Diciembre 22, 2024 -H-

Humanitario

Corresponde, entonces, que la misma sabiduría, serenidad y, sobre todo, humanidad, sea aplicada en otros casos, particularmente los vinculados a la política interna.


Jueves 13 de Julio de 2017, 5:45pm






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La mayoría de la población boliviana recibió con beneplácito la decisión del presidente Evo Morales de devolver a su país a los carabineros chilenos detenidos cerca de la frontera.

Y es que la decisión fue atinada, humanitaria y, sobre todo, un buen golpe diplomático en la accidentada relación bilateral con Chile de los últimos años.

Solo quienes tienen interés manifiesto en perjudicar la imagen del jefe de Estado protestaron por la injerencia en la justicia que representó tal decisión. Y es que, beneplácito aparte, hay que aceptar nomás que, de haberse aplicado la ley, lo correcto era que los carabineros hayan sido puestos a disposición de la justicia ordinaria para que su caso siga el trámite respectivo.

Que el presidente lo haya evitado se ve, por lo menos en teoría, como una abierta injerencia del Órgano Ejecutivo sobre el Judicial. Sin embargo, los puristas en materia judicial tendrían que recordar que la doctrina incluye a dos figuras, la amnistía y el indulto, como vías rápidas al perdón de los delitos. Se trata de dos facultades que las legislaciones conceden al Poder Ejecutivo o al Legislativo. La primera opera antes del juicio, como sería el caso de los carabineros, y la segunda cuando ya existe una pena.

Si se toma en cuenta el interés superior, que es el que debe primar siempre en materia judicial, existían abundantes razones, muchas, incluso, de Estado, para que proceda la amnistía que determinó el presidente al decidir que los carabineros sean devueltos a sus países.

Algunos dirán que fue un golpe de efecto, y tendrán razón, pero deberán admitir que fue muy bueno.

Intereses políticos y diplomáticos aparte, el gobierno tendrá que admitir que, cuando toma una buena decisión, y más aún si con esta se atiende razones humanitarias, como el clamor de la madre de uno de los carabineros, tiene el respaldo mayoritario de la ciudadanía.

Corresponde, entonces, que la misma sabiduría, serenidad y, sobre todo, humanidad, sea aplicada en otros casos, particularmente los vinculados a la política interna.

El MAS no puede negar que en los más de 11 años que permanece en el poder ha observado una actitud más bien intolerante con quienes no piensan como sus militantes. El pensar distinto, o el libre pensar, se han convertido en acciones punibles ya que se utiliza la maquinaria judicial para perseguir adversarios e inclusive encarcelarlos.

En el caso de la prensa, se ha optado por la asfixia para rendir a quienes todavía mantienen una línea editorial distinta a la que se dicta desde el Ministerio de Comunicación. Los contratos estatales se distribuyen conforme a esa lógica así que muchos medios han visto sus ingresos recortados. Hay periodistas que, ante la posibilidad de ser procesados por una justicia proclive al MAS, optaron por cruzar la frontera.

Es necesario recordar que en el país existen muchos detenidos por razones más políticas que jurídicas y, debido a ello, muchos hogares están sin padre porque deben visitarlo en una cárcel. Al mismo tiempo, otros debieron salir del país por considerar que aquí no tienen las garantías necesarias para afrontar un debido proceso (en este punto no incluimos a quienes huyeron por otros motivos, como Gonzalo Sánchez de Lozada y sus exministros).

Utilizando la amnistía, e incluso el indulto, el gobierno podría propiciar un reencuentro de las familias que se vieron fraccionadas por juicios, encarcelamientos o fugas. Así no solo habría una madre agradecida, una chilena, sino muchas bolivianas.

La ciudadanía también respaldaría que el criterio humanitario se aplique a esos casos.

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

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