Diciembre 24, 2024 -H-

El fatídico Codex Justinianus

Cuando el Estado abre la boca dice leyes y los conflictos sociales se superan con una ley. Una clara señal de que el derecho es una ciencia social más y no debe estar separado de otras ciencias sociales.


Martes 22 de Mayo de 2018, 10:30am






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Contra lo que podría suponerse, el emperador Justiniano gobernaba lo que quedó del Imperio Romano desde Oriente, Constantinopla. Justiniano era un católico ferviente y endureció las leyes contra paganos a favor de los cristianos, que, a su vez, castigaban toda disidencia. Para ganarse ese favor, Justiniano hizo algo imperdonable: clausuró la Academia Ateniense en el 529, que Platón había fundado hacía nueve siglos y era el centro de la filosofía griega. Ya Constantino, el primer emperador romano cristiano, había reducido las labores de la academia a la labor estudiosa de unos filósofos inofensivos que se dedicaban al pasado. Pero Justiniano, fiel a sus creencias, clausuró la Academia y los filósofos se fueron a Persia. Quizá por eso el 529 fue señalado como el año del fin del mundo, o, al menos, del mundo antiguo, que mediante la Academia conservaba la filosofía griega, la cual los cristianos abominaban. Por eso la filosofía clásica sufrió una edad oscura que duró dos siglos.

También se piensa que el Derecho Romano, una institución copiada por las legislaciones civiles del mundo, incluida la nuestra, se originó en Roma. No ocurrió así porque es copia del Código Justiniano, hecho por una comisión de 10 hombres reunidos en Constantinopla y presididos por Triboniano. Ese fatídico año 529 presentaron 12 tomos con casi 5.000 leyes que conformaban un sistema legal y se llamaron Codex Justinianus, a los cuales siguieron 50 tomos de jurisprudencia u opiniones de los siglos 2 y 3 de nuestra era, calificada como la edad de oro del derecho romano, y luego se preparó un texto general de derecho, según cuenta Isaac Asimov, quien no solo escribió ciencia ficción, sino también libros sólidos de historia, que consultamos.

Quizá desde entonces el Derecho se juzgó a sí mismo como una ciencia normativa, mucho más desde Kelsen, es decir, sin vínculo alguno con las relaciones sociales económicas, sociales e ideológicas existentes. Pero la ley es reflejo de dichas relaciones; por eso, el método más seguro para conocerlas es seguir los debates camarales, porque en ellos se hacen claras las influencias, los intereses y los representantes de ellos, que defienden su charque o el que representan. La ley es el idioma del Estado. Cuando el Estado abre la boca dice leyes y los conflictos sociales se superan con una ley. Una clara señal de que el derecho es una ciencia social más y no debe estar separado de otras ciencias sociales.

 

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