Abril 26, 2024 [G]:

Los perdedores en el Mundial de Qatar


Miércoles 7 de Diciembre de 2022, 10:30am






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Todavía no se sabe el equipo ganador del Mundial de Qatar, pero sí se pueden vislumbrar perdedores... y no precisamente en el terreno futbolístico.

Este mundial es peculiar: Primer evento en un país árabe, con derroche de recursos y exhibición de logros tecnológicos, en el que los medios y las redes sociales abundan más comentando otros aspectos y facetas nada gratas, al punto que algunos califican este Mundial de “basura moral”. Se difundió –por ejemplo– que más de 6 mil trabajadores migrantes habrían muerto en la construcción de los campos deportivos.

De nada sirvió que ejecutivos del comité organizador del Mundial Qatar 2022 señalaran solo 3 víctimas mortales relacionadas directamente con el trabajo de construcción de estadios y algo más de 20, indirectamente. No hubo verificaciones. La mácula fue expelida. Siguieron acusaciones sobre la situación de la mujer, el escándalo de no poder consumir cerveza en los estadios y, como corolario, las denuncias sobre discriminación contra los LGBTQI. Esa última observación adquirió mayor relevancia, menoscabando el tema de las mujeres, del alcohol y de la explotación socio económica a migrantes.

La solidaridad con lo LGBTQI hizo que algunos jugadores asumieran portar un brazalete arco iris. Ante la oposición de la FIFA –la amenaza de sanciones es más fuerte que la conciencia solidaria– el equipo de Alemania decidió hacerse fotografiar con sus manos tapándose la boca. El éxito de esa imagen fue tal, que los aficionados qatarís cuando el equipo alemán fue descalificado en la fase de grupos del Mundial, lo despidieron tapándose también la boca y agitando las manos en el símbolo universal del adiós.

Un mundial en el que se intentó subordinar la simpatía a uno u otro equipo de patea pelotas a la denuncia moral. Empeño al final desbaratado: la emoción de las hinchadas sumergió los recatos sumistas. Ese ensayo de imposición es el gran perdedor en este Mundial, infortunio que solapa otras frustraciones más transcendentales y que merecen ser analizadas.

En el mundo islámico Qatar es un país comprometido en la colaboración con el mundo Occidental, un intento de demostrar que el desarrollo globalizado es compatible con la identidad cultural. Sin embargo, esa identidad ha recibido ataques, mofas y demérito por parte de sus asociados occidentales, lo que, seguramente, complacerá a quienes apuestan por la incompatibilidad y el esencialismo cultural.

No se dio allí actitudes de solo extrañeza etnocentrista por visitantes de otros pueblos y culturas, sino de un empeño sistemático y orgánico para generar una presión que hubiese obligado a las autoridades qatarís a modificar actitudes y conductas, empeño cobijado con la actual ideología dominante en Occidente: el respeto a la diferencia. Esa “diferencia” se muestra, sin embargo, no como el reconocimiento y respeto de valores, usos y costumbres diferentes entre civilizaciones, sino como la imposición de criterios al interior de una sola cultura. Actualmente, en Occidente se enaltece lo que antes se despreciaba y se consiente lo que antes se reprimía, intentando generalizar sus opciones como imposición y nueva forma de dominio.

Así, lejos de fomentar el diálogo entre civilizaciones, nos retrotraemos a tiempos de imposición que creíamos desvanecidos. Ciertamente hay expresiones de discriminación, sometimiento y sujeción en toda cultura, que deben ser cuestionados y superados; ello, sin embargo, nos obliga a considerar la universalidad de valores, lo mismo que el culturalismo occidental ha desacreditado.

Este tema es importante en nuestra realidad, en donde las élites bolivianas –aunque pequeñas e insignificantes en su autenticidad sí conforman el poder por su vinculación con el orden colonial– injertan su realidad en el imaginario occidental, mientras importantes sectores de la población rigen su cotidiano por valores que nada tienen que ver con las ideologías que las entornan y supeditan. ¿Podremos en nuestro medio, por ejemplo, reparar las injusticias contra la mujer a través de la lógica del chacha–warmi o tendremos que recurrir ineluctablemente a un chacha-chacha o un warmi–warmi al estilo del actual aderezo occidental?

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