desmoralizadora y aterradora, como lo fue para los militantes reunidos en el local demócrata en Nueva York, cuya desolación ni siquiera fue consolada por su candidata, quien desertó presentarse, abandonando a sus huestes en el desamparo moral que les embargaba.

El triunfo de Donald Trump implica el ocaso de muchas premisas liberales. Tomemos el caso del multiculturalismo. Los demócratas pensaron que el voto de los “hispanos” aseguraría su triunfo. Ese discurso provocó más bien el despertar de otro “gigante dormido”, el blanco pobre, marginado y privado del control de su propio destino. El multiculturalismo liberal ennoblecía la identidad del inmigrante, mientras ignoraba la de sus propios ciudadanos. El “hispano” en la óptica liberal es visto como reserva y auxiliar político, y para cumplir esa función debe haber subdesarrollo y miseria en los países de los cuales provienen esos migrantes.

En Bolivia, las élites defraudadas por el liberalismo saldrán rápidamente de su estupor. Como ha sucedido frecuentemente en nuestra historia, mudarán de convicciones adaptándose a los aires del tiempo. No sería nada raro que dentro de poco los jardines de la embajada norteamericana estén llenas de nuevo de las mismas personas, esta vez aplaudiendo y mimando las políticas de Donal Trump.

Sin embargo, puede haber una gran contrariedad en esa perspectiva. Si el actual gobierno de Bolivia es esta vez más diestro y menos dogmático en sus obsesiones, puede darse cuenta de la perspectiva de mejor relacionamiento con los Republicanos que con los Demócratas. Y es que la posibilidad para gobernantes y población de asumir responsabilidades propias parece más realista, respecto a la relación con el Gigante del Norte, bajo el gobierno de Trump que bajo la pasada tutela de Obama.

 

* Pedro Portugal Mollinedo es director de Pukara y analista de temas indígenas en Bolivia.

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