Ya escribí este año, en esta misma columna, que hay dos tipos de existencia, la real y la jurídica. La real es la que puede percibirse mediante los sentidos mientras que la jurídica es la que se define por ley, generalmente mediante documentos.
Simón Bolívar es una de las más grandes figuras de la historia universal y, por ello, no es raro que se le atribuya varios hijos. No existe acuerdo entre los historiadores sobre la cantidad de amantes que tuvo ni mucho menos acerca de los hijos que pudo haber tenido. En su libro “Los amores de Simón Bolívar y sus hijos secretos”, Ramón Urdaneta hace una lista exhaustiva de sus posibles vástagos pero no aporta documentación sobre filiaciones.
Por eso, el caso del hijo que el Libertador pudo haber tenido en Potosí es, literalmente, único en su especie. Los libros cuentan que fue concebido como resultado de las relaciones que Bolívar tuvo con María Costas cuando estuvo en la Villa Imperial, en octubre de 1825.
El hijo se llamó José Costas y habría vivido buena parte de su vida en Caiza, población de la provincia Linares de Potosí, donde se juntó con Pastora Argandoña con quien tuvo tres hijos. En 1895, cuando ya tenía 69 años, se sintió viejo y enfermo así que decidió liquidar sus asuntos terrenales y se casó con la compañera de su vida. El detalle es que, al casarse, y en artículo mortis, declaró al cura, David Padilla, que era hijo de Simón Bolívar. Y el otro detalle es que el sacerdote puso el dato en la partida y así generó la única prueba documental sobre un hijo del Libertador.
¿Homónimo? ¡No! La historia del romance de Simón y Joaquina era, y es, demasiado conocida como para pensar en un equívoco. El Simón Bolívar a que se refiere la partida de matrimonio de José Costas es, en efecto, el mismo al que Bolivia le debe su nombre.
Por otra parte, hay que considerar que en el siglo XIX los sacerdotes eran fedatarios de los actos de las personas así que, para incluir algo tan importante como la paternidad en una partida, pedían pruebas. Es lógico que Padilla también lo haya hecho.
El tema salió a flote esta semana por la publicación de la primera fotografía de la famosa partida, que se conserva celosamente en el archivo parroquial de Caiza. La foto fue tomada por Teresa Campos Costas, descendiente de José, luego de obtener una autorización escrita del obispo de Potosí, Ricardo Centellas.
Se trata de la partida original que, como me confirman historiadores y abogados, es un documento válido y explico por qué:
El Registro Civil comenzó a operar en Bolivia recién a partir de 1941. Hasta 1940, los únicos documentos válidos, y admitidos como tales, sobre la existencia de las personas y sus efectos en la sociedad eran las escrituras notariales, si se referían a esos hechos, y las partidas de bautismo, matrimonio y defunción expedidas por los sacerdotes católicos en sus correspondientes parroquias. Las de bautismo eran consideradas pruebas del nacimiento de las personas ya que generalmente consignaban la fecha.
En el caso de José Costas, no hay ningún reporte sobre su partida de bautismo así que, por ahora, no existe documentación sobre la fecha ni el lugar de nacimiento. En cambio, sí existen sus partidas de matrimonio y defunción. La de matrimonio es la que señala que era “hijo natural de la Sra. Finada María Juaquina Costas y del finado Señor Simón Bolívar”.
Ese documento original, cuya fotografía fue publicada esta semana es una prueba legal, una prueba documental. Y lo que prueba es que sí, que Bolívar tuvo un hijo en Potosí.