Diciembre 21, 2024 -H-

El relato de Luis Arce

Sin gas y sin el contexto externo favorable, la única alternativa que tiene este gobierno es dejar todo en manos de la iniciativa de millones de bolivianos, de los que invierten su propio dinero, arriesgan, hacen negocios, generan empleo.


Domingo 6 de Diciembre de 2020, 10:00pm






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Mientras que Evo Morales está obsesionado con imponer el relato del golpe de estado, para lavar su imagen de fraudulento, incitador al terrorismo y especialmente, de huidizo, el presidente Luis Arce no deja de insistir en su propia versión del estado de la economía boliviana, que califica como desastrosa, pese a que numerosos especialistas en la materia consideran que estamos muy lejos de los números de la UDP, periodo negro de nuestra historia que usa el mandatario para graficar la situación.

Pero Arce no deja de insistir en su mirada apocalíptica, aunque no usa cifras para demostrarlo, sino declaraciones que se repiten como estribillos, como culpar a la gestión de Jeanine Añez de haber provocado un saqueo de las arcas públicas, que destruyó por completo el edén que había dejado al momento de su salida, en noviembre del año pasado.

Desde la otra esquina, la ex presidenta transitoria le recuerda a Arce que estamos en un año de pandemia que demandó gastos extraordinarios, especialmente  la entrega de bonos, receta que el actual gobierno está repitiendo y con apuesta doble, lo que podría incrementar aún más el déficit fiscal que la administración del MAS dejó en niveles alarmantes, sin Covid y con una industria del gas todavía funcionando. ¿O es que también quieren echarle la culpa del desastre gasífero a los 11 meses de gestión de Añez?

Arce quiere conservar su imagen de milagrero en materia económica. Todavía repite que él fue el autor de la bonanza de más de una década que, según dice, se cayó como castillo de naipes en muy corto tiempo. Pero ni al peor mago se le ocurriría tratar de apagar un incendio con un vaso de agua, como pretende hacerlo con el impuesto a la riqueza, la única propuesta ha salido de su galera, pese a que cualquier gobernante serio debería saber a qué se mete antes de candidatear y tener un plan para remediar las cosas.

Sin ideas y sin recursos, el presidente ensaya otra solución y se la lanza al mundo con voz lastimera. Le propone a la ONU la condonación de la deuda externa de los países pobres, propuesta que habrá causado risa en los círculos financieros internacionales que vieron cómo el mismo Luis Arce estampó el endeudamiento más grande de la historia del país, en pleno apogeo económico y con el único fin de comprarle aviones, construirle palacios y edificarle museos a su jefazo, quien no se mete con los números y que debería estar opinando sobre el gesto de mendicidad que hace su ahijado ante la comunidad global.

Si la situación fuera tan grave como la pinta Luis Arce, debería exponer el plan que tiene preparado, empezar con el programa de austeridad que prometió y especialmente, no seguir con la arremetida anti empresarial y anti sector privado que está ejecutando. Sin gas y sin el contexto externo favorable, la única alternativa que tiene este gobierno es dejar todo en manos de la iniciativa de millones de bolivianos, de los que invierten su propio dinero, arriesgan, hacen negocios, generan empleo y son capaces de incrementar la productividad. Ese es el único relato que puede hacer milagros.

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