El arzobispo Carlo Maria Viganò fue nuncio del Vaticano en Estados Unidos entre 2011 y 2016. Este domingo su nombre circuló con mucha fuerza debido a una carta que se hizo pública en la que acusa al Papa Francisco de “cubrir” y silenciar los abusos del cardenal estadounidense Theodore McCarrick,. Con ese argumento le pide que “dimita” por haber mirado hacia otro lado.
En la carta, Viganò asegura que él personalmente le informó de que el cardenal McCarrick había sido acusado por acoso sexual a un adolescente y que Benedicto XVI le había impuesto una serie de sanciones que restringían sus poderes. La respuesta de Jorge Bergoglio a Viganò nunca llegó, supuestamente, y el Vaticano no actuó hasta este verano, cuando el caso salió a la luz a través de los medios y el Papa retiró a McCarrick su condición de cardenal.
El arzobispo Viganò escribió una carta de 11 hojas. En ella el prelado acusa a otros miembros de la Curia de formar una "lobby gay" y encubrir las acusaciones contra el cardenal estadounidense. El medio especializado Infovaticana ha publicado la versión en castellano de la carta, si bien el documento que publican ellos es de 14 páginas.
La carta, una acusación sin precedentes a un Pontífice lanzada desde un nivel tan alto en la jerarquía eclesiástica, fue publicada por diversos medios católicos conservadores como el The National Catholic Register, LifeSiteNews o InfoVaticana, según informa el diario El País.
Viganò es un controvertido y ultraconservador arzobispo que ocupó altos cargos en el Vaticano. En la carta asegura que se reunió con el papa Francisco, justo después de su elección (el 23 de junio de 2013), y le alertó de la gravedad de las acusaciones a McCarrick.
El exembajador vaticano escribe que Francisco conoció el caso el 23 de junio de 2013 porque él mismo se lo comunicó "y siguió encubriendo al cardenal exarzobispo de Washington, McCarrick".
“La corrupción ha llegado a los niveles más altos de la Iglesia”. Según explica en su carta -a la que el Vaticano no quiso responder -, Francisco le preguntó en el primer encuentro que mantuvieron acerca de su impresión sobre McCarrick para tenderle una trampa. “Le respondí con total franqueza y, si lo desean, con mucha ingenuidad: ‘Santo Padre, no sé si usted conoce al cardenal McCarrick, pero si le pregunta a la Congregación para los Obispos, hay un expediente así de gordo sobre él. Ha corrompido a generaciones de seminaristas y sacerdotes, y el Papa Benedicto le ha impuesto retirarse a una vida de oración y penitencia’. El Papa no hizo el más mínimo comentario a mis graves palabras y su rostro no mostró ninguna expresión de sorpresa, como si ya conociera la situación desde hace tiempo, y cambió enseguida de tema”, señala en su misiva.
En el contexto se da cuenta de que el papa Benedicto XVI ya había tenido conocimiento entre 2009 y 2010 de la actitud de McCarrick –una serie de abusos a seminaristas a los que invitaba a dormir a su cama en una casa que tenía en la playa- y le había impuesto unas sanciones canónicas según las cuales debía dejar el seminario donde vivía, se le prohibía celebrar misa en público, participar en reuniones, dar conferencias o viajar.
Viganò señala que el Papa Francisco “continuó encubriéndolo” y “no las tomó en consideración”. Además, el actual papa convirtió a McCarrick en un “fiable consejero” con quien consultó los siguientes nombramientos en EE UU y a quien utilizó para la relación con la Administración Obama. Lo extraño es que todo el mundo sabe que si realmente pesaban esas restricciones sobre McCarrick, este nunca las cumplió y siguió celebrando misas durante el pontificado de Benedicto XVI.
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