Diciembre 22, 2024 -H-

Un temblor recorre

el presidente peruano Castillo tiene entre sus manos una brasa que deberá manejar escrupulosamente para cerrar ancestrales cicatrices, tarea descomunal que deberá asumir y no repetir los errores del pasado


Jueves 29 de Julio de 2021, 10:15pm






-

El año 1991, un año antes de la recordación de los 500 años de conmemoración del descubrimiento de Aby Ayla, concebido también como el año del desagravio, encubrimiento, choque de culturas, invasión y otras calificaciones, desde perspectivas múltiples, apareció la publicación del texto Temblor en los Andes, con el subtítulo Profetas del resurgimiento indio en el Perú de Manuel Sarkisyanz, auspiciado por la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia y el Museo de Etnografía y Folclore, dirigido entonces por Hugo Daniel Ruiz.

El profesor alemán escudriñó los movimientos indianistas e indigenistas que se gestaban después de la colonización, fruto de las condiciones que impusieron los conquistadores en territorio peruano y en Charcas, hoy Bolivia, a las naciones indígenas; sobre todo de las sierras andinas. La similitud de las consecuencias de la nueva estructura social y el nuevo orden simbólico impuesto con el poder político y religioso, generaron capas tectónicas de pensamiento que, cada cierto ciclo histórico, removían las capas externas de la realidad peruana para volver de nuevo a acomodarse y repetir el ciclo histórico eurocentrista. Hoy, las digresiones de ese texto parecen tener una respuesta sobre el nuevo horizonte político del Perú.

 La sociedad acuñada por el Virreynato del Perú, entidad territorial del imperio español creada por la Corona el año 1542, con capital en la ciudad de Lima, entidad de poder que se mantuvo fiel a la Corona durante la Guerra de la Independencia,  hasta la caída del Callao en 1826; procreó las clases hegemónicas peruanas  que se adscribieron al movimiento independista y, otra vez en el poder, cambiaron la administración y realizaron algunas modificaciones a sus estructuras institucionales, constituyéndose en los directos herederos de la independencia del Perú; tal como aconteció en 1825, en  la construcción del débil estado boliviano.

El indigenismo peruano fue visibilizado como un mito del pasado indio que no pasaba de un enunciado que reaparecía cada momento de inflexión crítica en el Estado, así el año 1932, un diputado del recién creado Partido Socialista Peruano declaraba en la Asamblea Nacional:

…Y las tierras volverán a manos de los indígenas, tal y como fueron nuestras cuando fueron despojadas de la toma de Cajamarca en el año 1532”.

Mientras en Bolivia, con la revolución del 52, la redistribución de la tierra, tuvo una desastrosa planificación capitalista, sustituyendo a las comunidades por el minifundio y la parcela individual, ignorando los sistemas productivos de la producción cíclica comunitaria de la aynuka para obtener excedentes.  Sin embargo, esta medida aplacó la evolución del pensamiento político por un largo período histórico que evitó turbulencias sociales, en cambio, en el Perú, hallaron un terreno fértil.

La revolución militar peruana, instaura la Reforma Agraria en 1969, que rompió el orden simbólico y político  fosilizado desde la Conquista española; ese mismo año se genera una ruptura en el Partido Comunista peruano y Abimael Guzmán crea, inspirándose en una frase del ideólogo de la izquierda Mariátegui, Sendero Luminoso para diferenciarse de las otras agrupaciones. Mientras el Gral. Velasco Avarado anunciaba: “Todas las haciendas del Perú están siendo entregadas a los hijos de su tierra, como descendientes del pueblo Inca, que los españoles conquistaron. La revolución ha podido rehacerlas todas en legitima Reconquista”.

Una década después, el año 1980, Sendero Luminoso, fortalecido como estructura político militar, exige profundizar medidas de reparto de tierras que habían sido, otra vez, entregadas a consorcios agroindustriales.  

 La violencia, durante un largo periodo, generaría la desinstitucionalización del estado peruano que enfrenta una fractura que deviene de su estructura neocolonial excluyente.  Sarkisyanz sintetiza los proyectos políticos de las oligarquías peruano bolivianas de fines del siglo pasado: “Mientras en el Perú, “ la peruanización”  implica aspiraciones  de una indianización cultural e ideológica del país, también, en cierta medida, una deseuropeización. Por el contrario, alrededor de fines del siglo pasado, en el país vecino las aspiraciones de” bolivianizar Bolivia” significaban la liquidación de su mayoría indígena”. La realidad boliviana y el avance político, sepultó ese proyecto genocida.

Ahora, el presidente peruano Castillo tiene entre sus manos una brasa que deberá manejar escrupulosamente para cerrar ancestrales cicatrices, tarea descomunal que deberá asumir y no repetir los errores del pasado, porque además estará asediado por sus adversarios que no permitirán que sus privilegios virreinales sean tocados.

////

.