La frase más utilizada estos días por opositores y oficialistas es: “Estamos ganando”. Los primeros creen que la dictadura de Nicolás Maduro está en sus últimos días. Los segundos apuestan que están más firmes que nunca en el poder. Mientras tanto el pueblo venezolano enterró a su víctima número 39, en 40 días de protestas.
Miguel Castillo, hace pocos días posaba feliz con sus padres en la ceremonia de graduación como periodista. Como miles de jóvenes había salido el miércoles a marchar en Caracas contra el gobierno. Un guardia truncó su vida a los 27 años con el disparo de su escopeta.
Desde el 1 de abril decenas de miles de venezolanos salen a marchar en las calles de casi todas las ciudades exigiendo que el gobierno vuelva al hilo constitucional, violado con la clausura de la Asamblea Nacional y otras medidas autoritarias, típicas de un régimen dictatorial.
La represión a las marchas ha sido brutal. Los heridos se acercan al millar y hay 2.000 detenidos. Maduro cree que lo peor ya pasó y convocó inconstitucionalmente (solo puede promoverla) a una Asamblea Constituyente en la que de 500 elegidos, 250 serán nombrados a dedo y los demás por asambleas populares, comunas, sindicatos. Quedan abolidos los partidos políticos.
Su convocatoria ha sido como echarle gasolina al fuego y las marchas antigubernamentales se han visto incrementadas en decenas de miles de personas y las protestas arrecian hasta en pueblos pequeños donde todas las noches se levantan enormes barricadas incendiadas.
Pero sería abusivo sostener que las protestas son solo reclamando la restauración de la democracia. La gente está en las calles porque no aguanta más la escasez de alimentos, el alto costo de la vida, la inseguridad, que el 2016 mató a 28.840 venezolanos, la escasez de insumos y medicinas.
Justamente el miércoles el ministerio de Salud entregó sorpresivamente (no lo hizo en los últimos 3 años) su informe del 2016 dando cuenta de un cuadro pavoroso en Venezuela. Solo el 2016 murieron 11.466 neonatos debido a “sepsis neonatal, neumonía, enfermedad de la membrana hielina y por nacimiento prematuro”. Asimismo, dio cuenta que murieron 756 madres, un 76% más que el 2015. Lo más alarmante fue la revelación de que recrudecieron en elevados porcentajes enfermedades como el dengue y la malaria, que se consideraban erradicadas en Venezuela.
El informe molestó de tal manera a Maduro que destituyó a la ministra en menos de 24 horas, porque según el régimen en el país “no hay” ninguna emergencia sanitaria. A la doctora Antonieta Caporale no le sirvió su declarado fanatismo por Hugo Chávez, porque su informe es una dolorosa realidad que ella contribuyó a ocultar desde los altos cargos que ocupó hasta llegar a ser ministra.
Entre el régimen que cree que ganará su enfrentamiento contra los venezolanos y estos que realizan heroicas jornadas para recuperar su libertad y democracia, el país se debate en una incertidumbre inacabable. Los árbitros de la pugna son los militares. Los de la cúpula están con el régimen. Muchos de ellos estén requeridos por la justicia estadounidense por narcotráfico, empezando por el ministro del Interior, General Néstor Reverol.
La oficialidad institucionalista, que debe existir, parece mirar de balcón hasta ver de qué lado se inclina la balanza. Muchos opositores, entre ellos los de Voluntad Popular y Vente Venezuela, les piden actuar ya. Pero hay otros, como Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo, que no quieren uniformados ni en un gobierno de transición. Amanecerá y veremos.
(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.