Venezuela empezó a despedir el 2019 con una honda decepción al quedar virtualmente sin un vigoroso frente opositor capaz de conducirle por el camino de la libertad. Un país que se muere de hambre o por falta de medicinas, ahora parece que deja su destino solo a un milagro.
En enero todo parecía indicar que los días de la tirania chavista estaban contados. Juan Guaidó se autoproclamó "presidente encargado", con el apoyo de 88% de sus compatriotas y el reconocimiento de medio centenar de países.
Guaidó debió jurar el cargo en una multitudinaria concentración pública porque la Asamblea Nacional mezquinamente se negó a hacerlo aprobando un "estatuto" a la transición que resultó ser plomo en las alas para el "gobernante".
El 23 de enero, (fecha emblemática porque hace 61 años fue derrocado el dictador Marcos Pérez Jiménez) una millonaria ayuda humanitaria de organismos internacionales debió entrar "si o si" (prometió Guaidó). Era el detanonante para el fin del régimen.
La ayuda no pudo transponer la frontera desde Colombia porque el régimen criminal prefirió que fueran incendiados los camiones y su cargamento. Esos mismos días, 1.200 militares desertaron y se refugiaron en Cúcuta.
El embajador designado por Guaidó, Humberto Calderon Berti (un exministro demócrata cristiano que en sus tiempos hizo florecer la industria petrolera) fue alertado por la policia colombiana del malestar en las filas de los militares desertores, que prácticamente deambulan en las calles sin ayuda.
Calderon Berti logró acomodarlos en hoteles, hospedajes, etc, mientras los hombres de Guaidó (varios diputados entre ellos) andaban en cenas opíparas, en cabarets con compañias de dudosa reputación gastándose dineros de la ayuda internacional.
Un diputado muy cercano a Guaidó y su hermano y fueron dejados drogados en su hotel por dos mujeres alegres (actualmente detenidas). Uno de ellos murió. La policia colombiana alertó de los graves hechos a Calderon Berti y entonces comenzó una soterrada campaña contra el honorable personaje.
En los corrillos políticos se hablaba de una colosal malversación por parte de quienes manejaron la ayuda internacional (No por nada Estados Unidos enfríó su entusiasmo por Guaidó y los suyos, aunque las causas son variadas y hasta tienen que ver con engaños porque mientras Washington alentaba la pronta salida de la tiranía, los "opositores" tras bastidores primero (y publicamente después) negociaban con la tiranía en Oslo y en Barbados).
La semana pasada Guaidó destituyó a Calderón Berti. Desde el principio parecia una error garrafal por el prestigio personal y profesional del embajador. Las razones no fueron otras que el "escándalo" de Cúcuta, como confirmó públicamente y con testigos el destituido.
Voluntad Popular, el partido de Guaidó y Primero Justicia, de su "canciller" itinerante, Julio Borges, ordenaron que a media docena de sus diputados involucrados por las denuncias de Calderón Berti sean investigados y algunos perderán sus cargos en la comisión de contraloria de la AN.
Podrían también mandarlos a la guillotina, la UNICA gran verdad es que la "oposición" a la dictadura, que parecía tan vigorosa en enero, al terminar el año voló en pedazos en las manos de la confianza nacional, porque los que aspiran a ser gobierno parecen ser tan ladrones, corruptos, lascivos y tramposos como los que ya gozan de las miles del poder.
El chavismo asesino ¿se consolida en el poder? Amanecerá y veremos.