No sé qué ha pasado, solo quiero volver a abrazar a mi mamá... y no puedo; abrazar a mi tía, mi abuelo y a Dolores, ella tiene su cabello muy rojo. Mi tía siempre me dice que es solo una muñeca, pero no le crean... no es una muñeca, es mi amiga. Quizás mi tía nunca tuvo una amiga como Dolores.
Algunos de mis vecinos y señoras están rezando frente a mi casa, cosa muy rara porque nunca antes los había visto haciendo esto. Dolores está asustada porque mi mamá no para de llorar. Mi papá también está llorando, pero él no está asustado como Dolores... Mi papá huele siempre raro y se pone mareado al caminar... creo que no desayuna bien antes de ir a su trabajo.
No tenemos muchas sillas en mi casa, debe ser por eso que estas personas están paradas... se ven tristes, llorosas y tienen flores en sus manos; las flores me gustan... pero yo no las corto ni las tomo porque las puedo lastimar y hasta pueden morir (...)
Mi mamá me está cubriendo con una tela blanca con volantes de puntilla, como si quisiera que me quedara dormida, pero yo solo quiero jugar con Dolores y enseñarle que ya sé escribir... lo aprendí en la escuela de a poco.
Algo raro tienen las piernas y brazos de ese cuerpo que se parece al mío, pero no lo es, porque mis piernas no tienen ese color ni mis brazos están cerrados, además, ¿cómo puedo tenerlos cerrados si estoy abrazando a Dolores y a mi mamá? No entiendo... ¿será por eso que mi mamá siempre me dice que hay cosas que los niños no entendemos y que solo lo vamos a entender cuando seamos grandes? Parece que los grandes no entienden nuestro mundo, por ejemplo, no entienden que Dolores no es una muñeca, que es mi amiga.
Esa niña en la caja blanca se parece a mí pero no es... no soy yo. Ni siquiera tiene cabellos... no tiene su pierna izquierda y tampoco tiene todos los dedos de las manos, se parece más a Dolores... mi muñeca, ja, ja. Pero me parece que no debo reír cuando veo tantas caras tristes. Aunque mi maestra siempre nos dice que los niños debemos reír... reír mucho... reír... reír... reír... y ya tendremos tiempos de llorar cuando seamos grandes. No le entiendo mucho, pero a mí siempre me ha gustado reír.
A veces tengo hambre, siento como una cosquillita en mi estómago, pero hoy no. Tan solo quiero enseñarle a mi mamá el vestido que ahora estoy usando, pero no me ve... la mira a ella, a la niña dormida en la caja blanca. Su mirada está como rara, no se ha bañado ni peinado. Algo raro tiene mi mamá...
¡Por favor mamá, mira mi vestido! Te gustará... tiene muchas flores. ¡Me gustan tanto las flores!
Ya no llores mami... si quieres le prestamos mi muñeca a la niña de esa caja blanca, esa que se parece a mí... así no se sentirá sola ni le dolerán las heridas en su cuerpo... porque tiene muchas, ¿no?
Te amo mucho, mamá...
CASO FÁTIMA: NIÑA DE 7 AÑOS TORTURADA, VIOLADA Y ASESINADA EN TLÁHUAC, AL SUR DE LA CAPITAL MEXICANA.
Este caso no solo ha consternado a los mexicanos sino también a países como el nuestro, cuyas cifras de asesinatos y femicidios no disminuyen.
De enero a noviembre de 2019 en Bolivia murieron 103 mujeres víctimas de violencia, es decir, en promedio hay un femicidio cada tres días, una estadística que no disminuye a pesar de las leyes de protección a la mujer.
Solo cuando en nuestra sociedad las mujeres tengan los mismos derechos y deberes que el hombre, tendremos justicia y no habrá más Fátimas por quien derramar nuestras lágrimas.
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