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Exorcismos en Bolivia: Todo empezó cuando tenía 8 años, Dios y Satanás luchaban dentro de mí

. “He visto personas que vuelcan los ojos, que caminan de espaldas y tienen episodios de agresividad, pero nunca levitar, o vomitar verde”, explica el Rvdo. Waldo y aclara que si bien ha sido testigo de manifestaciones extrañas, como cambios en el tono de voz o hablar en otras lenguas como el arameo, lo más importante es la lucha interna entre el espíritu maligno y la persona que está poseída.


Viernes 7 de Julio de 2017, 11:15am






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El sacerdote Waldo Riveros, foto Página Siete

La Paz, 07 de julio (Urgentebo).- "Mis problemas empezaron a los 8 años –ahora tengo 24- tenía pesadillas, veía cosas que mis padres no creían. Llegó un momento en que quería matarme y lo gritaba. Había en mí una lucha entre Dios y Satanás. Antes de que me ungieran, eché espuma por la boca". Este es el relato de una joven que recurrió a su iglesia (protestante) para que la ayuden a sacar al mal de su cuerpo, rito que para la iglesia católica se llama exorcismo, aunque la psiquiatría dice que no hay evidencia científico médica de que exista la posesión demoníaca.

“Exorcismo es una voz griega que significa, echar fuera, extraer, expulsar, no es exclusiva de la iglesia católica. Todas las culturas tienen su manera de expulsar el mal de las personas”, refiere Waldo Riveros, un sacerdote boliviano instruido en el Vaticano para realizar el exorcismo, un ritual que es más frecuente de lo que se cree en el país. Según el entrevistado, al menos dos personas por semana acuden a él en busca de ayuda.

El Padre Riveros es uno de los pocos exorcistas en Bolivia, fue autorizado hace cinco años por la Iglesia Católica para expulsar demonios y cualquier otro espíritu maligno de personas y casas, aunque explica que en realidad cada Obispo está facultado desde su ordenación, para realizar este rito.

“El mal es una realidad que ataca a todas las personas, está presente en todas las culturas y cada una tiene una respuesta distinta para combatirlo. Desde nuestra fe católica, el mal puede ser vencido por la oración a Jesús; es Él quien vence al mal”, dice Riveros convencido de que cualquier persona alejada de Dios, es susceptible de una posesión demoníaca. 

Sin embargo, aunque es una realidad latente en nuestro país y en el mundo, una posesión demoniaca no presenta el drama que estamos acostumbrados a ver en las películas de Hollywood, pero sí son frecuentes. “He visto personas que vuelcan los ojos, que caminan de espaldas y tienen episodios de agresividad, pero nunca levitar, o vomitar verde”, explica el Rvdo. Waldo y aclara que si bien ha sido testigo de manifestaciones extrañas, como cambios en el tono de voz o hablar en otras lenguas como el arameo, lo más importante es la lucha interna entre el espíritu maligno y la persona que está poseída.

“Las manifestaciones externas no son lo más importante, a veces la persona puede estar peleando internamente con un espíritu maligno pero externamente no mostrar ninguna reacción”, explica Riveros, y agrega que éstos son los más difíciles y complicados de afrontar.

Reconocer la presencia maligna

El exorcista Riveros explica que son muchos los indicios que muestran una presencia demoníaca. Ver una sombra, escuchar una voz, sentir que alguien nos mira, despertar por la madrugada, pueden ser señales de que el mal está rondando. “Cuando empiezas a tener sueños raros, o sentir cosas extrañas, puede ser que esté empezando un influjo maligno y uno puede pensar que es producto de su imaginación, pero son cosas reales, y es que el mal está ahí”, explica Riveros y agrega que, también las casas, animales y hasta plantas pueden ser objeto de una posesión espiritual.

Los demonios o espíritus malignos, son millones y  tienen diferentes nombres. Estos fueron parte de las nueve jerarquías de ángeles que se rebelaron contra Dios. El padre Waldo afirma que ha podido identificar a espíritus de personas que no descansan en paz, es decir fantasmas “que poseen a los vivos”.

Riveros explica que no es recomendable hablar por ningún motivo con los espíritus. Quienes hablan con estos malignos, lo hacen bajo su propio riesgo, ya que “un maligno puede quitarte la vida, puede inducirte al suicidio o al asesinato”.

Caso de posesión demoníaca

Sara C. (nombre ficticio) relata que su historia comenzó desde que era muy niña, “tenía pesadillas, veía cosas, mis padres pensaron que era mi imaginación pero ya desde los 8 años empecé a tener pensamientos suicidas”, afirma la muchacha.

Su familia siempre fue cristiana. Sara recuerda haber sufrido su primer episodio de posesión demoníaca cuando tenía 16 años, “fuimos a un encuentro o retiro espiritual, la presencia de Dios era muy fuerte y comencé a temblar (algo normal en el cristianismo) y después de eso vinieron mis pastores y comenzaron a hablarme, cuando los escuché me puse más sensible y la presencia se hizo más fuerte. Había una lucha espiritual en mí, entre Dios y Satanás. Comencé a gritar fuerte con otra voz que no era mía, según mis amigos que estaban por ahí, porque yo no era consiente al 100 por ciento, yo comencé a decir cosas como que ´me quiero matar´. Después boté espuma o no sé que era... Luego tuvieron que ungirme (echarme aceite para calmarme) ya que yo había ido como apoyo y no podía hacer semejante espectáculo”.

Desde entonces la vida de Sara no es la misma, además de las continuas intervenciones religiosas para liberarla de los espíritus malignos refiere que sus padres comenzaron a llevarla a psiquiatras y psicólogos. “En mi congregación me explicaron que cada uno tiene ese espíritu dentro, sea el motivo que sea, algunos con adicción, tristeza, odio, enfermedad, etc. No sé si me creas, pero si vas a una iglesia cristiana apostólica verás que esto es muy común”, dice a la revista Oxígeno la muchacha.

“Se supone que la persona que pasa por esto, tiene que ser más persistente con sus oraciones y la lectura de la Biblia, pero yo no lo hice, me deje vencer fácilmente. Aparte según dicen ellos, tu puedes botar a un demonio pero si no eres lo suficientemente fuerte, vuelven”, explica Sara, triste porque desde entonces debe usar mediación psiquiátrica y siente que no ha sanado. “No sané ni me siento mejor, desde esa vez los demonios volvieron con más intensidad y tiempo después de eso quedé internada en el hospital”, refiere Sara, paciente de un hospital psiquiátrico.

Dentro de su experiencia, el padre Waldo Riveros ha logrado identificar a personas que presentan solo problemas psiquiátricos, sin embargo señala que una gran parte de quienes han acudido a él, sí han demostrado evidencia de posesión demoníaca, y muchos de los casis están relacionados a temas de trastornos mentales frecuentes. “Cuando yo veo que la cuestión no es espiritual, mando a la persona al psicólogo como corresponde, pero además, antes de realizar un exorcismo yo pregunto a la persona si ha hecho un examen médico y la gente que viene generalmente ya ha visitado psiquiatras, psicólogos, curanderos y vienen cuando ya no hay nada más que hacer”, explica el sacerdote.

Más frecuentes de lo imaginado

Humberto Fernández, pastor de la Iglesia Metodista, explica que aunque en su religión no se practica el exorcismo como tal, “cuando se presume de que existe algún espíritu maligno, se recurre a levantar una oración para que el espíritu maligno deje de actuar.

El sacerdote Riveros afirma que atiende un promedio de dos personas por semana que acuden a él para ser exorcizadas. Las personas que acuden a él no siempre son católicos; muchas vienen de otras regiones del país para poder entrevistarse con el padrecito y contarle el por qué sospechan de una posesión demoniaca.

“Cuando una persona acude a mi yo le hago una entrevista, y si noto que es una cuestión espiritual hago más pruebas y le doy mi rosario para ver si siente algo, muchos tiemblan o balbucean ahí se puede ver si una persona está siendo atacada por un maligno”, explica el padre Riveros.

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