Madrid, 28 de enero (ABC Madrid).- En Pativilca, a 200 kilómetros al norte de Lima, el tiempo parece que se detuvo para las familias de los seis jóvenes asesinados durante el régimen de Alberto Fujimori Fujimori, quien gobernó con mano de hierro el país desde 1990 a 2000, ayudado por el jefe de los servicios de inteligencia, Vladimiro Montesinos. La localidad, que se dedica al cultivo de caña de azúcar, ingresó en la historia de Perú el 29 de enero de 1992, cuando el grupo militar «Colina» detuvo a seis jóvenes durante la madrugada y los llevó al campo, donde los torturaron con un soplete y después les dispararon hasta matarlos.
Por la falta de motivación y por no cumplir con el plazo legal que ordena la Constitución, el derecho de gracia presidencial concedido a Alberto Fujimori no solo es una violación al debido proceso sino su desnaturalización, dijo el fiscal Luis Landa al tribunal que tiene a su cargo el proceso por los crímenes de seis pobladores de Pativilca cometidos en 1992 por el grupo Colina. Por ello, solicitó su inaplicación para que el ex mandatario sea sometido a juicio oral.
Durante el gobierno de Fujimori, se formó el grupo militar «Colina» en la sede central del Ejército en Lima, el «Pentagonito». Este puñado de militares fueron condecorados y promovidos por sus servicios al país, después procesados por la Justicia militar y por último, amnistiados por Fujimori.
En Barrios Altos, el grupo «Colina» asesinó a 16 personas, entre ellas a Javier Ríos, un niño de ocho años; en La Cantuta asesinó a nueve estudiantes y un profesor; y en Pativilca seis agricultores fueron torturados y quemados. El grupo dijo que las víctimas eran miembros del grupo terrorista «Sendero Luminoso», de corte maoísta.
En entrevista con ABC, José Luis Agüero, hermano de Pedro, uno de los asesinados asegura que no ha podido olvidar el día en que encontró el cuerpo de su hermano. «Tenía signos de tortura, al igual que los otros cinco que murieron con él. Tenían quemaduras. El cuadro era desolador. Los ubiqué a 20 metros de la carretera ocultos entre las cañas de azúcar. Tras la matanza, la mayoría de pobladores de Pativilca huyeron por miedo a ser asesinados», explica. «Es injusto que ese señor (Fujimori) que lo tiene todo esté libre cuando sabemos que es culpable. Kuczynski cambió la destitución por el indulto. Matar a alguien no es un error, es un crimen», cuenta Agüero, dueño de una empresa de transporte público en Pativilca. Fujimori es juzgado como autor ideólogo de la matanza de Pativilca gracias a que en 2008, el exmiembro del grupo «Colina», Jorge Ortiz Manta, alias «Tamalón», confesó que el general Nicolás Hermoza Ríos y otros oficiales les dieron la orden directa de liquidar a seis personas el 29 de enero de 1992 acusadas de ser «senderistas».
«Queremos justicia»
De acuerdo a la acusación fiscal, el operativo de Pativilca formó parte de un plan formulado por la Dirección de Inteligencia y aprobado por el comandante general del Ejército, Nicolás Hermoza Ríos, por órdenes de Vladimiro Montesinos y con el conocimiento del jefe de Estado, Alberto Fujimori.
El hijo de César Rodríguez, Nelson, y su padre, Olimpio, de 85 años, consideran que a César lo asesinaron para apropiarse de sus automóviles porque vivían del negocio de transporte público. «Tenía seis años cuando asesinaron a mi padre. Como familia nos indigna el indulto a Fujimori porque por su culpa mis dos hijos nunca conocerán a su abuelo. Queremos justicia, pero sabemos que si eres pobre en Perú, no la hay», refiere Nelson mientras posa al lado con sus hijos Daniela y Jorge, de 8 y 5 años, respectivamente.
Según explica la abogada del caso, Gloria Cano, la matanza de Pativilca fue parte del plan «Cipango» que realizó el grupo «Colina» con el fin de eliminar a presuntos miembros de la banda terrorista Sendero Luminoso en el norte de Lima. A la matanza de Pativilca se suma el secuestro y posterior muerte del periodista Pedro Yauri en Huacho y el asesinato de todos los miembros de la familia Ventocilla.
La madre de Pedro Agüero, Nuncia Rivera, denuncia: «Mi esposo se murió de la tristeza luego que mataran a mi hijo. Nos atacaron para quitarnos nuestros automóviles. Nuestro negocio de transportistas era próspero, pero cuando matan a mi hijo cerramos todo y nos mudamos a Barranca».
Desgarrador es también el testimonio del hermano menor de Felandro Castillo, Domingo, que cuenta que el asesinato de su hermano destrozó la salud de su madre, Esperanza, quien desde entonces está postrada en una cama y no deja de repetir la palabra justicia al recordar a su hijo. «¿Por qué dice Kuczynski que lo que hizo Fujimori es un error, ¿mandar a matar a otro es error?Ojalá que se revoque el indulto a Fujimori para que haya justicia», explicó.