La Paz, 12 de mayo (Urgentebo.com).- El Ministerio de Energía se hace cada día. Funcionarios y autoridades están acomodándose y, al mismo tiempo, llevando adelante medidas para el “despacho Benjamín” del Ejecutivo. El titular del área, ingeniero Rafael Alarcón, recibió a la revista Oxígeno para hablar sobre este sector, cuyos frutos se darán en el mediano plazo.
¿Por qué el Estado Plurinacional concluyó que es necesario crear el Ministerio de Energías?
Se trata de jerarquizar el ámbito energético para que la explotación de la energía sea un pilar de la economía nacional. Hasta ahora trabajamos en el sistema interconectado nacional y eso nos llevó a generar capacidad en las empresas de la Corporación ENDE para la ejecución de proyectos, que tienen la finalidad de garantizar el suministro de energía eléctrica en Bolivia. Dado el gran potencial del país en las diferentes formas de energía, particularmente la hidroelectricidad, se tomó la decisión de crear un ministerio que ejecute estos proyectos, para que los excedentes de electricidad sean exportados y con esto se diversifiquen las fuentes de ingresos del país. Queremos convertir a Bolivia en exportador de energía, industrializar el litio e investigar la energía nuclear. Eso es generar un escenario diferente, con visión de largo plazo.
Si hace una valoración del avance de los proyectos de exportación del 1 al 10, ¿en qué punto estamos?
Estamos en la fase de los acuerdos. Ahora estamos trabajando en proyectos de pequeña envergadura; en el caso de Argentina, estamos trabajando en el levantamiento de la infraestructura, estimamos que al 2018 ya vamos a exportar desde Yacuiba, desde una planta tecnologizada, que está en el último punto del sistema interconectado.Vamos a exportar hacia Argentina, entre 80 y 120 megawatts. No está definido en forma precisa desde cuando, pero será cuando Argentina lo requiera, por eso es acuerdo de oportunidad. A mediados del 2018 ya podríamos estar con las instalaciones listas. Es un plan de pequeña escala.
Por otro lado, se tiene previsto profundizar las conversaciones con Brasil para un acuerdo de mayor volumen, en el que se deben definir tarifas, plazos, condiciones de entrega, el tema técnico. Es un acuerdo para mayor inversión. Con Brasil comenzamos las conversaciones, les hicimos conocer nuestra posición de generar dos corredores de integración; de manera que esperamos llegar hasta fin de año a un tratado.Con esto lograríamos que la energía eléctrica sea incorporada en el sistema brasileño.
Estamos trabajando para que el 2017 sea el punto de inflexión en los proyectos del sector eléctrico.
Hasta fines de 2018, ¿qué cantidad de energía estaríamos generando y para qué mercados?
Trabajamos los proyectos grandes con el fin de concretarlos en acuerdos y tratados de exportación. Su ejecución nos va a demandar un buen tiempo; el más rápido nos va a demandar unos cinco años. Estamos en la etapa inicial, podemos avanzar en temas de conexiones, por ejemplo, con el mercado argentino.
El mercado boliviano tiene una demanda 1.450 megavatios, la máxima registrada el año pasado, a eso habrá que sumar una demanda argentina de 120 megavatios que es el 10% adicional. Y ya contamos con aquella oferta. Entonces, eso es algo significativo. De la misma manera estamos programando reuniones para exportar unos 100 megavatios al norte paraguayo.
¿Cuál es el proyecto más importante llamado a sostener estos mercados de exportación?
El de Rositas, sin duda, es uno de los proyectos para la exportación. El proyecto El Bala, el de Cachuela Esperanza, el del Río Madera, son los proyectos de mayor envergadura para la exportación. Los otros proyectos nos van a permitir tener potencia, van a reforzar. La ejecución de los grandes proyectos demora. La construcción de una hidroeléctrica demanda de seis a ocho años
¿Cuál es el más avanzado?
Rositas tiene un contrato firmado ya, en el Chepete-Bala, estamos trabajando en los estudios de diseño final. Y bueno tampoco necesitamos más prisa, porque aún no tenemos acuerdos de integración.
¿Cuándo será el momento más importante para decir que están listos los mercados o que está en marcha los proyectos de infraestructura?
El punto de inflexión está en la medida que tengamos acuerdos con los dos países vecinos y tengamos documentos firmados donde se exprese la voluntad para la compra de energía boliviana. Estamos trabajando para que el 2017 sea el punto de inflexión. Y luego avanzamos en los proyectos técnico-económicos y luego vamos por el financiamiento.
¿Qué montos se requieren para ponerlos en marcha?
Las estimaciones del costo son resultado de estudios específicos. Si hablamos de aproximados, tenemos la referencia de por cada megavatio generado en hidroelectricidad, se requiere de un millón y medio o dos millones de dólares. Entonces, cuando dicen que el proyecto binacional, tendrá tres mil megavatios, estamos hablando de entre 4.500 y 6.000 millones de dólares de inversión. Esos son los precios referenciales. No me animaría a dar una cifra en la medida que no tengamos definida la potencia de electricidad y no tengamos las condiciones específicas de cada proyecto.
Con el proyecto del Chepete-Bala se habla de 2 mil megavatios, el componente binacional del Rio Madera, 900 megavatios, Cachuela Esperanza, son proyectos que están por encima de la escala de nuestro mercado. Solo El Bala está por encima de lo que requiere Bolivia, sólo el Chepete es más de todo lo que pide.
El proyecto del Bala tiene gran controversia, desde sectores ambientalistas y de pueblos indígenas. ¿Cómo debería resolverse esta situación para facilitar el proyecto?
Conflictos siempre van a existir. Sería irracional pensar que un proyecto, cualquiera sea su naturaleza, que no tenga impacto ambiental. Entonces es responsabilidad de quienes llevan adelante los mismos, hacer que el impacto sea el menor posible. Esas tareas se encomendaron a ENDE. Uno puede concluir que la ejecución de este proyecto va a generar afectaciones y las afectaciones deben ser, en el criterio del Ministerio de Energía, absolutamente compensadas, pensando en el bienestar de la población.El mejor ejemplo del país es Misicuni, que ha desplazado a una población a otro lugar mucho más alto, porque la población estaba a orillas del río Misicuni. Ahora que la presa se está llenando, es posible apreciar que se llena de agu.
Ejecutar un proyecto debe significar generar un polo de desarrollo. Y ese es el cambio de paradigma de Bolivia. Tenemos mucho miedo a estas obras de infraestructura, pero cuando se hizo Corani, en los 50, se inundó un área del valle Cochabambino; hubo personas afectadas, pero existe beneficio de las condiciones en la zona. Corani es un caso interesante y Misicuni comienza a serlo, si visitamos el lugar de la presa, porque es posible encontrar allí aves que nunca antes estaban en la zona, porque hay un espejo de agua.
Las comunidades indígenas (del Norte de La Paz están a la espera de la culminación del estudio, que permita definir cuál va a ser la afectación y cómo se va a encarar la compensación.
El 25 de marzo, Guanay sufrió una inundación considerable y eso es consecuencia de la falta de regulación de las cuencas hídricas. Esa es una tarea pendiente, sin duda, nos falta mucha infraestructura para regular. Estos problemas pueden ser resueltos con la regulación de los ríos, con un embalse que controle la cantidad de agua que va a circular por un río, en algunos lugares puede permitir que sea una vía de comunicación permanente, hoy inexistente. Eso son algunos de los beneficios que puede generar el proyecto de El Bala. Y eso es lo que socializamos, las comunidades indígenas están a la espera de la culminación del estudio, que permita definir cuál va a ser la afectación y cómo se va a encarar la compensación.
¿Tiene algún dato del estudio?
No, no lo tengo. El estudio de identificación preliminar, con el que están haciendo escarnio algunas organizaciones, no tiene diseño. Con el estudio del diseño final, podremos decir éstas serán las zonas afectadas, el embalse tendrá estas dimensiones. Por lo tanto, creemos que se puede mitigar de esta otra manera.
El proyecto de El Bala tendrá un paradigma para las comunidades.
Exactamente. Negar el impacto sería irracional. Impacto va a existir. Una obra de esta envergadura, sin duda, que genera impacto ambiental. Es responsabilidad nuestra mitigar este impacto. Hacerle conocer abiertamente a la población y hacerle conocer las oportunidades del proyecto. En los 70 e inicios de los 80, en Brasil hubo una discusión enorme con el proyecto Itaipu, la mayor hidroeléctrica de Sudamérica, y ahora hay que darse una pasadita para ver cómo están las comunidades. Eso son los ejemplos que permiten copiar, para ser más prácticos. Hay que seguir las buenas prácticas.