En plena Ceja de El Alto se levanta una plaza cerrada al público y que llama la atención por el monumento al guerrillero Ernesto Che Guevara. No es una escultura. Es una obra hecha a base de metal reciclado y en la que el personaje de izquierda parece tener un abanico. Además, en su entorno hay una serie de elementos sin coherencia de tamaño que distraen la atención: flamencos, cascadas de agua, nevados y hasta palmeras. Y en un punto está un letrero que dice El Alto.
Así se alza el principal monumento que da la bienvenida a quienes visitan por primera vez la ciudad de El Alto o a quienes ya están acostumbrados a ver dicho memorial que recuerda la presencia guerrillera de la década de los 60 o el impulso izquierdista en el gobierno del Movimiento Al Socialismo, iniciado el 2006. Frente a ese monumento hay quienes se preguntan si es adecuado mantener dicho monumento en una ciudad que más bien tiene una fuerte identidad étnica, aymara.
De siete metros de alto, una pieza de metal se alza al centro de la plaza de la Liberación, a la entrada de El Alto. El monumento al Che Guevara fue creado por Félix Durán en el 2008 como pieza conmemorativa a la primera década del siglo XXI con la guerra del Gas y la ascensión de Evo Morales al poder. Desde su instalación esta obra ha provocado controversia y esta se acentúa más.
“El Che en la Ceja es una especie de incoherencia en términos simbólicos y estéticos. El Che no tiene nada que ver con la lucha de El Alto”, asevera el Dr. Pablo Mamani Ramírez, docente de sociología de la Universidad Privada de El Alto (UPEA), quien considera que figuras más ligadas a la identidad alteña son Túpac Katari, Bartolina Sisa o las víctimas de la Guerra del Gas, de septiembre y octubre de 2003.
Por otro lado, la identidad alteña está vinculada más con el mundo andino. “El Alto es una ciudad compuesta de distintas dinámicas, distintas historias, pero con una matriz cultural andino y aymara, en el sentido más propio de la región por sus características comerciales y festivas”, agregó Mamani.
En este contexto imponer una figura extranjera solo daña a la propia historia y cultura boliviana, que queda relegada a un segundo plano, complementa el investigador.
En contraparte, otros entienden el carácter simbólico del monumento al Che, consideran que el monumento al Che con sus ya 16 años ya es parte referencial de la urbe. “Tiene una connotación social, política, por lo que ha sido el 2009. Al mismo tiempo, tiene un fuerte componente político social que, a veces, contrasta con lo que es la ciudad de El Alto, una ciudad aymara y todo eso. No obstante, yo creo que está presente su lucha y su reivindicación social”, explica el arquitecto Gustavo Cortez Alanoca, miembro de la Comunidad de Estudios de El Alto (CERCO).
A partir de estos dos pensamientos, surgen las siguientes alternativas: una relacionada con mantener el monumento, pero reformar su entorno por elementos más acordes con el mensaje detrás de la escultura y otra enfocada en mover esta pieza a un lugar donde las personas que se identifican con la lucha del Che puedan rendirle homenaje.
“Me parece que es oportuno retirar (el monumento del Che Guevara) para llevar a otro lugar, en el que gente que pueda identificarse con su línea (ideológica) y su lucha pueda tenerlo allí”, agregó Mamani.
La financiación del monumento estuvo a cargo de un grupo denominado “Los Satucos” encabezados por su principal líder Gustavo Torrico Landa, el entonces Ministro de Culturas, Pablo Groux, y el alcalde de El Alto, Fanor Nava.
El coordinador de la Dirección Municipal de Culturas, Juan Carlos Nina, tiene una posición sobre el monumento. “El monumento del Che Guevara representa más a un socialismo, por eso el uso de elementos reclidados. De momento, para nosotros todo está bien con relación al monumento y se le realiza su mantenimiento como toda su plaza en su conjunto, cuando se nos notifica”
UNA OBRA Y UNA PLAZA SIN SENTIDO ESTÉTICO
Si bien algunas de las quejas con respecto al monumento del Che se enfocan, principalmente, a la estatua de manera general, otras de las observaciones van dirigidas a los elementos que son parte de la plaza, como las palmeras, flamencos y la fuente ubicados a los pies de la estatua que carecen de sentido considerando el principal personaje.
Para el arquitecto Cortez, esto se debe a que la mayoría de las veces personas poco preparadas o con nula experiencia en la cultura toman decisiones en nombre de la ciudad y desde espacios municipales. Además, Cortez destacó como la plaza está con rejas, lo que limita a los ciudadanos el poder disfrutar o relajarse en esta parte de la ciudad.
“Tienes que sentirte en un lugar seguro, es un lugar de relajación. Entonces, ahí puedes contemplar la escultura [...] estas áreas libres deben ser trabajadas y esa es labor del municipio”, agregó Cortez y pidió que el espacio se reacondicionado ya que el lugar debería mostrar arte que inspire a los ciudadanos y que los lleve a marcar sus propias luchas sociales.
Juan Carlos Nina Bautista, Coordinador Cultural de la Dirección Municipal de Cultura, admitió que no se plantearon las observaciones hacia los elementos que componen la plaza de la Liberación. Dijo “es una plaza más, una parte de la diversidad cultural y política de El Alto”.
No obstante, tras estas observaciones, Nina se comprometió a evaluar la plaza donde se ubica la estatua del Che y los elementos que la componen. “En 2008, (la instalación de la estatua) fue un poco apresurada ponerlo en la Ceja y no se lo acompañó de los elementos que corresponde a este personaje histórico. Por lo tanto, esta tendría que tener un lugar más importante y con elementos más acordes”, añadió.
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