Abril 18, 2024 [G]:

Exclusivo: Chile amenazó con invadir el Titicaca e influyó en Paraguay para que avance a Bolivia

Ambos puntos fueron pasos posteriores a la invasión de Antofagasta en febrero de 1879 que dio lugar a que Chile declarase la Guerra del Pacífico a Bolivia y al Perú. El Gobierno de Santiago presionó y arrebató el territorio boliviano por la inmensa riqueza de sus recursos. Presionó para lograr la firma de los tratados. Un trabajo del periodista Guido Peredo Montaño.


Lunes 26 de Marzo de 2018, 1:15pm






-

Washington, 26 de marzo (Guido Peredo Montaño, especial para Urgentebo).- Antes, durante y después de la llamada Guerra del Pacífico, el estado chileno llevó adelante una estrategia de presión total sobre Bolivia para hacerse de sus recursos naturales en el departamento del Litoral. Documentos a los que accedió el portal Urgentebo en Washington dan cuenta de que Chile amenazó con tomar el Lago Titicaca para posteriormente invadir La Paz y buscó al gobierno de Paraguay para que, desde ese lado de la frontera, avance hasta el territorio nacional y obtenga beneficios.

Ambos puntos fueron pasos posteriores a la invasión de Antofagasta en febrero de 1879 que dio lugar a que Chile declarase la Guerra del Pacífico y procediera con otras medidas para imponer los tratados que suscribió con Bolivia y Perú, para explotar los recursos naturales que permitieron el desarrollo económico del país trasandino.

El Tratado de 1904 es el que ha sido mencionado una y otra vez por las autoridades chilenas y por el equipo jurídico que defiende los intereses del vecino país en la Demanda Internacional que se desarrolla en la Corte Internacional de La Haya. "Chile "cumplirá y hará cumplir" los pactos internacionales, como el tratado de 1904, "que constituye una verdadera piedra angular que regula las relaciones pasadas, presentes y futuras entre Chile y Bolivia", dijo la anterior semana el presidente Sebastián Piñera.

Los datos hallados en Washington permiten entender el contexto en el que se desarrollaron las negociaciones entre Chile, Bolivia y Perú, países que fueron presionados por el gobierno transandino hasta lograr tratados como el de 1884 y el de 1904, pues contaba con la suficiente información sobre los recursos arrebatados a Bolivia, que le garantizarían el desarrollo. 

Hacia el Lago Titicaca

Desde 1840, 39 años antes de la invasión a Antogasta, Chile envió expediciones al Litoral boliviano y hacia la peruana Tarapacá para cuantificar y verificar la riqueza de sus tierras, llenas de salitre y guano. Los resultados llevaron a la definición de un proyecto que incluía la toma de esos territorios, pues con los abundantes recursos se aseguraba el futuro promisorio de la nación, según documentos a los que accedió la revista Oxígeno en Estados Unidos.

Hoy, de manera reiterativa, Chile defiende y exige el respeto a los tratados. Con Bolivia firmó dos: uno el Acuerdo de Paz de 1884 y, dos, el llamado Tratado de Paz y Amistad suscrito en 1904. Los documentos muestran que la suscripción de ambos documentos no tiene relación ni con la paz ni la amistad, sino con la amenaza chilena sobre el más vulnerable, en este caso Bolivia y Perú.

El 4 de abril de 1879, el representante del gobierno de Estados Unidos en Chile, Thomas Osborn, en una nota diplomática confidencial, le confiesa al Secretario de Estado en Washington Dc, William Evarts que: “militares cercanos al general (Manuel) Baquedano le hicieron saber que Chile sabía el valor astronómico de los territorios conquistados a Bolivia y Perú, y que los retendrían a cualquier precio”. Por eso se explican los hechos que ocurrieron antes y después de esta cita oficial enviada a Washington.

Entre 1881 y 1886, Chile fue gobernado por el abogado Domingo Santa María, quien fue Ministro de Relaciones Exteriores en pleno desarrollo de la Guerra del Pacífico. En noviembre de 1883, ante la negativa de las autoridades bolivianas, el ya entonces mandatario ordena al Coronel Diego Dublé Almeyda cargar en el tren lanchas torpederas (entre ellas la Colocolo) con miles de soldados rumbo a Arequipa, que luego debían continuar el viaje hacia Puno, para finalmente tomar el lago Titicaca con el objetivo de invadir La Paz. Así revelan documentos que se encuentran en el Archivo del Senado de EEUU y en la biblioteca histórica del Departamento de Estado, en Washington DC.

En las memorias del Ministerio de Guerra de Chile (páginas 180 -185 del año 1884) se evidencia que Santa María planificó la toma del lago Titicaca como medida de presión para obligar a Bolivia a firmar el Acuerdo de Paz. Sobre este episodio, el historiador Willian F. Sater, en su libro titulado “Andean Tragedy” (Tragedia Andina), dice: “Bolivia en abril de 1884 entendió el mensaje de Santa María, que ordenó a su comandante enviar una masa de soldados a tomar el Titicaca”.

Chile presionó económica y militarmente a Bolivia y Perú para que ambos gobiernos firmen los acuerdos de paz bajo condiciones insostenibles. Federico Pezet y Manuel Maurtua, en su libro titulado The Question of The  Pacific-1901, describen que “el Departamento de Estado sabía que Chile ofreció a  Ecuador  tomar lo que quedaba del Perú para beneficio propio y que repartirse Perú  garantizaría la ansiada paz”.

En otro texto oficial, con  más 850 cartas y notas de diplomáticas restringidas, titulado “Mensajes del presidente de  Estados Unidos, en los trámites de la guerra en Sud América, y planes para traer la paz” _editado por el Senado en enero de 1882_, se revela que en medio de las “Conversaciones de Arica”, iniciadas el viernes el 22 de octubre de octubre de 1880 a bordo del barco USS-Lackawanna, Thomas Osborn confiesa  a sus colegas que “empresarios, y diplomáticos calcularon que el valor de la conquista superaba fácilmente 400 billones de dólares en oro y por ello  Chile impondrá los derechos del vencedor”.

A bordo del Lackawanna estuvieron presentes los representantes bolivianos Mariano Baptista y Juan Carrillo y los chilenos Eulogio Altamirano y Eusebio Lillo (este último amigo íntimo y viejo conocido de Baptista), además de los peruanos Antonio Arenas y Aurelio García. La delegación norteamericana estuvo compuesta por Isaac Christiancy (delegado ante Perú), Osborn (Chile) y el diplomático  Newton Pettis, enviado a Bolivia.

La conferencia en Lackawanna duró tres días, (22, 25 y 27 de octubre 1880); en la primera sesión los enviados chilenos lanzaron una agenda de siete puntos rechazada inmediatamente por los aliados. El diálogo no iba a tener condiciones, según los representantes del Departamento de Estado, pero Chile expresó que deseaba que Perú y Bolivia cedan Tarapacá y Atacama, y pidió una indemnización por gastos de la guerra. Desde hace más de un siglo, la diplomacia chilena insiste en que los tratados fueron sellados voluntariamente, pero la historia demuestra lo contrario.

El 23 de octubre, según “Los mensajes y papeles de la Guerra en Sud America -1882”, el enviado por Departamento de Estado ante el Perú reconoce que antes de reunirse en el Lacakawanna viajó a Santiago para persuadir al presidente Aníbal Pinto para que negocie sin condiciones. El mandatario rechazó la propuesta, pero el diplomático mintió al enviar a EEUU una nota donde dice que “Chile negociaría sin condiciones un acuerdo con Perú- Bolivia”. Un año después fue destituido por el Departamento de Estado.

Fracasado el diálogo, el estadounidense Osborn confiesa en sus notas a Washington que “Chile organizaba el asalto a Lima, y que otros miles de soldados estaban listos para cruzar a Potosí”. A fines de diciembre del 1879,  un reporte del alto mando chileno dice: "el ejército ya marcha hacia Lima a pesar de todo" (Ministerio de Guerra Chile- memorias de 1880 pág. 84-180)

Todos contra Bolivia

La evidencia sobre las presiones y extorsiones chilenas suman. Entre diciembre de 1880 y junio de 1881, el Departamento de Estado recibe notas de sus enviados en Sud América indicando que “el gobierno de Chile invitó a Ecuador y Paraguay a incursionar en Bolivia y Perú para devorar lo que quedaba de ambos países”.

En una nota de marzo de 1879, el mismo Osborn indica que “en medio de la invasión a Antofagasta, el gobierno chileno planificaba el envío de varios cargamentos de armas al Paraguay”. Una revisión de la historia muestra que el 15 octubre de 1879, el presidente paraguayo Cándido Barreiro redefine fronteras con Bolivia; mediante un decreto, busca eliminar el acceso natural al río Paraná que conecta a Bolivia con el Atlántico. Luego, militares paraguayos  toman el fuerte Olimpo y fundan un puesto militar en territorio boliviano. En consecuencia, mientra Chile tomaba el Litoral,  el gobierno nacional se ve obligada a firmar los tratados Quijarro - Decaunt, y posteriormente el Tratado Tamayo - Acebal con la administración de Asunción.

Todos estos detalles de las negociaciones entre Chile-Bolivia, se encuentran en un legajo de más de ocho mil cartas y documentos diplomáticos que eran confidenciales en el archivo de la librería del Departamento de Estado, hoy abiertas al público bajó el título: “Affairs in Chile, Perú and   Bolivia-1882” (Relaciones en Chile, Perú y Bolivia – 1882”).

Diplomacia, Minería y Hacienda

Las exigencias de Chile para firmar el Acuerdo de Paz de 1884 y el Tratado de 1904 encontraron en los gobiernos Aniceto Arce, José A. Aramayo, Gregorio Pacheco y finalmente en el de Ismael Montes los socios perfectos. Un episodio relatado por el historiador chileno Gonzalo Bulnes, en su libro “Guerra del Pacifico”, expone con detalles y documentos de la Cancillería de Chile las gestiones realizadas por su gobierno para acordar la paz. En la página 192 se dice: (…) Arce,  Baptista y Campero, eran hombres entendidos partidarios de llegar a  un entendimiento con Chile  y sin condiciones. El 12 de diciembre de 1881, en Tacna por mediación del militar  Camacho, Baptista se reúne con el enviado personal de Santa María, E. Lillo, e intercambian ideas y documentos sobre un acuerdo con Campero (…).

Cartas diplomáticas confirman que desde la hacienda Pullalli (Chile)  se enviaba a Washington, cartas confidenciales. Pullalli, perteneció a los padres del General Manuel Baquedano y luego a la familia del controvertido Benjamin V. Mackenna. La diplomacia norteamericana usaba la hacienda por sugerencia del General Judson Kilpatrick,  entonces representante de USA ante Chile en 1881.

Mackenna y Kilpatrick habían desarrollado gran amistad en Miami y Nueva York. En 1866 el historiador chileno fue enviado a EEUU para crear una milicia, comprar armas y reclutar ciudadanos chilenos y peruanos con el objetivo de atacar Cuba, que estaba en manos de España.

El presidente Garfield se cansó de las pretensiones chilenas de anexarse territorios por la vía armada y como Kilpatrick conocía Chile, pero el estadounidense muere y los agentes chilenos obligan a su viuda a enviar informes falsos desprestigiando a Bolivia y al Perú. Este acto molestó a Washington que decidió acercarse a  Perú. (JL-GHP-FR-pag94-95).

Las pretensiones chilenas de anexarse territorios mediante la guerra molestaron a Estados Unidos. Tras la toma de Lima, y el fracaso de los acuerdos de paz, la diplomacia de EEUU envió una nota a  Chile advirtiendo que no se quedaría de brazos cruzados. Pero, urge aquí romper otro mito. Entonces, Washington no tenía capacidad militar para defender al Perú y a Bolivia.  Kilpatrick en sus primeras notas advirtió a la Casa Blanca de que Chile poseía gracias, a empresarios y bancos europeos, una poderosa marina, mejor equipada que la de EEUU.

El Almirante C. Perry Rodgers, en un informe al senado, en marzo de 1879, dice: “Sería ridículo y vergonzoso entrar en una guerra con Chile, pues ellos pueden hacer desaparecer nuestra miserable marina. Chile tiene apoyo económico y militar de Inglaterra, Francia, Italia, España, y Bélgica”, reportó el jefe militar.

Toda esta información empoderó a Chile y el invasor decidió quedarse en Lima, pretendía, incluso, tomar La Paz y Cochabamba, pues sus fuerzas estaban concentradas en Tacna y con pertrechos de guerra suficientes para enfrentar cualquier resistencia. Pero para esta época, las salitreras usurpadas a Perú y Bolivia ya eran explotadas y se vendían minerales a los socios europeos en retribución por el  armamento que les habían cedido. Había que concretar el negocio. Así, el Acuerdo de Ancón (1883) y el Acuerdo de Paz  (1884), fueron base para los posteriores tratados. ///

.