Así de fácil. O nos esmeramos en hacer bien las cosas de aquí en adelante o lamentaremos el cierre de miles de empresas y la pérdida de decenas de miles de empleos, como ocurre ya en otros países. Para evitar una catástrofe, o nos unimos los bolivianos con tal propósito, o nos hundimos todos por el despropósito de no hacerlo.
El FMI acaba de emitir un Informe con sus nuevos pronósticos de crecimiento, en un preocupante escenario internacional fuertemente golpeado por la pandemia del coronavirus. La recesión global está cantada: la economía mundial decrecerá un -3% durante la gestión 2020.
Según el FMI, el PIB de América Latina y el Caribe (ALC) caerá un -5,2% mientras que la economía de Bolivia bajará un -2,9% (“Perspectivas de la Economía Mundial, abril de 2020”). El Banco Mundial (BM) es más pesimista: el PIB de ALC caerá un -4,6% y el de Bolivia -3,4% (“La economía en los tiempos del COVID-19”, abril de 2020).
Como en toda recesión económica, más allá del número frío está la gente que podrá ser afectada: en el sector empresarial privado -agropecuarios, forestales, industriales, comerciantes, prestadores de servicios- pero también muchísimos jefes de hogar, sin excluir a las mujeres que cuántas veces son las que sostienen a sus hijos; naturalmente, el empleo en el sector público también sufrirá por los menores ingresos previsibles por esa causa.
En todo caso, cualquiera sea el retroceso de Bolivia en este 2020 será una pésima noticia, pues la comparación será frente a un mal año: el INE acaba de informar que el país creció solo un 2,22% en 2019, la menor tasa desde 2001.
Frente a una tendencia marcadamente declinante del crecimiento del PIB nacional desde el 2015, a consecuencia de la conclusión del boom económico que inició en 2004 y que durante tanto tiempo dejó la sensación de que el Modelo Económico, Social, Comunitario y Productivo (Mesocopro) sí funcionaba, el presidente del IBCE, Lic. Pedro Colanzi Serrate, al cierre del 2019 dijo que para lograr un punto de inflexión y provocar un mayor crecimiento de la economía boliviana en 2020 era necesario un “Pacto Social Productivo” a nivel nacional.
Frente al apocalíptico impacto mundial del coronavirus, del cual Bolivia no está ajena, la concertación con una visión realista de una estrategia público-privada de desarrollo a largo plazo entre Gobierno, empresarios y trabajadores, es inexcusable. Para lograrlo, la unidad será imprescindible; caso contrario, no habrá escapatoria... ¡O nos unimos o nos hundimos todos!
(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional
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