Abril 26, 2024 [G]:

La apetencia de David Choquehuanca y el futuro político del MAS

Ciertamente, David Choquehuanca ha fundido su ser político con el discurso pachamamista. Pero ese discurso ya ha pasado de moda. Cuando era vigente, sus realizaciones fueron caricaturales, superficiales y engañosas


Viernes 14 de Enero de 2022, 12:30pm






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Rafael Bautista S. publicó recientemente un artículo difundido por Indymedia de Argentina y titulado “Cuando el ‘MAS’ se hace menos”. El tema, si no proviniera de un conocido exegeta del posmodernismo masista, podría catalogarse como una conspiración más de la derecha, destinada a hacer creer al pueblo militante que en el seno del MAS hay discordia, división y enemistades profundas.

Pero no. Proviene de un “filósofo” que interpretó los arcanos del “Proceso de Cambio” e inspiró prácticas innovadoras en altos funcionarios de gobierno. No sería raro que, si se rastreara la convicción del vicepresidente David Choquehuanca de curarse del Covid 19 comiendo pasto, podríamos llegar a ese tipo de teóricos. La situación al interior del MAS debe ser, pues, cruenta, para que salgan a luz escritos de este tipo y de tales autores.

La preocupación de Rafael Bautista es que se habría desatado en el MAS “una guerra injusta y hasta inútil” contra el vicepresidente David Choquehuanca. Detrás estaría el reflejo de supervivencia del “líder único” (Evo Morales), amenazado en sus competencias.

Acertadamente Bautista señala que el celo dogmático y el llunkerío, condujeron a descalabros como la desidia de las bases masistas para defender a su gobierno, durante los acontecimientos del 2019. Presenta a David Choquehuanca como la conciencia denunciadora de esos desvaríos. Sin embargo, el actual vicepresidente y ex canciller fue uno de los más entusiastas llunkus del Jefe. El año 2007 declaraba a la agencia EFE: “Morales no sólo representa esperanzas para los bolivianos, sino también para el mundo. Cuando voy a reuniones internacionales, les digo que el presidente Morales es esperanza para el mundo, que hay que cuidarlo". Decía entonces: el “terremoto y el tsunami de Japón fueron causados porque el planeta no escucha a Evo Morales”.

El vasallaje siempre acompaña al llunkerío. El 2014 el periodista Andrés Gómez pregunta a Choquehuanca en una entrevista cómo se siente al “enterarse que el embajador (de EEUU, Philip) Goldberg (en septiembre 2008) había sido expulsado del país sin que se tomara en cuenta al propio Canciller”. La respuesta de David Choquehuanca: (Evo Morales) “…tomó la decisión, yo ejecuto con dignidad; es una decisión que toma con coraje nuestro Presidente. Nuestro Presidente nos está devolviendo nuestra dignidad. Seremos un país pequeño pero somos un país digno”.

Para Bautista habría una prematura y falsa disputa por el liderazgo. En partidos como el MAS, el jefe, encumbrado cuando las cosas iban bien, llega a ser obstáculo cuando el panorama es sombrío. Curiosamente, es la aprensión del Jefe de ser desplazado lo que saca de su cauteloso llunkerío a quienes debieron su sobreviviencia a su cautela y afectación. Sin embargo, no reemplaza siempre al rey quien quiere. Poner a David Choquehuanca como inequívoco reemplazo del Jefe es ignorar otras figuras. La carta de Choquehuanca es su identidad indígena. Sin embargo, hay otros que tienen el mismo aval: el senador Andrónico Rodríguez Ledezma, o el presidente de la Cámara de Diputados, Freddy Mamani Laura, por ejemplo.

Utilizar la carta identitaria es también insuficiente en términos políticos. El actual presidente Luis Arce no es indígena, pero ganó las elecciones del 2020. Y quien tenía innegable arrastre en medio popular e indígena era, hace años, Carlos Palenque, sin ser tener esa adscripción étnica.

Si ese criterio es vigente en muchos ambientes, no lo es por la madurez política de los pueblos indígenas, sino porque hace parte de una distorsión de juicios debidos a la moda culturalista y a la influencia de la cooperación internacional en nuestro medio.

Rafael Bautista se siente seguro cuando señala que la fortaleza de Choquehuanca es el discurso de “la descolonización del poder, la cultura de la vida, el pensar en libertad”. Un lenguaje que, sin embargo, “los medios no entienden”. Ciertamente, David Choquehuanca ha fundido su ser político con el discurso pachamamista. Pero ese discurso ya ha pasado de moda. Cuando era vigente, sus realizaciones fueron caricaturales, superficiales y engañosas. Su retórica provoca ahora urticaria incluso entre quienes eran sus voceros más entusiastas. Y, los sectores populares e indígenas, hoy más que antes están abocados a lograr ventajas de la modernidad, de la técnica y de la inclusión institucional y estatal, en los términos más racionales y contemporáneos.

Lejos del retorno a las veleidades culturalista atiborradas de puro simbolismo, la población requiere enfrentar el aquí y el ahora. ¿Quiénes serán los políticos que lo interpreten y dirijan adecuadamente? Un desafío que no incumbe solamente al MAS, sino a toda la clase política boliviana.

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