Diciembre 22, 2024 -H-

Herejía

Así planteadas las cosas, el dibujo no es una herejía contra la religión católica porque esta reconoce la igualdad entre seres humanos. La reacción contra el dibujo es una herejía… una herejía contra la sana convivencia entre los hijos de Dios.


Jueves 1 de Marzo de 2018, 2:30pm






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Ver a la Virgen María en calzón y con los muslos al descubierto es chocante. Para los católicos, entre los que me cuento, su imagen, en cualquiera de sus advocaciones, está asociada a la de la madre. María es la madre de Jesús y Jesús, además, por aquello de la Santísima Trinidad, es Dios mismo. Si la Virgen María es madre de Jesús, también es madre de Dios… es la madre de la humanidad. Y, claro, a nadie le gusta que se divulgue una imagen en la que nuestra madre aparezca mostrando gran parte de su cuerpo desnudo.

Es, por tanto, cuestión de sensibilidad y esta es la principal razón por la que el dibujo de Rilda Paco de la Virgen de la Candelaria mostrando un calzón rojo provocó no solo una reacción viral, por su profusa circulación en las redes sociales, sino virulenta, a nivel de varios sectores de la sociedad orureña.

La noticia me recordó, de inmediato, a lo ocurrido en el siglo XVI con el indio Francisco Tito Yupanqui que, por una cuestión de fe, quiso esculpir la imagen de la Virgen María. Con ese afán, viajó de Potosí, donde residía temporalmente, hasta La Plata, hoy Sucre. “Logo fui a Chuquisaca a pedir el licencia de il Señor Obespo para cofradía di nuestra Señora, e ser pentor e hazaer boltos”, contó. Pero el obispo le negó el permiso y le dijo que, en lugar de pintar o hacer imágenes de la Virgen, mejor que pinte a la mona con su mico: “y si lo quereys ser pentor pintaldo la mona con so mico, que no os lo quiero dar el licencia para pentor e si lo vol lo pintays, y lo hazeys vultos di la Vergen que yo os lo castigare muy bien…”.

La licencia eclesiástica, necesaria en una época de plena censura para toda obra de arte, le fue negada por ser indio. Sin embargo, Tito Yupanqui hizo la imagen, una, precisamente, de la Virgen de la Candelaria, y, por la reacción virulenta que causó, se la llevó de Potosí a La Paz y luego a Copacabana.

En su tiempo, la imagen —que hoy es patrona de Bolivia— fue rechazada por haber sido esculpida por un indio. Me pregunto qué hubiera pasado con el dibujo de Paco si este hubiese sido obra de un hombre.

Quizás la reacción hubiera sido la misma, quizás no… lo cierto es que, más allá de la sensibilidad —a la que siempre se debe tomar en cuenta—, la reacción contra la Virgen semidesnuda es una muestra de intolerancia porque, al final de cuentas, es la visión cultural la que determina que un desnudo sea “obsceno”. Cuando los invasores españoles llegaron a las tierras bajas de lo que hoy es Bolivia, encontraron a indias e indios desnudos. Un misionero se quitó la sotana para cubrir a una de ellas. Los hermanos cruceños dicen que así nació el tipoy.

El Obispado de Oruro convocó, incluso, a un acto de desagravio. Al parecer, ofenden más las piernas de la Virgen en un dibujo que las piernas que las bailarinas de caporales o morenada muestran sin ningún desenfado en el Carnaval de Oruro, y en Ch’utillos, y en la fiesta de la Virgen de Guadalupe, y en Gran Poder, y en Urkupiña y en… todas las fiestas patronales que, generalmente, son presentadas como actos devocionales pero, finalmente, se convierten en una gigantesca excusa para emborracharse. En esas fiestas, nuestras hijas, nuestras hermanas o nuestras parejas muestran sus piernas sin que nadie se ofenda, sin que nadie hable de “obscenidades”. Se trata, entonces, de una cuestión de doble moral que una misa no podrá corregir.

Así planteadas las cosas, el dibujo no es una herejía contra la religión católica porque esta reconoce la igualdad entre seres humanos. La reacción contra el dibujo es una herejía… una herejía contra la sana convivencia entre los hijos de Dios.

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(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

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