Diciembre 22, 2024 -H-

Operación retorno

El hecho es que este bloque está consiguiendo algunos éxitos en la “operación regreso”; la mejor prueba es el peronismo en Argentina y el segundo en la lista puede ser Lula Da Silva en Brasil.


Jueves 14 de Noviembre de 2019, 1:15pm






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Nadie puede desconocer que detrás del asilo que le ha concedido el presidente de México a Evo Morales, se esconde un plan muy bien montado para conseguir el retorno triunfal del líder cocalero a Bolivia.

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha asumido de manera personal la decisión de darle refugio al cocalero y con esta actitud ha querido posicionarse como el nuevo líder de la izquierda latinoamericana que ahora se cobija bajo el Foro de Puebla, una instancia creada en julio para reemplazar al Foro de Sao Paulo que impulsó el Socialismo del Siglo XXI, cuyos únicos exponentes que quedan son los impresentables Nicolás Maduro y Daniel Ortega.

En su entrada triunfal, AMLO está usando a Morales como el estandarte de un nuevo proyecto “progresista”, con tintes más moderados que Hugo Chávez, Rafael Correa o Daniel Ortega y el perfil que se adapta más a ese paradigma es el del argentino Alberto Fernández, quien le devuelve el poder al Kirchnerismo, pero con un discurso más conciliador, con una postura más amigable frente a Estados Unidos y con un distanciamiento frente a la dictadura venezolana. Sin embargo, en el fondo son casi lo mismo y sobre todo, no son dignos de confianza, pues en estos años hemos visto numerosos lobos con piel de oveja y el presidente mexicano es uno de ellos.

El hecho es que este bloque está consiguiendo algunos éxitos en la “operación regreso”; la mejor prueba es el peronismo en Argentina y el segundo en la lista puede ser Lula Da Silva en Brasil, quien acaba de salir de la cárcel. No nos olvidemos de Ecuador, donde recientes revueltas dieron la voz de alarma.

Todos estos líderes albergan la macabra idea de que la democracia es inviable en América Latina y justo en el lugar donde mejor funciona (Chile), han promovido los actos más violentos y más inexplicables de la historia, con tal de devolverle la mesa tendida al socialismo.

En la orilla opuesta ya se dieron por aludidos y la evidencia más clara es el discurso del secretario general de la OEA, Luis Almagro, en la asamblea que trató el tema boliviano el pasado martes. El diplomático fue contundente al hablar de fraude, del golpe de estado que protagonizó Evo Morales y su intención lógica -además de destruir la tesis del derrocamiento-, es posicionar la idea de que el cocalero ha cometido delitos que lo inhabilitan para retornar a la vida política.

No hay duda que la nueva democracia boliviana tiene aliados muy importantes en el contexto internacional (Estados Unidos, Brasil, Colombia y la OEA), pero tampoco vamos a negar que el acecho del Foro de Puebla será brutal, pues estará pendiente de cualquier error que podamos cometer y mantendrá viva la irritación de los sectores aliados a Morales que han estado saqueando y cometiendo hechos vandálicos.

Frente a ese escenario, la única arma que podemos utilizar los bolivianos es la unidad demostrada en esos gloriosos 21 días en los que el ciudadano fue capaz de reconocer su fuerza y adquirió conciencia de que puede cambiar la historia.

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