Diciembre 23, 2024 -H-

Las preocupaciones de Davos

Veamos un simple tema, el problema de la desigualdad, tanto económica como de género. En Davos, hubo más de una sesión la que se reconoció la necesidad de medidas más efectivas para mejorar la equidad de género o de acciones más concretas para generar mayor transparencia y lograr una mejor redistribución de la riqueza.


Lunes 29 de Enero de 2018, 9:45am






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Algo está cambiando en Davos. El Foro Económico Mundial de este año se parece más al alternativo Foro Social Mundial más que a la imagen de grupo liberal promotor de la globalización a ultranza. ¿Nuevos tiempos, reconocimiento de que algo está mal y hay que cambiar o simplemente una fachada?

Como todos los años, la élite económica y política mundial se dio cita en el exclusivo centro vacacional de Davos para reflexionar y discutir sobre los diferentes desafíos que afronta nuestro planeta. Acompañados de reuniones informales, seminarios, discursos, presentaciones, conferencias, acciones para generar conciencia, sesiones de yoga, meditación y fiestas, alrededor de 3.000 funcionarios de gobierno, jefes de Estado, altos delegados empresariales, celebridades, activistas e intelectuales se juntaron para discutir temas como la desigualdad, el impacto de la tecnología y automatización en el mundo del trabajo, el descontento con los resultados de la globalización, la pérdida de legitimidad en la prensa y el impacto de las redes sociales en los procesos democráticos.

Davos siempre fue un símbolo de la globalización y por décadas sus miembros se concentraron en cómo profundizar este proceso basado en un comercio abierto y liberalización económica. Sin embargo, el humor ha cambiado. Brexit, el triunfo de Donald Trump y su proteccionismo económico en Estados Unidos (America First), el crecimiento de la derecha extrema en Alemania y otras partes de Europa -apoyada en un descontento creciente por la política migratoria-, la toma de conciencia sobre las grandes brechas en nuestra sociedad reflejados en masivos movimientos de protesta como #MeToo o Black Lives Matter, son un reflejo de este cambio de humor en las sociedades occidentales. Por eso, es interesante ver que el lema de Davos de este año –“Crear un futuro compartido en un mundo fracturado”- se parece más a los temas que en ocasiones pasadas fueron la bandera de los foros sociales que protestaron contra la globalización y su efecto en las sociedades.

Veamos un simple tema, el problema de la desigualdad, tanto económica como de género. En Davos, hubo más de una sesión la que se reconoció la necesidad de medidas más efectivas para mejorar la equidad de género o de acciones más concretas para generar mayor transparencia y lograr una mejor redistribución de la riqueza.

Tal vez, este sentimiento se resume en las palabras de la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, que señaló que el mundo está económicamente en un punto dulce y esto permite concentrarse en responsabilidades compartidas. Es el momento de convertir la ira que se ha visto a lo largo del mundo en acciones.

Sharan Burrow, secretaria general de la Confederación Sindical Internacional (CSI) señaló en el mismo panel, compuesto exclusivamente por mujeres, que el mundo necesita un nuevo contrato social y nuevas reglas.

¿Será que finalmente, los arquitectos y mandamases de nuestro mundo están escuchando los clamores de la gente?

Las palabras vertidas aquí parecen mostrarlo, pero vale la pena recordar que poco antes de iniciarse el foro, un informe de la ONG británica Oxfam, reflejó el importante crecimiento de la desigualdad en el mundo. En el informe se destaca que el 1% más rico de la población mundial acaparó el 82% de la riqueza creada en 2017. Otro dato: 42 personas acumulan una riqueza igual a la generada por los 3.700 millones de personas que componen la mitad más pobre de la población mundial.

En un artículo en el periódico The Guardian, Jo Littler, académico de la Universidad de Londres y autor del libro “Against Meritocracy, Culture, Power and Myths of Mobility” (Contra la Meritocracia: Cultura, Poder y Mitos sobre la Movilidad social), señala que más allá de los buenos deseos las acciones de gobernantes parecen ahondar más que resolver el problema. Por ejemplo, el recorte impositivo de Donald Trump en Estados Unidos ha devuelto unos Us$200.000 millones de familias a las corporaciones.

En cuanto equidad de género, Christine Lagarde dijo en su ponencia que “incluso sin testosterona, podemos producir energía positiva y constructiva”, refiriéndose a la importancia y necesidad creciente de contar con una mayor presencia femenina en puestos de liderazgo. Curiosamente en este foro que ahora defiende mayores oportunidades para la mujer, la participación femenina sólo llega al 21%.

Asimismo, las brechas salariales entre hombres y mujeres siguen presentes y siendo denunciadas a diario. La violencia de género golpea por todas partes y Bolivia no es ajena a todo esto, basta ver los titulares de nuestros medios denunciando feminicidios casi a diario.

Es importante que estos temas sean discutidos en foros como el de Davos, pero hacen falta mucho más que palabras para apaciguar la ira que advierte Lagarde. Transparencia, acciones concretas y reales son más que necesarias. Lo contrario es simplemente condenar a nuestras sociedades democráticas.

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