La Paz, 30 de mayo (Urgentebo).- Tenía apenas seis o siete años cuando el ahora artista paceño José Luis Sandi, nacido en 1993, vio por primera vez el Episodio IV de la saga “Star Wars” y quedó impresionado con el ingreso de “El Destructor Estelar clase Imperial I”, tanto que lo primero que hizo al llegar a su casa fue dibujar a la nave. Con el paso de los años se convirtió en un fanático de la saga y uno de los más importantes reproductores y creador de naves y objetos que pueden ser un aporte boliviano al universo en el que combate los rebeldes de la República contra las Fuerzas Imperiales.
La aprobación de sus padres le llevó a ser empeñoso y quizas hasta obsesionado con la reproducción de las naves y luego la creación de otras. “¡Qué bonito y divertido!”, rememora Sandi los ánimos que le daban sus progenitores. Empezó con latas de leche, luego trabajó con papel porque la plastilina se derretía o la arcilla le daba un aspecto rústico.
Sus primeras naves fueron víctimas de un accidente cuando las guardó encima de un librero por protegerlas. Le cayeron unos libros que las dejaron planas, lamenta como una anécdota.
Una vez que salió bachiller, Luis Sandi se inscribió en la carrera de Arquitectura de la Universidad Mayor de San Andrés, se especializó en construcción de maquetas. Aplicó sus nuevos conocimientos, realizó investigaciones y probó una y otra vez para armar su propia Guerra de las Galaxias
Tropezó con el problema de los materiales cuando optó por trabajar con el plástico, pues en Bolivia hay poco material para comprar; entonces tuvo que usar el ingenio. “Las pinturas para hacer maquetas son exageradamente caras porque pocas personas se dedican a este arte en plástico”, explica. Por ello optó por dominar el papel, para mezclarlo con pinturas látex.
Sandi se considera fanático de Star Wars. Como muy pocos, durante su juventud, se alejó de las actividades rutinarias de su edad para concentrarse en el dibujo de las maquetas y luego en la construcción de las naves a escala.
Entre las naves que construyó están: El Halcón Milenario, Transporte de Exploración Todo Terreno (AT-ST) y Tydirium. Y claro se encuentra el Destructor, cuya obra le valido muchos elogios.
Luis creó aeronaves conceptuales que pueden ser parte de los ejércitos de la Guerra de las Galaxias. En su obra algunas son propiamente parte de la flota que protagonizan la saga, pero también hay otras que podrían pertenecer a ese mundo ficticio. “Soy propositivo con nuevas naves”, agrega.
“Me gusta la animación japonesa, manga, animé”, revela Sandi, creador de personajes al estilo manga japonés, haciendo el cruce en ambos tipos de arte.
En su patrimonio cuenta con dos conceptuales (dos naves creadas por él) además de vehículos u objetos reducidas a escala humana, entre éstas se encuentran el Hangar Imperial de la estrella de la muerte, un pasillo por donde pasan las naves, un destructor imperial de tres metros, nave Ala-X de un solo piloto.
Luis sumó a dicha flota el ALA-X para dos pilotos.
Su primer prototipo “El Destructor Estelar clase Imperial I” fue reproducido con algunos errores. Pesaba 25 kilos y fue víctima de su propio peso. “Le coloqué fibra óptica, efectos de luz”, detalló.
La última versión del Destructor la hizo con yeso, molde plástico para bordes y detalles, plástico para piezas, metal, cartón, y una base interna para que no se doble, consistente en piezas de fierro. Mide tres metros. Quienes no conocen al detalle la película podrían decir que es una réplica, pero Luis precisa que no es en términos exactos, pues cuenta aportes creativos del artista para el universo de Star Wars.
Sandi confiesa que le llamaron la atención los efectos especiales de las primeras películas cuando no habían los elementos necesarios para la producción. También dice que la saga de Star Wars incopora elementos bolivianos: el Salar de Uyuni y el idioma quechua.
En el Episodio IV de 1977, Greedo, ser alienígena, habla en quechua a Han Solo; mientras que en el Episodio VIII en el planeta Crait, se desarrolla una batalla decisiva a favor de La Fuerza en el Salar de Uyuni. En el guión, los personajes lamen el suelo y dicen “Sal”, lo que llenó de emoción al artista y fanático cuya casa parece tener partes de la misma galaxia.