Diciembre 22, 2024 -H-

Episodio IX, el Descenso de Star Wars

J.J. Abrams nunca tuvo la Fuerza consigo. Donde la película de Johnson fue una “carta de amor” al verdadero espíritu de Star Wars, Abrams se hunde en las arenas movedizas del planeta Jakku.


Lunes 23 de Diciembre de 2019, 8:30pm






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Esta reseña contiene Spoilers

23 de diciembre, (Especial de Mané Montalvo para Urgente.bo).- Cuarenta y dos años han pasado desde el estreno de Star Wars, La Guerra de las Galaxias en castellano. Pensada como una “Serie B” del espacio para vender los juguetes y productos derivados que George Lucas separó de su contrato con la Fox, Star Wars acabó siendo una película revolucionaria, inventando el ciclo de los llamados “Blockbusters” de los años 80 y marcando varias generaciones de cinéfilos.

La trama, inspirada de las películas Siete Samurai y Rashomon del Maestro Akira Kurosawa, relata como un caballero Jedi anciano y ermitaño (Obi Wan), un joven campesino (Luke), una princesa feminista (Leia), dos androides salvados de un depósito de chatarra (R2D2 y C-3PO), un bucanero del espacio (Han Solo) y un Wookie (Chewbacca) infligen una inesperada y dolorosa derrota al Imperio Galáctico del temible Darth Vader.

Star Wars revolucionó el cine por su estilo, su música (John Williams), sus actores emblemáticos (Mark Hamill, Harrison Ford y la inolvidable Carrie Fisher), sus referencias a las peleas de aviones de la Segunda Guerra Mundial (X Wings contra Tie-Fighters) y sus efectos especiales en una galaxia, muy muy lejana. En suma, un grupo de don-nadies y rebeldes pueden alterar el curso de la historia con el apoyo de la fe (la Fuerza). “Una en un millón”, le dice con alegría Han Solo al futuro maestro Jedi Luke Skywalker luego de volar la Estrella de la Muerte con los ojos cerrados piloteando el X-Wing “Rojo Cinco”.

(Si aún no ha visto Episodio IX, no lea lo que sigue).

Lo que nos lleva a dar un salto en el hiperespacio a la última entrega de la saga, Episodio IX - “El ascenso de Star Wars”, donde le dieron el privilegio de cerrar la saga de los Skywalker al director de la serie “Lost¨.

Abrams al igual que su famosa serie, no supo cerrar este monumento del cine mundial. Debemos dar un paso atrás al Episodio VIII, porque es necesario recordar donde “Los Últimos Jedi” aciertan para entender dónde falló Episodio IX.

Para empezar, el director resucita al Emperador Palpatine y olvida muchos de los preceptos argumentales de “Los últimos Jedi” de Rian Johnson. Johnson tuvo libertada argumental y de dirección (algo que sucedió en 1980 con Irvin Keshner en Episodio V) y el resultado fue una muy buena película. Probablemente la segunda mejor de la saga con “El Imperio Contrataca”. En Last Jedi, Luke, anciano y ermitaño Jedi como el Obi Wan que lo cuidó en su juventud, se ha vuelto gruñón, pero sobre todo auto-crítico y realista.

Luke, luego de formar a Rey con tres lecciones de vida, indica con toda propiedad que los Jedi en su apogeo (y arrogancia…) llevaron a la República a su caída, propiciando el ascenso de Palpatine y décadas de sufrimiento en la galaxia. Yoda explica a Luke que en el aprendizaje es necesario equivocarse, incluso si uno estudia para ser Maestro Jedi. Ren y Kylo Ren, el Ying Yang de esta entrega, desarrollan conflictos personales en su maduración como Jedi y Sith respectivamente y queda claro que la Fuerza puede aparecer en las personas menos pensadas como fue siempre la idea de la saga desde sus inicios (el Stormtrooper desertor Finn y el niño en el potrero en la última secuencia de la película). Rey y Kylo logran derrotar juntos al temible Snoke, y a la poderosa Guardia del Emperador.

Al final de Episodio VIII, Luke enfrenta a Kylo y toda la Primera Orden, “a mano limpia con su sable láser” luego de la fantástica Batalla de Creit (filmada en el Salar de Uyuni de Bolivia) y queda establecido, a pesar del triunfo de la Primera Orden y la casi desaparición de los Rebeldes, que la esperanza (junto con la Fuerza) son el germen de la Rebelión, y ese es el justo triunfo moral de Luke para la posteridad. Rey, pobre, chatarrera e hija de padres desconocidos, se ha convertido en la última Jedi. Luke ha logrado despertar la esperanza a pesar de haber fallado en la formación de Ben Solo, convertido en Kylo Ren.

J.J. Abrams, con las limitaciones que vimos en la aceptable “El despertar de la Fuerza”, olvida todos estos conceptos, para hacer una copia en esteroides de Episodio VI- “El Retorno del Jedi”. Con flojera narrativa, restaura el Derecho Divino de ser Jedi por nacimiento, convirtiendo a la historia de Rey y Kylo en una suerte de “Romeo y Julieta” del espacio y resucita a Palpatine usando el poder de los caballeros del Lado Oscuro, que se menciona en “La venganza de los Sith” en base al mito de Darth Sidious. Recrea casi imagen por imagen la secuencia de la Batalla de Endor, esta vez en el Planeta de los Caballeros Sith, incluyendo la emboscada de la Flota Imperial a los Rebeldes, pero sin que el Almirante Akhbar grite “es una trampa”. Abrams se ve forzado a usar enormes agujeros argumentales para justificar el prematuro deceso de Carrie Fisher, y la presencia de la querida Princesa Leia, en base a rollos no usados en Episodio VIII, es muy forzada.

Aparecen, al fin, Los Caballeros de Ren, los Sith formados por Kylo Ren y estos personajes son completamente desperdiciados… apenas un par de minutos en escena. No se desarrolla tampoco el hilo de los posibles dones que tiene Finn con la fuerza y se desperdicia al interés amoroso del Stormtrooper desertor con Rose, otro de los personajes interesantes de la última trilogía. El Almirante Hux, otro personaje denso de estas últimas entregas, que además decide pasar del lado de la Rebelión, es inexplicablemente liquidado en medio segundo. Finalmente, Poe, el nuevo líder de la Rebelión, funde el reactor del Halcón Milenio con “mini saltos al hiper-espacio” haciendo eco a los mini-saltos argumentales de este director que debió desde el inicio quedarse a dirigir Star Trek, donde le fue mucho mejor.

¿Hay algo bueno en “El Ascenso de Skywalker”? Sí. La breve aparición de Luke y del “Rojo Cinco”, la secuencia en el sistema Endor con la batalla entre Rey y Kylo en los restos de la segunda Estrella de la Muerte, y la escena del diálogo imaginado por Ben con su padre Han Solo. Adam Driver lleva gran parte del peso de la película sobre sus espaldas y se consolida como uno de los mejores actores de su generación. Daisy Ridley, convertida en Maestra Jedi, es el complemento lógico del dilema de Kylo vs. Ren. Obviamente que la aparición del resto de la Flota Imperial, escondida durante estos años en los extremos de la Galaxia como relatan las novelas Aftermath, que se situan luego del Retorno del Jedi es un impresionante acierto visual. Finalmente mencionar, la aparición final de Lando Carlissian al mando del Halcón Milenio, interpretado por Billy Dee Williams, uno de los personajes más queridos de la saga. Dicho de otro modo, todo lo bueno de Episodio IX, se lo debe Adams a la nostalgia.

J.J. Abrams nunca tuvo la Fuerza consigo. Donde la película de Johnson fue una “carta de amor” al verdadero espíritu de Star Wars, Abrams se hunde en las arenas movedizas del planeta Jakku. El descenso de la película de Abrams se debe, como en “Lost”, al desorden mental en armar las dos películas que le tocaron.

Nos hubiese gustado ver la continuación y el cierre de la saga de la mano de Rian Johnson quien exploró nuevas rutas argumentales, aunque sabemos, que muchos fans (y la productora Disney) de Star Wars se fueron por la vía fácil… contrariamente a las sabias enseñanzas de los Maestros Yoda y Luke Skywalker donde en la vida, como en el cine “las cosas nunca salen como las tienes pensadas…”

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